Hola mis amados:
Este cuento nos debe animar a ser testimonio donde quiera que estemos, que así sea la persona más rara o perversa ella vea en nosotros el comportamiento de amor, compasión, misericordia y sobre todo el gozo y la paz que nos da el Señor, que en medio de cualquier prueba todos sepan que tenemos un Dios poderoso y que Su amor nos arropa y sustenta para continuar con Su triunfo y victoria en la fe que hemos recibido de Jesús.
CUENTO ORIENTAL
De vuelta al paraíso...
En cierta ocasión le preguntaron a Ramesch, uno de los grandes maestros de la India, lo siguiente:
¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complicados, mientras que otras sufren por problemas muy pequeños y se ahogan en un vaso de agua?
Él simplemente sonrió y contó una historia...
"Era un sujeto que vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo decía que él iría al cielo, pues un hombre tan bondadoso solamente podría ir al Paraíso.
En aquella época el cielo todavía no había pasado por un programa de calidad total.
La recepción no funcionaba muy bien, y quien lo atendió dio una ojeada rápida a las fichas de entrada, pero como no vio su nombre en la lista, le orientó para que pudiera llegar al Infierno.
Y como en el infierno nadie exigía identificación ni invitación (cualquiera que llegara estaba invitado a entrar), El sujeto entró y se quedó...
Algunos días después Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso y le dijo a San Pedro:
- ¡Eso que estás haciendo es puro terrorismo! Mandaste a aquel sujeto al Infierno y él me está desmoralizando!
Llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas. Ahora todo el mundo está dialogando, abrazándose, besándose.
¡El Infierno no es lugar para eso! Por favor, trae a ese sujeto para acá!"
Cuando Ramesh terminó de contar esta historia dijo:
- Vive con tanto amor en el corazón que, si por error vas a parar al Infierno, el propio demonio te traiga de vuelta al Paraíso.
HABLANDO CON EL CORAZON
El australiano James H. Jauncey escribe en Talking With the Heart: Cierta vez casé a un soldado noruego con una joven mexicana. Él hablaba poco de inglés, pero nada de español. Ella no hablaba ni inglés ni noruego.
Jamás sabré cómo llegaron a casarse. Y ni siquiera me imagino lo que será su futuro en cuanto a la comunicación se refiera. No obstante, a pesar de las malas condiciones lingüísticas, tenían una ilimitada y mejor posición que muchas parejas que dominan por completo el idioma. Esta extraña pareja había superado con creces el mensaje de amor mutuo y parecían tener una extraordinaria relación.
Quizá la comunicación sea fácil en ese escenario, con el idioma o sin él. Con el tiempo, las emociones se calman y aparecen las necesidades ocultas.
Aprender a hablar sobre las necesidades es un arte difícil y pocos lo aprenden.
El romance es el campo de los sueños, las esperanzas y las emociones. El matrimonio, sin embargo, es práctico. Requiere que uno ajuste su agenda, establezca prioridades, metas y obligaciones.
No quiero decir con esto que el matrimonio no pueda incluir el romance, ¡puede... y debe hacerlo! Aún así, el matrimonio añade otra dimensión que va más allá del romance y de esa dimensión depende muy a menudo la obra del matrimonio.
Antes de casarse las dos palabras más comunes son:
Te amo.
Después de casarse son:
Comamos fuera.
1 Corintios 7:33
El casado se preocupa de las cosas de este mundo y de cómo agradar a su esposa.
Fuente: El libro devocionario de Dios para Matrimonios, Editorial UNILIT
La sinceridad debe ser la base para toda buena relación, si somos trasparentes podrán confiar en nosotros y verán que somos imperfectos como cualquier otra persona, toleremos más y aceptemos a los demás como son, valorando lo que hay en cada uno y así formaremos una pareja y un hogar estables, la comunicación sencilla y veraz es lo mejor.
Los amo y bendigo en Jesucristo.
MAGNOLIA