La lluvia es prototipo de la bendición, de la respuesta divina, de la protección que nos brinda el Altísimo, de la necesidad que tenemos y de todo aquello que podamos anhelar con vehemencia, así como el labrador no cesa en cuidar la siembra sabiendo que la lluvia hará que brote la semilla, de esa misma forma la fe nuestra debe llevarnos a esperar que el Señor no tarda, que siempre está a nuestro lado y que traerá lo que necesitamos, Él es Fiel y Justo y como nos ama más que nadie en el mundo jamás nos defraudara.
HAZ LLOVER
“La tierra a la cual pasáis es tierra, que bebe las aguas de la lluvia del cielo.....
Tierra de la cual el Señor tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos del Señor tu Dios, desde el principio del año hasta el fin….
Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía, y recogerás tu grano, tu vino, y tu aceite “(Dt 11. 10-14)
Desde los comienzos de la historia, la lluvia, ha sido la bendición esperada. El regalo anhelado del cielo.
La ley de la siembra y la cosecha es un tema recurrente en la biblia y en la historia misma del hombre, y sus ciclos, dependen de la lluvia.
La lluvia temprana en Israel, nutría la tierra preparando la siembra, y la tardía, a finales del otoño y comienzos de la primavera fortalecía la cosecha.
El agua pura del cielo marcaba el cuidado y amor de Dios hacia la tierra escogida, y hacia el hombre a través de los siglos.
En el terreno espiritual, los campos son naciones que esperamos vean la Gloria de Dios y su amor.
Y Su lluvia, la provisión siempre disponible de salvación, perdón, y restauración.
Como la suave lluvia de verano que refresca un día agobiante, ó como la lluvia torrencial que produce flores en los desiertos, así, Dios manda Su lluvia a Su tiempo sobre nuestras vidas, abriendo para nosotros los recursos del cielo.
Conozcamos al Señor; vayamos tras su conocimiento.
Tan cierto como que sale el sol,
El habrá de manifestarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la lluvia de primavera que riega la tierra.(Oseas 6.3 NVI)
Vivimos un tiempo muy especial. En medio de la oscuridad de una historia que agota sus últimas hojas y recursos, el Sol de Justicia está pronto para brillar.
Pero antes, vendrá el tiempo de la cosecha. La mayor cosecha de corazones rendidos ante el Dios de toda la tierra, se aproxima.
Y muchos verán la luz de Dios, y Su amor incondicional los envolverá.
Para que eso ocurra, las puertas del cielo deben abrirse, y la lluvia tardía, venir.
Eleva tus ojos y manos al cielo, el único lugar de donde vendrá tu socorro, y pide, que venga sobre tu vida, tu familia, tu ciudad, la lluvia de Dios.
Y cada día que siga, aun en medio de los problemas, mantén tu rostro levantado, expectante de ser mojado por las gotas que te lavaran, y darán sentido a tu vida.
DIOS TE DICE
Tú no estás solo, jamás lo has estado y nunca lo estarás. Dios está contigo en cada segundo de tu vida, más cerca que tus propios pensamientos. Sólo es tu idea la que te hace creer que Dios te puede abandonar, pero esto es imposible. Te voy a explicar: Dios está en el aire que estás respirando y te da la vida. Si te pones, la mano en el corazón, verás que ese latido de vida es Dios en tu corazón. El sol que nos viene a alumbrar cada mañana es una bendición de Dios para ti, para que vivas y seas feliz.
¡Tú no tienes por qué estar triste nunca! El estado natural del hombre es la alegría, lo que pasa es que vivimos quejándonos por todo lo malo, en vez de dar gracias por todo lo que tenemos y esto nos pone tristes. Comienza ya a dar gracias por el aire que respiras, por cada objeto de vestir o de adorno que llevas en el cuerpo, por la cama que tienes, por cada pedacito de comida que te llevas a la boca, por cada canción que te sabes.
Cada vez que pienses en quejarte, busca algo por lo cual dar gracias a Dios. Acostúmbrate a decir por todo "Gracias Padre". Tú vas a ver como tu mundo va a cambiar. Comienza a sonreírle a todo, y no importa lo que te diga la gente, es mejor sonreír que estar mal encarado. Sonríele al mundo y verás que el mundo te sonreirá también.
El rencor y el odio son la madre de la infelicidad. Comienza a perdonar ya a todo el mundo, no importa lo que te hayan hecho o dicho, eso es problema del que condena; el tuyo es el de perdonarlos. Diles: Te doy mi amor y mi perdón. Si hablan mal de ti, te critican o te condenan, eso no importa, de los más grandes seres se han dicho las peores cosas. Piensa: Si eso lo dicen, ¿dónde está lo que hacen? Yo soy un ser que hago y sólo me entiendo con los que hacen y no con los que dicen. Decir, cualquiera dice: para hacer hay que saber y yo soy un ser de acción.
Si has perdido algo o te han robado, eso tampoco importa. Acuérdate que lo verdaderamente valioso y eterno en ti nadie te lo puede quitar. Es tu Ser y tu derecho soberano de sentir y pensar. "Lo maravilloso de cuando se pierde es que siempre nos queda Dios".
Acostúmbrate a bendecir en vez de maldecir o decir malas palabras y verás que las cosas se transforman. Di constantemente a todas las cosas y a todas las personas, no importa lo que sean, hagan o digan, "Dios te Bendice". Cada vez que no sepas qué hacer y estés desesperado y no te acuerdes de nada, repite simplemente el nombre de Dios tantas veces como te sea necesario y verás milagros.
Amén
Si el Señor está a nuestro lado no hay razón a temer nada, a dar lugar al temor, la duda o el afán, porque si vamos de Su mano nos ayudara en todo y proveerá lo que nos haga falta, que de nuestra boca salga siempre la gratitud porque Él nos regala un nuevo día cada vez que abrimos los ojos al despertar, viene este con nuevas Misericordias y no nos dejara jamás, por más que sea difícil lo que estemos afrontando, por eso adorémoslo al saber que es el Único digno de ello y que nadie nos ama como el Señor.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA