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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 23/02/2012 19:05




Hola mis amados:


Cuando se es niño no comprendemos muchas cosas que siendo adultos si, por eso es necesario crecer para aprender, cuando se esta en dificultades o necesidades, muchas veces las vemos enormes que nos aplastaran, pero si Dios es Grande y Poderoso, esas cosas ya son pequeñas y El Soberano sobre todo.


¿GRANDE?   


Cada vez que regreso a la casa de mis abuelos soy presa fácil del asombro. Observo las paredes, contemplo el jardín, admiro las rejas de la entrada. Por momentos me invade una sensación extraña: sé que es el mismo sitio en donde crecí, pero sin embargo hay algo que me hace entrar en duda…

Construir “castillos”, trepar aquel “frondoso” árbol, patinar “kilómetros” en clara competencia con mi hermano… un mundo lleno de fantasías, ilusiones y juegos infantiles. Un lugar en el que todo era posible gracias a la imaginación. Un espacio cuya realidad era magnificada mediante la “lupa” de la niñez.

Lo llamativo es que aquellas cosas que antes me parecían enormes, hoy – a través de los ojos de la adultez – se han transformado en algo de dimensiones mucho menores.

Es un secreto a voces que durante nuestro desarrollo hacia la madurez se abren nuevos panoramas. Se trata de algo gradual, es cierto, pero al fin y al cabo es un proceso a través del cual adquirimos diversas perspectivas que nos hacen cambiar, crecer y finalmente llegar a la autonomía que nos convertirá en personas adultas. O por lo menos así debería ser.

La aventura de la vida implica un cúmulo intenso de emociones, sentimientos, desafíos, sorpresas, tentaciones, problemas, soluciones, fracasos y victorias. El paisaje por momentos podrá presentarse escarpado y peligroso; otras veces – tal vez la mayoría de ellas – llegaremos a caminar por el rutinario sendero de una llanura; y en otras ocasiones quizás tendremos que atravesar valles cuya realidad nos tentará a entregarnos al desánimo y la frustración.

¿Cómo enfrentamos esta realidad cotidiana? ¿Logramos superar los obstáculos?

Los Salmos se refieren a Dios de esta manera: “Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada, porque tú eres mi pastor y siempre estás a mi lado; me guías por el buen camino y me llenas de confianza”. Salmo 23.4 (TLA).

La actitud que cultivemos cada día será la clave del éxito… o el factor de la derrota.

¡Y pensar que aquello que durante mi niñez consideraba grande e imposible hoy me resulta pequeño y asequible!


SABER


"Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez." Filipenses 4:12 (NVI)

Escuchaba a un profesional que definía cuatro actitudes típicas de las personas frente a la vida. Y decía que en mayor o menor medida, todos nos encasillamos en alguna de estas cuatro actitudes. Si bien puede ser que combinemos algunas, y que nada sea permanente, hay una actitud que tiene preponderancia sobre las otras. 

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está mal. Es quien termina suicidándose. Una visión extremadamente negativa y oscura de su realidad personal y de la realidad que lo rodea. Vive amenazado por su entorno y por sus propios fantasmas. Es insano.

Está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está mal. Es el típico psicópata que intenta cambiar al mundo, porque está equivocado. Alguien orgulloso, egocéntrico, autoritario. Es el típico ejemplo del asesino serial o el dictador, que no acepta otra visión que la suya propia. No puede admitir a alguien que piense distinto. También es insano.

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está bien. Es el típico sujeto depresivo. En su comparación continua, todo el resto funciona correctamente y su vida es un cúmulo de infelicidades, frustraciones e insatisfacciones. Vive en una queja y angustia constante, incapaz de disfrutar algo bueno que le pase. También es insano.

Finalmente, está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está bien. Es aquella persona que puede enfrentar la vida con una actitud positiva y creativa. Que tiene la capacidad y la habilidad para superar los problemas que se le presentan y encuentra una razón para continuar, a pesar de las dificultades. No es un necio que no ve la realidad. Simplemente no se deja dominar por ella.

Es lo que podía decirle Pablo a los filipenses. No estaba en Cancún de vacaciones, estaba en una cárcel. Pero en lugar de suicidarse, protestar contra el sistema o deprimirse, Pablo recalca este mensaje de esperanza y abundancia: Se estar bien. No me afectan las circunstancias, porque Dios está por sobre las circunstancias. Lo que estaba diciendo Pablo era, que el problema no era el problema, sino lo que él hacía con el problema.


Que mensaje más especial, nos enseñan de estas cuatro clases de personas que reaccionan de diferente manera ante los problemas, que estemos en la última y recordemos que Pablo estando en  una prisión no se dejó llevar por la situación, sino que dejo que Dios se encargara de ella, que las circunstancias no nos muevan de la Roca que es Cristo el cual tiene todo bajo control.


Los amo y bendigo en Jesucristo.


