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†☼♥REFLEXIONES♥†♥ : COSECHAS PREMATURAS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 27/12/2014 15:12
 
 


 2874808924_1-1.gif picture by srasara2010

 Hola mis amados:


Que cierto es todo lo que nos dicen a continuación, debemos cosechar pero también esperar a que podamos recolectar lo que hemos plantado, no se da de la noche a la mañana, ahí radica la paciencia para que cuando llegue el tiempo gozarnos con lo que nos ha producido la semilla de la Palabra de Dios, cada corazón es un campo para arar, sembrar, cuidar y tomar la cosecha, por eso dice la Palabra que el crecimiento lo da el Señor, asi que sigamos haciendo esta labor con Su Ayuda y veremos resultados maravillosos

 

COSECHAS PREMATURAS

por Rick Weinert 

 

Si una cosecha prematura es tan peligrosa, ¿por qué insistimos en arrancar los retoños antes de que el fruto esté maduro? Descubra a través de las experiencias de un pastor la importancia de discernir cuándo es el tiempo propicio para cosechar.

Mi abuelo tenía una gran huerta. Una primavera me mostró cómo cortar las patatas de tal forma que cada pieza tuviera al menos un ojo, y las plantamos en la parte de atrás de la casa. La espera era agonizante. Al principio, no había ningún progreso, pero mi abuelo me animaba a ser paciente. Cuando los primeros retoños empezaban a crecer, yo ya estaba listo para cavar. Si hay una planta, entonces debe haber patatas, pensaba.

Mi abuelo decidió cavar con delicadeza en uno de los retoños tan solo para enseñarme que aún no era tiempo. A medida que las patatas empezaban a formarse, él delicadamente limpiaba el lugar con un cepillo y me mostraba que las patatas estaban ahí, pero que aún no estaban listas. Unas cuantas patatas ya estaban listas para ser cocinadas, pero si queríamos tener suficientes para el próximo año, necesitábamos dejarlas crecer hasta madurar.

El proceso era tan largo que me daba por vencido de estar revisando mis patatas. Ya no me emocionaba. Tomaba mucho tiempo. Pero en el día en que mi abuelo anunciaba la cosecha, extraíamos de la tierra costales llenos de patatas. ¡La cosecha era algo emocionante! Cada montículo era todo un descubrimiento. Y ese día descubrí más que patatas. La lección que aprendí me fue útil en el ministerio. Valía la pena esperar por la cosecha, pero sin la espera no hubiera habido patatas.

Todo tiene su tiempo

Cuando empecé en el pastoreo en el norte de California, tenía como hábito visitar el café del pueblo para almorzar ahí. La dueña y yo empezamos a conversar. Un día me preguntó: «¿Usted da algún tipo de consejería?»

Yo no tenía mucha experiencia, pero sí el entrenamiento teórico del seminario bíblico, un par de clases de consejería, y un par de años en el ministerio. Entonces le respondí: «He realizado algunas sesiones.»

Acordamos una cita, y ella y su esposo me visitaron una tarde. Su hija se había involucrado con las personas equivocadas, y estaban preocupados por ella. ¿Qué podían hacer para ayudarla? Escuché cuidadosamente, tratando de pensar lo que se suponía que debía hacer después. Por alguna razón, me mantuve pensando siempre comparte el evangelio, siempre comparte el evangelio. Así que les dije: «La única forma en que pueden ayudar a su hija es asegurándose que su relación con Dios esté bien. Si ustedes murieran hoy…»

Fue la sensación más extraña. Entre más hablaba, más grande se hacía la habitación y más lejos parecía que estaba la pareja. Empecé a sentir como si hubiera un inmenso océano entre nosotros. Nadie se salvó ese día, y no les fui de gran ayuda. Extraje cada una de las semillas que había plantado en las conversaciones que teníamos durante el almuerzo. Eché a la basura la posibilidad de cualquier futura cosecha. Continué almorzando en ese café, pero ellos me evitaban. El siguiente pastor en esa comunidad no tuvo mejor respuesta. Ellos estuvieron cerca del evangelio. Confundí la temporada de sembrar con la de cosechar y terminé sin nada.

