Hola mis amados:
Los niños son esa gente pequeña que nos deslumbra, nos fascinan y hacen que este mundo sea agradable para vivir, porque sin ellos todo sería silencio, tristeza y sin luz, ellos son los herederos del Reino de los Cielos y por ellos hay que pedirle al Padre Celestial que los guarde en Su amor, que los proteja de tantos peligros y sobre todo que en los hogares donde habiten, sean comprendido, aceptados, tolerados y educados para que sean mañana hombres y mujeres de bien, que sirvan y sean ejemplo, que haya menos mujeres que aborten o abandonen a estos pequeños cuando nacen, no dejemos entonces de clamar para que tengan una vida maravillosa.
PLEGARIA POR LOS NIÑOS
Señor; hoy quiero pedir por los niños que dejan sus dedos llenos de chocolate en todo lo que tocan, que saltan en los charcos y arruinan sus pantalones nuevos, que comen dulces antes de la comida y que nunca encuentran sus zapatos en la mañana.
Quiero pedir por los niños que miran a los fotógrafos desde atrás de los alambres de púas, que nunca han caminado por la calle con un par de zapatos nuevos, que nunca han jugado "bolitas" y que han nacido en lugares a donde nosotros jamás nos acercaríamos, que es donde probablemente morirán.
Quiero pedir por los niños que nos dan besos pegoteados de caramelo y ramos de flores, que duermen con su perro y quieren enterrar a sus pescaditos, que nos abrazan muy fuerte y que olvidan su dinero para la merienda, que riegan la pasta de dientes por todo el baño, que observan con ojos asombrados a su padre cuando se afeita y a su madre mientras se maquilla, que hacen ruido cuando toman la sopa.
Y también quiero pedir por los niños que nunca han comido postre, que no tienen cobija favorita que llevar a todos lados, que ven a sus padres sufrir, que se acercan a nuestros coches en cada esquina pidiendo con sus ojos, que no tienen baños para asearse, y cuyas fotos aparecen en las estaciones de policía y no en las oficinas de sus padres.
Quiero pedir por los niños cuyas pesadillas suceden a plena luz del día, que comen lo que encuentran, que duermen bajo el cielo abrigados por periódicos, que nunca han ido al dentista, que no reciben mimos de nadie, que van a dormir hambrientos y despiertan hambrientos, que no tienen dirección.
Quiero pedir por los niños a quienes les gusta que los carguen y por aquellos que tienen que ser cargados, por los que se dan por vencidos y por los que siguen luchando, por los que no encuentran manos que tomar.
Por todos esos niños, Señor, quiero pedir el día de hoy, porque todos son valiosos, dan una nueva forma de amor a nuestras vidas y una razón para vivir, porque ellos nos hacen sentir la necesidad de comprometernos a construir un mundo más justo.
Rezo y pido por nuestros hijos, los que nacieron y los que nacerán, porque son la mejor esperanza para nuestro mundo, la compensación de nuestro trabajo, la realización de nuestros sueños incompletos, la garantía de nuestra inmortalidad, y la muestra de que Dios no ha perdido la esperanza en los hombres.
Señor, yo te pido por todos los hijos del mundo, para que Tú los bendigas con amor y alegría.
Amén
LA CONFIANZA
Por: Charles Stanley.
Desafortunadamente, las emociones a menudo son vistas bajo un lente negativo. Esto ciertamente no nos sorprende, considerando el dolor y la angustia que conllevan los sentimientos de duda, temor, lujuria, celos y hostilidad por mencionar unos pocos. De allí que cuando permitimos que nuestras emociones controlen nuestras vidas, estamos buscando problemas.
La intención de Dios, no fue el que nuestras emociones nos gobernaran, Él nos las dio para enriquecer nuestras vidas. Mientras las emociones negativas nos echan al suelo, las positivas trabajan para llenarnos de energía, fortalecernos y capacitarnos para hacer cualquier cosa que Dios nos haya llamado a hacer. Cuando pienso acerca del asombroso impacto de las emociones positivas, yo me siento atraído hacia los sentimientos transformadores de confianza en Dios, los cuales nos capacitan para enfrentar la vida, con una fe sólida en Dios todopoderoso.
La confianza es una creencia fuerte que echa fuera el temor, la duda y la ansiedad. Una vez que la preocupación ha sido removida de nuestras vidas, lo que queda es un inamovible sentido de seguridad. Esta es la cualidad que nos capacita para afrontar las tormentas de la vida, ya que nosotros sabemos que el firme fundamento en Jesucristo no podrá ni será sacudido.