MAGNOLIA

 

                               


 

MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11

 

 
 
 




Hola mis amados:


Cuando se es niño no comprendemos muchas cosas que siendo adultos si, por eso es necesario crecer para aprender, cuando se esta en dificultades o necesidades, muchas veces las vemos enormes que nos aplastaran, pero si Dios es Grande y Poderoso, esas cosas ya son pequeñas y El Soberano sobre todo.


¿GRANDE?   


Cada vez que regreso a la casa de mis abuelos soy presa fácil del asombro. Observo las paredes, contemplo el jardín, admiro las rejas de la entrada. Por momentos me invade una sensación extraña: sé que es el mismo sitio en donde crecí, pero sin embargo hay algo que me hace entrar en duda…

Construir “castillos”, trepar aquel “frondoso” árbol, patinar “kilómetros” en clara competencia con mi hermano… un mundo lleno de fantasías, ilusiones y juegos infantiles. Un lugar en el que todo era posible gracias a la imaginación. Un espacio cuya realidad era magnificada mediante la “lupa” de la niñez.

Lo llamativo es que aquellas cosas que antes me parecían enormes, hoy – a través de los ojos de la adultez – se han transformado en algo de dimensiones mucho menores.

Es un secreto a voces que durante nuestro desarrollo hacia la madurez se abren nuevos panoramas. Se trata de algo gradual, es cierto, pero al fin y al cabo es un proceso a través del cual adquirimos diversas perspectivas que nos hacen cambiar, crecer y finalmente llegar a la autonomía que nos convertirá en personas adultas. O por lo menos así debería ser.

La aventura de la vida implica un cúmulo intenso de emociones, sentimientos, desafíos, sorpresas, tentaciones, problemas, soluciones, fracasos y victorias. El paisaje por momentos podrá presentarse escarpado y peligroso; otras veces – tal vez la mayoría de ellas – llegaremos a caminar por el rutinario sendero de una llanura; y en otras ocasiones quizás tendremos que atravesar valles cuya realidad nos tentará a entregarnos al desánimo y la frustración.

¿Cómo enfrentamos esta realidad cotidiana? ¿Logramos superar los obstáculos?

Los Salmos se refieren a Dios de esta manera: “Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada, porque tú eres mi pastor y siempre estás a mi lado; me guías por el buen camino y me llenas de confianza”. Salmo 23.4 (TLA).

La actitud que cultivemos cada día será la clave del éxito… o el factor de la derrota.

¡Y pensar que aquello que durante mi niñez consideraba grande e imposible hoy me resulta pequeño y asequible!


SABER


"Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez." Filipenses 4:12 (NVI)

Escuchaba a un profesional que definía cuatro actitudes típicas de las personas frente a la vida. Y decía que en mayor o menor medida, todos nos encasillamos en alguna de estas cuatro actitudes. Si bien puede ser que combinemos algunas, y que nada sea permanente, hay una actitud que tiene preponderancia sobre las otras. 

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está mal. Es quien termina suicidándose. Una visión extremadamente negativa y oscura de su realidad personal y de la realidad que lo rodea. Vive amenazado por su entorno y por sus propios fantasmas. Es insano.

Está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está mal. Es el típico psicópata que intenta cambiar al mundo, porque está equivocado. Alguien orgulloso, egocéntrico, autoritario. Es el típico ejemplo del asesino serial o el dictador, que no acepta otra visión que la suya propia. No puede admitir a alguien que piense distinto. También es insano.

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está bien. Es el típico sujeto depresivo. En su comparación continua, todo el resto funciona correctamente y su vida es un cúmulo de infelicidades, frustraciones e insatisfacciones. Vive en una queja y angustia constante, incapaz de disfrutar algo bueno que le pase. También es insano.

Finalmente, está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está bien. Es aquella persona que puede enfrentar la vida con una actitud positiva y creativa. Que tiene la capacidad y la habilidad para superar los problemas que se le presentan y encuentra una razón para continuar, a pesar de las dificultades. No es un necio que no ve la realidad. Simplemente no se deja dominar por ella.

Es lo que podía decirle Pablo a los filipenses. No estaba en Cancún de vacaciones, estaba en una cárcel. Pero en lugar de suicidarse, protestar contra el sistema o deprimirse, Pablo recalca este mensaje de esperanza y abundancia: Se estar bien. No me afectan las circunstancias, porque Dios está por sobre las circunstancias. Lo que estaba diciendo Pablo era, que el problema no era el problema, sino lo que él hacía con el problema.


Que mensaje más especial, nos enseñan de estas cuatro clases de personas que reaccionan de diferente manera ante los problemas, que estemos en la última y recordemos que Pablo estando en  una prisión no se dejó llevar por la situación, sino que dejo que Dios se encargara de ella, que las circunstancias no nos muevan de la Roca que es Cristo el cual tiene todo bajo control.


Los amo y bendigo en Jesucristo.


