En este planeta muchos sobreviven, no tienen la clase de vida que nos da Jesús y por eso desconocen que es disfrutar de lo que Él nos obsequia por medio de Su sacrificio en la Cruz, de allí emana esa clase de vida que el hombre necesita, el amor, el perdón, el gozo, la paz, la Misericordia, la bondad, la humildad y la libertad que solo Él nos puede dar, te invito si en tu corazón no tienes nada de esto, que le permitas entrar y ser el Rey y Señor de tu existencia y disfrutaras de Sus bendiciones, promesas y Su compañía maravillosa, que harán que tengas una vida única.
CARTA ABIERTA
Una lágrima sobre la almohada. Pensamientos ensombrecidos. Decisiones y dudas. Mirada perdida, voz apagada. ¿Qué es lo que pasa? Es importante admitirlo: las palabras se tornan oscuras cuando la carga se hace pesada.
Escribo esta carta abierta con la deliberada intención de animarte a vivir. Sí. Leíste bien: “animarte a vivir”. Se dice mucho sobre la vida, pero sin embargo muy pocos llegan a entender – y disfrutar – lo que ella significa.
Porque vivir es amar, en el sentido afectivo pero también volitivo de la palabra. El amor es decisión; los sentimientos son gratos pero casuales visitantes que van y vienen en el transcurso de nuestra existencia.
Porque vivir es soñar, ir más allá de los límites de nuestra realidad, de lo que ven nuestros ojos físicos. Es alistar las actitudes, domar los pensamientos, y desarrollar la fe suficiente como para alcanzar lo imposible.
Porque vivir es perdonar, que es otra definición de la palabra “libertad”. Liberación del rencor, de los recuerdos amargos, y libertad para que el individuo perdonado llegue a acceder al cambio.
Porque vivir es trascender, entender que somos responsables del legado – material e inmaterial – que heredarán las generaciones siguientes. Es saber que nuestro presente determina el futuro. Es comprender, finalmente, que nuestro tránsito por el mundo es pasajero y que, tarde o temprano, dejaremos nuestros “trajes” terrenales para encontrarnos con nuestro Creador.
San Pablo escribió: “Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Cor. 4.17-18 (NVI)
Marcos Vidal, autor y compositor español, dice en una de sus canciones: “No, no te cortes aún las venas / Porque el tiempo rueda y pasa / Reconoce tus cadenas, Retrocede y vuelve a casa / Ven porque aún hay pan y hay agua / Hay un Dios y hay una manera / No te canses de Su fragua / Que la suerte es pasajera”.*
CRISTIAN FRANCO
EL PUNTO DE PARTIDA PARA UNA VIDA VICTORIOSA
Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. Romanos 5:20
Hace algunos años tuve el placer de encontrarme con un hermano perteneciente a una iglesia en la que, tiempo atrás, yo había realizado una campaña de evangelización. Después de saludarlo, le pregunté cómo le iban las cosas y cómo marchaba la iglesia. Con un rostro lleno de satisfacción, me dijo: «Estamos bien. Tenemos un nuevo pastor, y este sí cambiará la iglesia. Denuncia el pecado por su nombre. Claramente nos dice que andamos mal, que de seguir así Dios nos abandonará. Nos ha explicado que si queremos que Dios nos ame, debemos ser perfectos como lo fue Jesús».
¿Qué es realmente lo que puede llevar a una persona a vivir una vida de obediencia? ¿Decirle que Dios es un amo duro y exigente que solo está esperando que fallemos para condenarnos? ¿O decirle que, aunque fallemos, Él nos ama de tal modo que Su mensaje salvador para el pecador es: «Ni yo te condeno, vete y no peques más»?
El mensaje de la Biblia es meridiano cuando declara que el método de Dios para guiarnos a abandonar el pecado es Su Misericordia. La Suya es una misericordia incansable que da una y otra oportunidad, y después otra y otra más. Su Misericordia es tal que si siete veces al día pecase yo contra El, siempre me da Su perdón y me llama hijo Suyo.
No es fácil aceptar el amor increíblemente expansivo de Dios. Él nos ama de forma “agresiva”. El poeta Francis Thompson, ex adicto al opio, escribió acerca de su encuentro salvador con el Señor. Describió a Dios como el «Sabueso del cielo», que lo perseguía por cada vericueto y callejón de su vida y de su mente hasta que se rindió a Cristo y finalmente encontró la paz. Si huyes de Dios, El emprenderá tu persecución. Si procuras evitarlo, El perseverará tras de ti, y aunque te escondas, te encontrará.
Entender cuánto me ama Dios y que no está dispuesto a perderme porque le costé la sangre de Su Hijo es el veneno más poderoso contra el deseo de pecar. Ese pensamiento despierta el deseo de obedecer, la sumisión, el amor, la lealtad y la devoción a Dios. Su gracia es lo único que habilita para no rendirse al pecado.
Te invito a reflexionar hoy en la maravillosa gracia divina. La gracia de Jesús te hará vencedor.
Que hermoso es experimentar esa dulce Misericordia de continuo en la vida, porque el solo hecho de abrir los ojos para contemplar un nuevo día es porque Él ha derramado esa Misericordia, todo lo que nos acontece en el diario vivir es por Su Misericordia, es incomprensible el amor de Dios, sabiendo que le fallamos, que no le obedecemos, que no le buscamos en la forma que El espera, que recurrimos muchas veces a Él como último recurso, sin embargo nos sigue amando eternamente.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA