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†☼♥REFLEXIONES♥†♥ : LENGUAJE DE LOS OJOS. Y ¿DE QUIEN ES LA CASA?
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 07/03/2012 11:43

 
 
 
         
              
Hola mis amados:

En el mundo hay muchos lenguajes y diversidad de formas de comunicarse, pero lo que expresan los ojos de cada persona es algo unico porque habla desde el interior, por eso sin palabras nos dicen mas que escuchar las mas dulces silabas de amor, si eso lo manifiestan los hombres para cautivar al ser amado, cuanto mas Dios que es Amor y que nos ama eternamente, es la razon para que cada dia fijemos los ojos en El para recibir Su acariciante mirada llena de ternura infinta que solo El puede expresar por nosotros.

LENGUAJE DE LOS OJOS.

Hay una palabra que parece resumir la esencia deluniverso, del alma humana, de la vida misma y… delcorazón de Dios. Esa palabra breve en todos los idiomas del mundo es: Amor.
El amor es la fuerza que mueve la rueda de la existencia, es el perfume de la vida, el bálsamo de todas las heridas, la savia generosa de la auténtica felicidad. No se equivocaba Quevedo cuando decía: “El amor es la última filosofía de la tierra y del cielo”.
En cierta ocasión, al terminar una conferencia en laciudad de Lima, una señora de distinguido aspecto se acercó para conversar conmigo,amablemente la escuché su caso no era nada simple, su problema desconcertante, su preocupación evidente.
Ella quería que yo hablara con su hijo para disuadirlo de lo que consideraba una locura. Lo que sucedía era que el muchacho se había enamorado de una señorita que aparentemente no era del agrado de su madre.
Al preguntarle con sinceridad si la muchacha no era digna o tenía antecedentes que la desacreditaban, o alguna otra razón excluyente, ella me detuvo diciéndome que la chica era excelente, pero su historia era triste, una historia escrita sobre una silla de ruedas. .. la muchacha era paralítica.
Por eso la madre razonablemente suponía que un romance en esas condiciones jamás podría darle a su hijo la felicidad que ella ambicionaba para él. Intrigado le pregunté cuál era el argumento que su hijo esgrimía cuando lo enfrentaba con la realidad, y ella me respondió algo aturdida: “Siempre me dice lo mismo, siempre me responde lo mismo… ¡Ah! mamá, es que tú no has visto sus ojos, tú no has visto sus ojos, si los vieras, no hablarías así”.
Demás está decir que me negué a interferir en los nobles sentimientos del maduro joven, que juzgue la vida si estaba o no equivocado. Lo cierto era que aquel muchacho había encontrado en unos ojos dulces, que le acariciaban el alma, el misterio inexplicable del amor; una mirada célica, cálida, pura, transparente, había encendidoen su pecho un sentir irrenunciable. Para él no había dudas, la silla  de ruedas se hacía una sombra cuando la luz de unos ojos sin nubes le iluminaban el sendero hacia su destino.
¡Qué poder cautivante y sublime se compendia en una mirada! El alma misma se escapa en los ojos, ojos que dicen sin palabras, con la elocuencia del silencio, de la actitud delcorazón.
“Mirad a mi —dice el Señor— y sed salvos todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios y no hay más”. ¡Maravillosa invitación!, ¡suprema mirada! Deja que tus ojos te ganen la eternidad, ciérralos para mirar el drama inolvidable de la cruz, ábrelos para contemplar la hermosura de la creación de Dios, ciérralos para mirar en el fondo del alma la soledad de una vida vacía, ábrelos para admirar en toda su grandeza la imagen inolvidable de Jesús. Dile con tus ojos lo que tus labios no saben decir, nublados de llanto o radiantes de fe, deja que ellos sean tu confesión y plegaria.
Embriágalos con el azul del infinito, ilumínalos con la luz de las estrellas, inspíralos con la visión de Dios, conmuévelos con el amor de la cruz.
Tus ojos tienen un lenguaje, utilízalo para decirle a Dios sin palabras que lo amas, que aceptas el sacrificio de su Hijo como la ofrenda suficiente por tus cuitas, que tu corazónde hinojos le recibe, que tu vida transformada le evidencia.
Haz de tu mirada pletórica de fe una expresión de gratitud y amor que haga parte de tu vida la seguridad de eternidad.

¿DE QUIEN ES LA CASA?

Llegó corriendo, y entre asombrado y atemorizado me advirtió:
-Hay un “bischo” (bicho) en la puerta. Era evidente que aquel niño, con sus escasos cuatro años de edad, no habí­a visto antes un caracol, y acaso lo suponí­a peligrosamente amenazador. Lo tranquilicé explicándole que no era un “bicho” malo, y que sólo se habí­a deslizado hasta aquel lugar para dormir.
- No está durmiendo –replicó el niño. Y después de una sugestiva pausa continuó:
-¿Y dónde está la cama?í  No pude menos que reí­rme a carcajadas ante tamaña ocurrencia.
Enseguida ensayé una ilustración más precisa:
-Ahora el caracol está en su casita rodante… -comencé a explicarle.
-No está en su casa. –me interrumpió el niño.
-Sí­, está durmiendo en su casita.
-No, no está en su casa… ¡está en la mí­a! Una vez más tuve que reí­rme ante tan agudo razonamiento.
Pero, más allá del sentido anecdótico, aquella observación me hizo reflexionar. ¿De quién es la casa  que estamos ocupando? No estoy refiriéndome aquí­ a la vivienda familiar que habitamos, sino a nuestro cuerpo, nuestra “morada terrestre” (2da Co.5:1) Dios nos recuerda en Su Palabra que no estamos viviendo en “nuestra” casa, sino en la suya. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del espí­ritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espí­ritu, los cuales son de Dios.” (1ra Co.6:19.20)
Entonces, siendo de Dios, no podemos hacer con nuestro cuerpo lo que mejor nos plazca, ya que tenemos la responsabilidad de cuidarlo y sustentarlo. (Ef.5:29)
En este punto quizás recordemos que las organizaciones especializadas en salud y los profesionales expertos en el tema divulgan constantemente diversas recomendaciones para mantener en forma nuestra condición fí­sica, y quizás nos convenga atender de vez en cuando tales indicaciones. No obstante, no podemos dejar de considerar que lamentablemente la gran mayorí­a de los mortales ignora los consejos de la única Autoridad que es absolutamente competente en la materia, nuestro excelso y glorioso Dios, Creador y Sustentador del universo.  Repasemos algunas de las indicaciones divinas:
“No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a todo tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos.” (Pr. 3: 7)
“Inclina tu oí­do a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalos en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo tu cuerpo.”í  (Pr.4:20-22)
“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos”(Pr.14:30)
“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espí­ritu triste seca los huesos”(Pr.17:22)
“Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo, mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. (1ra Co.6:18)
Obviamente que sólo un cristiano (es decir, alguien que, gracias al sacrificio del Señor Jesucristo y a la eficacia de Su sangre derramado en la cruz, ha sido perdonado de sus pecados y salvado eternamente por creer con fe en Dios) puede llegar a observar totalmente estas importantes reglas del programa divino de salud.
Obedezcámoslas con la ayuda del Señor, para cuidar convenientemente la salud de nuestro cuerpo, de propiedad de Dios, que es nuestra morada terrestre y templo del Espí­ritu Santo.

Si hoy en dia las personas van a un gimnasio, hacen dieta, se cuidan la figura para estar de acuerdo a las pautas que dicta el mundo, si nos detuvieramos a pensar que el cuerpo es el templo del Espiritu Santo no lo dañariamos con alcohol, tabajo y comiendo lo que es dañino, recordemos siempre que no nos pertenece y que tendremos que dar cuenta al dueño que es el Señor, que lo mantengamos hermoso para El que lo habita se sienta agradado.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

MAGNOLIA
                        

 

MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11


 


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