martes 25 de mayo de 2010
by DraCaroline
| Posted in
amenazado,
ANSIEDAD,
aprobación,
autocastigo,
crítica,
humillación,
MASOQUISTA,
miedo,
pasividad,
profecías
autocumplidas,
rape,
VERGüENZA,
violación
Mary asi la llamaremos, es una mujer de
edad mediana, separada de su esposo, y una vez le acepto la invitación
de un compañero estudiante de llevarla a casa después de clases en la
universidad local. Cuando llearon al edificio de departamentos, Mary le
dijo "Te invitaría un cafe, pero estoy
muy cansada y tengo que levantarme temprano para ir a trabajar".
Su compañero dijo que le dejara entrar que no estaría mucho tiempo pero
ella objetó. Entonces él le pidió el baño antes de irse a su casa. Mary
dudó pero bueno se sintió obligada por lo menos se sintió que le debía
esa cortesía. Después de usar el baño, él le exigió un beso a ella pero
se resistió, entonces la tiró al piso y la violó. Ella lloró muchísimo
toda la noche y en medio de la noche me llamó rehúsandose a hablar con
la policía o ir al hospital como le solicité de emergencia que lo
hiciera. De hecho, ella ya se había bañado y retirado toda evidencia del
asalto. El hombre, ella dijo, le había dicho que ya que estaba separado
de su esposos, la policía nunca le creería- y que él negaría todo cargo
de violación.
Estos ejemplos indican, que el masoquismo puede
provocar relativamente una menor metida de pata social o llevar a una
situación de vida o muerte. Puede surgir en cualquier circunstancia, en
cualquier momento que la ansiedad provoque a una persona masoquista a
responder a una amenaza percibida o interna que no tiene una base en la
realidad.
La ansiedad tiene su origen en las experiencias que se
vivieron durante la niñez con adultos de importancia, figuras que son
ahora los fantasmas que se insinúan ellos mismos en las personas que
encontramos en nuestras vidas adultas. Los masoquistas constantemente
responden al presente como si estuviera pasando en el pasado,
participando en una especie de teatro de sombras en la cual las personas
no son lo que ellos aparentan ser. Lo que constituía una respuesta
apropiada para un niño enfrentándose a un padre es inapropiado cuando
ocurren por ejemplo, entre un empleado y su jefe, un doctor y su
paciente, un esposo y esposa. Lo que fue necesario para un niño en su
infancia como una conducta adaptativa ahora se convierte en un terrible
lastre cuando continúa en la adultez.
La masoquista se disculpa
rápidamente porque asume que siempre está equivocada. Una paciente mía
lo puso de esta forma: "Sé que no he
hecho nada malo, pero es como si estuviera esperando constantemente una
acusación". Otra dijo " Si algo anda mal, de pronto pienso que
tiene que ver conmigo". El masoquista escoge el autocastigo en la
creencia de que así se librará de un peor destino. Ella es incapaz de
decir no porque desea la aprobación de los demás, de hecho
desesperadamente lo desea, y no puede arriesgarse a ofenderlos. Tiene
miedo a la autoridad, una cualidad que atribuye a cualquiera: un mesero
en un restaurante o un empleado en una tienda. No tiene un sentido de
sus propios derechos, o su propia valía, ni tiene la capacidad para
desarrollar su propio punto de vista. Por todo esto, ella depende de las
otras personas. Y en la aceptación de su dolor que se generan por estos
déficits, ella es completamente pasiva. Ella acepta el sufrimiento como
parte de ella.
En el proceso de comunicación, el uso de palabras
autodestructivas, es la clave para este sistema de autocastigo, el
mecanismo por el cual la masoquista señala a otras personas y genera una
especie de retroalimentación cibérnetica que garantiza que el dolor
continuará.
Recuerdo que estaba en un Congreso de Salud Mental
en México hace años atrás y en el receso me dirigí alrededor del
auditorio para apreciar los diseños de los corredores cuando de pronto
me ví al lado de una jovencita. La chica me miró y me dijo "Estoy obstaculizando la pared". Le
dije "¿perdón? dudosa si había escuchado correctamente.
Me
repitió "Estoy obstaculizando la
pared".
"¡Oh!
Noté que tanto su actitud forzada y su expresión eran peculiares.
Después me excusé y seguí mi camino.
Esta fué una comunicación
masoquista por excelencia. Contenía una abierta declaración de
vulnerabilidad e impotencia y una solicitud imperiosa de compasión: Estoy obstaculizando la pared...soy un
tapiz...me siento humillada...me siento sola...¿quién hablaría conmigo?
indicaban los sentimientos invertidos de grandiosidad de la joven: Ella
se sentía el centro negativo de atención; sentía que todos los ojos
estaban sobre ella, criticando su humillante soledad. Fue estrictamente
defensivo: Me advirtió de su debilidad y buscaba compasión con el
propósito de alejarla de la crítica y el odio que esperaba. Y fue
inútil: su expresión no me hizo quedarme; me hizo alejarme y dejarla
sola nuevamente. No quería que esto convirtiera este tiempo libre en
una respuesta terapeútica, y ella me hizo sentirme segura de que no me
alegraría conversar con ella.
Esta mujer preocupada de sus
defensas internas no tenía un claro sentido de la realidad. Si me
hubiera hablado de música, del concierto en el auditorio, la
conferencia, del mismo congreso o aún de las comidas mexicanas
-cualquier cantidad de cosas hubiera hecho que me hubiera quedando
hablando con ella. En lugar de eso, su autoprofecía se había cumplido.
Se sentía sola y culpable por ser así, percibiendo su soledad como el
reflejo de su propia autovalía. Creía que los demás lo verían también
así. En base a esa creencia y la anticipación de la crítica, se defendía
ofreciendo una expresión de soledad -Estoy pegada en la pared-
haciéndolo más obvio. ¿Imagínense si un hombre violador percibiera con
su sexto sentido a estas pobres mujeres masoquistas ? Hubiera percibido
la autoconciencia de esta mujer y su soledad y se la hubiera llevado
después del concierto.
Dios me los guarde y proteja, sigan
enviando sus consultas gratis a dracaroline@dracaroline.com que con
cariño y respeto orientaré.
Hasta el próximo mensaje
DraCaroline