El apóstol Pablo es un maravilloso ejemplo de alguien que llevó a través de la vida una fe inquebrantable en la fuerza de Dios para sobrepasar cualquier obstáculo. Él fue un hombre que experimentó muchísimos tiempos de prueba. Enfrentó prisiones, persecuciones, viajes interminables, debates públicos, e insultos personales. Sin embargo, a través de todo esto, Pablo sostuvo firmemente una lección aprendida a través de la fe y la experiencia.
Él explica en Filipenses 4:11-12, “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad”. Continúa en el verso 13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. ¡Que firme declaración! ¿Cómo es que Pablo quién por cierto, escribió la carta a los Filipenses desde una celda de la prisión romana, tenga la audacia de afirmar que tiene la capacidad de hacer “todas las cosas?”
Empecemos por observar lo que Pablo no está diciendo. Él no dice que tiene la capacidad de hacer absolutamente cualquier cosa que quiera hacer. Igualmente no dice que Dios le ha dado la total autoridad para decidir lo que debe o no debe ser hecho.
Pablo nunca separa lo que él puede hacer de su relación con Dios. En vez de eso. Él implica, “yo puedo hacer, y Dios me capacita para hacerlo. Yo puedo trabajar, y Dios me capacita para trabajar. Yo puedo hablar, y Dios me faculta para hablar”. Cualquier cosa que Dios le permitiera hacer, Pablo sabía que Dios le equiparía para realizarla. Pablo nunca diría, “Yo puedo enfrentar cualquier cosa que venga”. Él dice “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Dios quiere que cada uno de sus hijos enfrente la vida con la misma confianza.
David también tenía la misma confianza. Pablo escribió acerca de su fe muchos siglos atrás. El joven David caminó hacia la batalla valientemente, de frente hacia el terrible gigante que intentaba destruir. ¿Cedió David ante el temor? ¿Se escondió detrás de otros soldados o de grandes escudos? No, simplemente, se armó a sí mismo con una onda y cinco piedras lisas. De pie ante el enemigo más temido de Israel, él proclamó, “porque del Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos” (I Samuel 17:47) El joven héroe triunfó aquel día. Claramente David podría estar de acuerdo con Pablo, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Mientras usted lee esta declaración de confianza, ¿Dónde pone usted el énfasis, sobre la palabra “Él” que significa Cristo Jesús, o en la palabra “yo?” que significa el ego.
Nosotros escuchamos mucho de los sicólogos y de los libros de ayuda personal de los vastos beneficios de mejorar la confianza propia, pero, esto no es lo que Pablo está hablando aquí. El mismo término “confianza propia” hace a un lado a Dios y pone firmemente la confianza sobre nosotros mismos en lo que nosotros podemos hacer, ganar y lograr. Pablo toma una perspectiva diferente. En Filipenses 3:1-7, explica cuan importante e influyente su propia vida puede parecer y como sus logros pueden impresionar a otros. Sin embargo, él rechaza poner su “confianza en la carne” afirmando que, “cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Fil.3:3,7). Habiendo vivido de una manera respetable y honorable, conforme a los valores humanos, Pablo reconoce que el único recurso auténtico de confianza no era él mismo sino Dios.
Entonces, la base propia de nuestra confianza divina, no está en lo que nosotros podemos hacer, sino en lo que Jesucristo puede hacer en y a través de nosotros. El Cristo que vive en nosotros es Aquel que nos capacita, fortalece y guía, y que hará posible todo lo que el Padre ha preparado delante de nosotros.
Por lo tanto, nosotros tenemos derecho a estar confiados. Todavía, muchos del pueblo de Dios se despiertan cada mañana en esclavitud, y muchas personas dan vueltas en su cama toda la noche, atrapados en temor, duda e inseguridad. Ellos están preocupados sobre las decisiones que han hecho, o de las que van a hacer, se preocupan acerca de las cosas que talvez pasen, incluso están preocupados acerca de sí Dios realmente les ama o no.
¿Por qué quiere usted despertarse así? Todas estas son las molestias de Satanás. Dios quiere que sus hijos se despierten radiantes, llenos de vida, y listos para enfrentar el día con firmeza y confianza. Él quiere que nos levantemos cada mañana y digamos, “yo puedo hacer cada cosa que necesito hacer hoy día, tanto y cuanto esté en la voluntad de Dios, a través de la fortaleza de Cristo Jesús que está dentro de mí”.
No importa sí usted despierta en medio de circunstancias intimidadoras. Talvez usted tiene un trabajo difícil. Puede ser que usted esté en medio de una crisis personal o familiar. Usted todavía puede enfrentarlas en la confianza del Señor. Al fin y al cabo, Pablo no dice, “puedo hacer todas las cosas cuando las circunstancias son ventajosas”. El simplemente dice “puedo hacer todas las cosas porque Jesús me da la fortaleza para enfrentar cualquier cosa que se presente en el camino”. Esta promesa es verdadera hoy día también.
Permítame darle cuatro razones específicas para nuestra firme confianza en el Señor. Primero, nosotros tenemos la seguridad de la presencia del Señor. Filipenses 4:5 simplemente dice, “El Señor está cerca” Hebreos 13:5 promete, “«No te desampararé ni te dejaré»”. Toda la escritura testifica de las relaciones personales duraderas que Dios desea con cada uno de nosotros. Verdaderamente Él es nuestro “amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1).
Segundo, tenemos confianza por la paz de Dios. Pablo testifica de esto en Filipenses 4:7, “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Esta es una paz basada sobre el hecho que Jesús mora dentro de cada creyente por toda la vida.
Tercero, nuestra confianza está afianzada por la provisión de Dios. Filipenses 4:19 demuestra esto, “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Ciertamente nuestras necesidades son importantes para Dios, Él conoce exactamente como solventar nuestras necesidades.
Cuarto, nuestra confianza es fortalecida por el poder de Dios. Esto es clarísimo en nuestro pasaje de enfoque, Filipenses 4:13, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Pablo no deja espacio para ninguna duda aquí; Él enfáticamente cree que Jesús puede y que le capacitará para lograr cualquier cosa que el Señor haya preparado para él.
¿A la luz de todo esto, por qué nosotros a menudo perdemos nuestra confianza? Al menos puedo pensar en dos razones. La primera, escuchamos a amigos bien intencionados pero que nos dan consejos horribles y que expresan actitudes negativas. Aunque les amamos sinceramente, nuestros amigos son humanos como nosotros, y ellos nos pueden dar consejos sin sabiduría basados en las dificultades experimentadas en sus propias vidas.
La otra razón por la que perdemos la confianza es el peso de la culpa del pecado. Cuando somos sorprendidos en la culpabilidad de nuestro pecado, nos comenzamos a sentir desafortunados e indignos de recibir la fortaleza de la bendición de Dios. A veces, esta culpa es genuina, como el resultado de un pecado inconfeso. Muy a menudo, este es un sentido de culpabilidad falso, un persistente sentido de indignidad que Satanás echa en nuestros rostros, aun cuando hayamos subsanado el asunto delante de Dios. Debemos recordar que a través de la sangre de Cristo, nuestro pecado ha sido puesto aparte; nosotros podemos acercarnos al trono de Dios confiadamente con la seguridad que Él nos ama y desea capacitarnos para los desafíos de la vida.
Estas dos cosas, los consejos necios y la culpa del pecado, ambos son los ladrones utilizados por Satanás para robarnos la confianza que tenemos para clamar al Señor. En Él, tenemos el privilegio de enfrentar cada dificultad, desafío, obstáculo y adversidad con la misma firmeza expresada por Pablo. ¿Conoce usted a Jesús como Señor y Salvador? Si es así, entonces no esté temeroso de sumergirse dentro de la ilimitada riqueza y poder disponible para usted a través de Cristo. Usted, como Pablo, tiene todo el derecho de proclamar, “yo puedo hacer todas las cosas, cada cosa que Dios quiere que yo haga, no importa cuán intimidadora sea, a través de Jesucristo que vive en mi”. Esta confianza es el regalo de Dios para usted, Su hijo. ¿Por qué rechazaría usted tan poderosa oferta? Clame su Nombre hoy mismo, y camine firmemente dentro de una vida renovada, revitalizada y divinamente capacitada por Dios.
Gracias a Dios que le conocemos y podemos confiar por ello, porque hemos de El nuestro Amigo, Padre, Ayudador, Consejero y Guía Fiel, es la razón para apoyarnos y buscarle en toda necesidad, El viene presto a socorrernos y así mantenemos esa relación que El desea permanezca y sea más firme cada día, todo depende de nosotros, de buscarle en oración, de leer, meditar y guardar Su Palabra en el corazón y así vivir para El, con El y por El, gracias por haberle conocido y creer que Él es y es Galardonador de quienes le buscamos de corazón.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11
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