Hola mis amados:
Muchas veces caemos en el error de hacer lo que la mayoría de las personas hace, pero no analizamos bien si es correcto o no, algunas minorías pueden equivocarse también, porque no es el numero lo que garantiza que es lo que debemos hacer, sino lo que esta en la Palabra de Dios que es la luz que nos muestra por donde debemos andar, apartémonos de lo que no conviene y vivamos para el Señor.
NI MAYORÍA NI MINORÍA
El filósofo y premio Nóbel inglés Bertrand Russell (1872-1970) cuenta un relato de su infancia, relacionado con una Biblia que había recibido de su querida abuela.
En la primera página de la Biblia, su abuela había anotado sus versículos preferidos. Uno de ellos era: “No seguirás a los muchos para hacer el mal” (Éxodo 23: 2).
El principio que proporcionó esa mujer a su nieto todavía es digno de atención. Vivimos un tiempo en el que muchos siguen el lema: “Justo es lo que la mayoría quiere”. Pero, a menudo ¡qué error fatal es éste!.
Cuántas veces la opinión pública se apoya en fundamentos subjetivos o sentimentales, o es dictada por puras inclinaciones egoístas, de modo que no es de extrañar que la justicia y la moral salgan perdiendo.
Mientras el ser humano se toma a si mismo y a sus intereses como escala para valorar la justicia y la injusticia, para Dios, él obra de manera “impía”.
En la medida en que los hombres dejan de tener en cuenta la voluntad de Dios, aumentan “los impíos” y las transgresiones.
Pero no basta con pertenecer a una minoría, también ellas pueden equivocarse. Se debe formar parte de los que procuran hacer la voluntad de Dios, pues “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2: 17).
Esa voluntad se halla en la Palabra de Dios, la Escritura, y con la guía del Espíritu Santo. Jesucristo, el verdadero justo, pudo decir: “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10: 7).
En este tiempo de los últimos días abundan los engañadores que pervierten la verdad atrayendo a las mayorías a vergonzosas aberraciones.
"Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen" (Romanos 1: 28).
El seguir la corriente de la mayoría o la minoría, no nos garantiza el acierto; Cristo es el camino, la verdad y la vida.
"Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan" (Mateo 7: 13-14).
Jesucristo hizo la voluntad del que le envió y nos llama a todos a hacer la voluntad de Dios.
"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12: 1).
ALLÍ VIVO YO
Un viajero que visita un país extranjero se entera de que el lugar al que quiere ir se halla al final de un camino de montaña particularmente peligroso.
Un guía le ofrece sus servicios. Antes de contratarlo, el viajero le pregunta: – ¿Ya fue usted a esa aldea?
–No, –contesta el guía, pero ya fui hasta la mitad del camino y varios amigos me describieron el resto.
Nuestro amigo rehúsa su proposición e interroga a otro guía:
–¿Conoce usted esa aldea a la que tengo que ir?
–No, pero la vi de lejos, desde la cima de una montaña.
Nuevo rechazo. Le hace la misma pregunta a un tercer guía, quien responde:
–Señor, en esa aldea vivo yo.
Finalmente nuestro viajero puede confiar en ese guía.
Esta pequeña historia nos lleva a reflexionar: ¿Quién puede mostrarnos el camino hacia Dios? La Biblia responde: sólo aquel que vino de Dios puede llevarnos a él.
Nadie podía hablarnos con verdad de las cosas divinas; están más allá del dominio humano. Por eso Dios se reveló en la persona de Jesucristo. Dios nos habló por su Hijo. Jesús es el supremo guía; sólo en el podemos confiar.
Jesucristo descendió del cielo, para darnos a conocer a Dios y mostrarnos el camino de vida.
"Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo" (Juan 3: 13).
Teniendo la guía de Dios, no debemos de escuchar a otros falsos guías.
"Y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo" (Mateo 15: 14b).
Jesús es el camino al Padre, todos los demás caminos conducen a la muerte.
"Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar" (Mateo 11: 27).
No hay nada mejor que saber el camino hacia donde nos dirigimos, porque muchos pueden conocer algo pero la certeza solo la tenemos en Jesus que es el único camino al Padre y que no nos extraviaremos jamas por ahí, Su guianza nos garantiza que llegaremos a la presencia de Dios si somos obedientes.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA