Hola mis amados:
Si a este mundo lo ha revolucionado la tecnología, los avances científicos, los satélites y lo relacionado con el espacio y cantidad de cosas más, eso es en el aspecto físico, en lo material, pero estamos llamados a ser revolucionarios espirituales como lo fue nuestro Maestro Jesucristo, por eso le seguían multitudes, porque veían que no era como los demás, sino que en Él había amor, comprensión y es la verdad, cuanto más nosotros como Sus seguidores estamos llamados a serlo en este siglo, de nosotros depende que se impacten las vidas de los demás.
REVOLUCIONANDO NUESTRA VIDA ESPIRITUAL
Lucas 9:54-56 “Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces volviéndose El, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea”.
Uno de los conceptos de Revolución es el siguiente:
• Es el cambio o transformación radical y profunda respecto al pasado inmediato.
Sin lugar a dudas el personaje que revoluciono al mundo se llama Jesucristo Rey de reyes y Señor de señores. Digo revoluciono porque cambio por completo la forma de llegar al Padre, ahora gracias a su sacrificio tenemos una entrada libre delante de nuestro Padre Celestial.
Cada uno de nosotros debería anhelar ser un revolucionario en cada una de las áreas de las cuales formamos parte. Revolucionario porque debes ser la diferencia, cambiar los modelos instaurados que no funcionan por aquellos que la Palabra Menciona y que nos llevaran a encontrar los frutos deseados.
Muchos hoy en día quieren revolucionar sus ciudades, países o continentes, pero la verdadera revolución comienza en el ámbito espiritual. Todo lo que vayamos a hacer se rige primeramente en el ámbito espiritual. Tú no puedes ser un cristiano revolucionario en tu ciudad, si antes no hubo una revolución en tu vida espiritual.
Y es que muchas veces cometemos el mismo error que cometieron algunos de los discípulos de Jesús. Algunos de ellos creyeron que el reino que venía a implantar Jesús era un reino terrenal, es decir, sacar a los romanos de sus ciudades a base de espada, a base de lucha física, ¡Pero que sorpresa se llevaron cuando se dieron cuenta que el reino que Jesús venía a implantar era espiritual y eterno!
En los versículos que leímos al inicio vemos el episodio de Jacobo y Juan en donde al no ser recibidos en una ciudad actúan de una forma poco usual, queriendo consumir esas ciudades como en su tiempo el profeta Elías lo hizo con un escuadrón de soldados. Jesús al notar su falta de visión, tuvo que reprenderlos y decirles: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”, en clara señal de que su reino era espiritual y no terrenal.
Así era Jesús, contrario a todo pensamiento humano que creía que el Mesías vendría a liberarlos del cautiverio Romano, más sin embargo El venía a librarlos de sus pecados y a permitirles una entrada directa al Padre por medio de su sacrificio.
Fue así como la Revolución de Jesús era espiritual, venia demostrar que se podía vivir en santidad y bajo la voluntad de Dios, nos dio cátedra de cómo vivir la vida y de cómo no cometer pecados, de cómo ser tentados en todo, pero no pecar. Sin duda el mejor ejemplo que podemos tener.
Su revolución fue tal que hasta los mismos alguaciles enviados para capturarlo, no podían hacerlo, pues sus palabras eran tan llenas de poder que no quedaba más que creer en lo que decía, leamos Juan 7:45-47 “Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! Entonces los fariseos les respondieron: ¿También vosotros habéis sido engañados?”.
El cambio que Jesús estaba dando a la humanidad era tal que las personas quedaban sorprendidas de Su sabiduría y de Sus palabras, sin lugar a dudas algo que marcaría de por vida a la humanidad. Al igual que Jesús todos aquellos que anhelamos revolucionar nuestras ciudades y países, tenemos que tomar nota de esta cualidad especial, nuestro hablar tiene que ser semejante al de Jesús, para que las personas al oírnos puedan ver la imagen de Cristo reflejada en nuestra vida.
Otra cualidad para aquellos que quieren revolucionar sus ciudades y países es que su testimonio es decir lo que hacen, tiene que testificar de quien son y de donde proceden. La revolución que Jesús estaba provocando era tal, que las personas al ver las maravillas que Jesús hacia no les quedaba de otra que creer en El, Juan 10: 40-42 dice: “Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí. Y muchos venían a Él, y decían: Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de Este, era verdad. Y muchos creyeron en El allí”.
Un Revolucionario es aquel que está dispuesto a transformar radicalmente a la humanidad, ¿Estaremos nosotros dispuestos a ser revolucionarios?, si es así, entonces comencemos a revolucionar nuestra vida espiritual, cosechemos una vida diaria de oración, una vida diaria de lectura y estudio de la Palabra de Dios, congreguémonos regularmente, sirvamos al Señor, ayunemos, vigilemos, hagamos cosas que nos ayuden a crecer espiritualmente y realizar una completa revolución a nuestra vida espiritual.
Luego que revolucionemos espiritualmente, entonces estaremos listos para revolucionar nuestras ciudades, países y continentes, no puedes comenzar a construir un edificio desde el techo hacia los cimientos, tienes que cimentarlos para que de último puedas construir el techo.
Jesús nos dio ejemplo de una revolución espiritual que influencio terrenalmente a tal punto que el mismo Juan escribió en el evangelio: “Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. Amén.” (Juan 21: 25)
¿Queremos hacer ser la revolución de nuestras ciudades, países o continentes?, entonces comencemos por revolucionar nuestra vida espiritual. Ya no es hora de estar pasivos, es hora de despertar del sueño y comenzar a provocar una REVOLUCIÓN.
Autor: Enrique Monterroza
LA MEDIDA DE LA MADUREZ ESPIRITUAL
En esto me gozo, y me gozaré aún. (Filipenses 1:18)
Puede medirse la madurez espiritual de un creyente por lo que puede quitarle el gozo. El gozo es un fruto de una vida guiada por el Espíritu (Gá. 5:22). Debemos regocijarnos siempre (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo, de modo que no debe haber ningún momento en el que no estemos regocijándonos de alguna manera.
El cambio, la confusión, las pruebas, los ataques, los deseos insatisfechos, el conflicto y las relaciones tirantes pueden quitarnos el equilibrio y despojarnos del gozo si no tenemos cuidado. Entonces hemos de llorar como el salmista: “Vuélveme el gozo de Tu salvación” (Sal. 51:12).
Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn. 16:33), y el apóstol Santiago dijo: “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stg. 1:2). Dios tiene Su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita el gozo. A fin de mantener nuestro gozo debemos asumir la perspectiva de Dios respecto a nuestras pruebas. Cuando nos rendimos a la obra de Su Espíritu en nuestra vida, no nos agobiarán nuestras dificultades.
Que bendición poder sentir, expresar y vivir en el gozo que nos ha sido dado como fruto del Espíritu de Dios, contra él no hay nada creado que pueda apagarlo, por esa razón no permitas que lo externo venga a hacerte menguar en el gozo del Señor, porque este es eterno y lo más especial es que en medio de pruebas, sufrimientos y problemas, podemos gozarnos en el Señor que está a nuestro lado, que jamás nos abandona y que desea siempre lo mejor para nosotros, son razones más que suficientes para vivir con una sonrisa en los labios y con el corazón henchido de ese gozo inefable.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA
MÉTELA EN TU CORAZÓN
Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo. Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-
"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"
Salmo 119:11