MAGNOLIA

 

                               


 

MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11

 

 
 
 




Hola mis amados:


Cuando se es niño no comprendemos muchas cosas que siendo adultos si, por eso es necesario crecer para aprender, cuando se esta en dificultades o necesidades, muchas veces las vemos enormes que nos aplastaran, pero si Dios es Grande y Poderoso, esas cosas ya son pequeñas y El Soberano sobre todo.


¿GRANDE?   


Cada vez que regreso a la casa de mis abuelos soy presa fácil del asombro. Observo las paredes, contemplo el jardín, admiro las rejas de la entrada. Por momentos me invade una sensación extraña: sé que es el mismo sitio en donde crecí, pero sin embargo hay algo que me hace entrar en duda…

Construir “castillos”, trepar aquel “frondoso” árbol, patinar “kilómetros” en clara competencia con mi hermano… un mundo lleno de fantasías, ilusiones y juegos infantiles. Un lugar en el que todo era posible gracias a la imaginación. Un espacio cuya realidad era magnificada mediante la “lupa” de la niñez.

Lo llamativo es que aquellas cosas que antes me parecían enormes, hoy – a través de los ojos de la adultez – se han transformado en algo de dimensiones mucho menores.

Es un secreto a voces que durante nuestro desarrollo hacia la madurez se abren nuevos panoramas. Se trata de algo gradual, es cierto, pero al fin y al cabo es un proceso a través del cual adquirimos diversas perspectivas que nos hacen cambiar, crecer y finalmente llegar a la autonomía que nos convertirá en personas adultas. O por lo menos así debería ser.

La aventura de la vida implica un cúmulo intenso de emociones, sentimientos, desafíos, sorpresas, tentaciones, problemas, soluciones, fracasos y victorias. El paisaje por momentos podrá presentarse escarpado y peligroso; otras veces – tal vez la mayoría de ellas – llegaremos a caminar por el rutinario sendero de una llanura; y en otras ocasiones quizás tendremos que atravesar valles cuya realidad nos tentará a entregarnos al desánimo y la frustración.

¿Cómo enfrentamos esta realidad cotidiana? ¿Logramos superar los obstáculos?

Los Salmos se refieren a Dios de esta manera: “Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo de nada, porque tú eres mi pastor y siempre estás a mi lado; me guías por el buen camino y me llenas de confianza”. Salmo 23.4 (TLA).

La actitud que cultivemos cada día será la clave del éxito… o el factor de la derrota.

¡Y pensar que aquello que durante mi niñez consideraba grande e imposible hoy me resulta pequeño y asequible!


SABER


"Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez." Filipenses 4:12 (NVI)

Escuchaba a un profesional que definía cuatro actitudes típicas de las personas frente a la vida. Y decía que en mayor o menor medida, todos nos encasillamos en alguna de estas cuatro actitudes. Si bien puede ser que combinemos algunas, y que nada sea permanente, hay una actitud que tiene preponderancia sobre las otras. 

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está mal. Es quien termina suicidándose. Una visión extremadamente negativa y oscura de su realidad personal y de la realidad que lo rodea. Vive amenazado por su entorno y por sus propios fantasmas. Es insano.

Está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está mal. Es el típico psicópata que intenta cambiar al mundo, porque está equivocado. Alguien orgulloso, egocéntrico, autoritario. Es el típico ejemplo del asesino serial o el dictador, que no acepta otra visión que la suya propia. No puede admitir a alguien que piense distinto. También es insano.

Está el que dice: Yo estoy mal y el mundo está bien. Es el típico sujeto depresivo. En su comparación continua, todo el resto funciona correctamente y su vida es un cúmulo de infelicidades, frustraciones e insatisfacciones. Vive en una queja y angustia constante, incapaz de disfrutar algo bueno que le pase. También es insano.

Finalmente, está el que dice: Yo estoy bien y el mundo está bien. Es aquella persona que puede enfrentar la vida con una actitud positiva y creativa. Que tiene la capacidad y la habilidad para superar los problemas que se le presentan y encuentra una razón para continuar, a pesar de las dificultades. No es un necio que no ve la realidad. Simplemente no se deja dominar por ella.

Es lo que podía decirle Pablo a los filipenses. No estaba en Cancún de vacaciones, estaba en una cárcel. Pero en lugar de suicidarse, protestar contra el sistema o deprimirse, Pablo recalca este mensaje de esperanza y abundancia: Se estar bien. No me afectan las circunstancias, porque Dios está por sobre las circunstancias. Lo que estaba diciendo Pablo era, que el problema no era el problema, sino lo que él hacía con el problema.


Que mensaje más especial, nos enseñan de estas cuatro clases de personas que reaccionan de diferente manera ante los problemas, que estemos en la última y recordemos que Pablo estando en  una prisión no se dejó llevar por la situación, sino que dejo que Dios se encargara de ella, que las circunstancias no nos muevan de la Roca que es Cristo el cual tiene todo bajo control.


Los amo y bendigo en Jesucristo.


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Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

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