Un almanaque de excusas

Si una cosecha prematura es tan peligrosa, ¿por qué insistimos en arrancar los retoños antes de que el fruto esté maduro? Una razón es el fervor.

Mientras asistía al seminario bíblico, un amigo y yo decidimos hacer un corto «proyecto» de evangelización en el campus universitario local. Dimos vueltas hasta que vimos a un estudiante que parecía un buen prospecto. Casi no oramos para este proyecto, y no había ningún plan de seguimiento, no pensamos en cómo construiríamos las relaciones con las personas. ¡Y nuestra intención era llevar todo ese campus hasta los pies de Cristo!

La tarde terminó como un pobre intento. Nuestro estudiante prefirió discutir sobre fascismo en lugar de cristianismo. Si presentamos el evangelio en alguna forma, fue tan pobremente y sin ninguna respuesta positiva. Teníamos el fervor, pero ninguna experiencia, sabiduría, preparación, y lo peor de todo, no cosechamos nada.

Una segunda razón por la cual a veces cosechamos muy pronto es la falta de fe. Cuando era niño tenía que confiar en mi abuelo para saber cuál era el tiempo indicado para extraer las patatas. Como un creyente ansioso de ver almas ganadas para Cristo, algunas veces es difícil confiar en que Dios permitirá la cosecha en Su tiempo, no en el mío.

Una joven mujer empezó a asistir a nuestra iglesia con sus hijos. Ocasionalmente ella y su esposo me invitan a cenar, y empezamos a desarrollar una amistad. A medida que compartía el evangelio con ella, me dijo: «Una vez hicimos una oración parecida. Intentábamos alquilar una casa y alguien nos dijo que hiciéramos esa oración. Creímos que era algo que teníamos que hacer para poder alquilar la casa.»

Como resultado de su previa confusión y el desinterés de su esposo hacia los aspectos espirituales, no les metí el evangelio, sino hablamos sobre aspectos espirituales a medida que surgían las oportunidades. Con el tiempo, su esposo se salvó, y toda la familia se convirtieron en miembros activos de la iglesia —pero solo después de que me mudé. El siguiente pastor fue capaz de cosechar donde yo había sembrado.

Otra razón de las cosechas prematuras es intentar ser alguien que no somos. Un amigo solía contar la historia de su primera experiencia predicando: Cuando mi amigo era apenas un adolescente, su padre le dijo a los chicos de su grupo pequeño que a él le agradaría que algunos de ellos intentaran predicar. Mi amigo afirma que él memorizó uno de los sermones de Billy Graham palabra por palabra y lo predicó como si fuera suyo. Todo le estaba saliendo bien hasta que dijo: «Miles están pasando al frente…»

Cierto o no, la historia de mi amigo siempre hace que la gente se ría pero también nos enseña una lección: Tratar de calzar en el molde de otra persona nunca funciona. Es mejor descubrir su propio estilo de ministerio.

Saber dónde cavar

Mi esposa y yo cultivamos una huerta justo después de habernos casado. Estaba tan ansioso de cosechar que cavé en el primer lugar donde brotó una planta. Le pedí a mi esposa que la cocinara. Aprendí de mi error. Uno se come una patata no madura una vez en la vida.

Aprendí a vigilar muy de cerca a medida que el montículo se agrandaba. Aprendí a sondear atención. Llegué a entender los cambios sutiles que ocurrieron a medida que la planta se desarrollaba y las patatas crecían.

En una comunidad, desarrollé una amistad con un joven amigo que no asistía a la iglesia. Lo ayudé a remodelar el frente de su negocio, y trabajé con él en el departamento de bomberos. Ocasionalmente cazábamos juntos hasta bien entrada la noche.

Una noche, mientras escuchábamos a sus sabuesos aullando a la distancia, decidí que era hora de sondear. «¿Te molesta que te haga una pregunta personal?» Él accedió, así que sondeé un poco más profundo, «¿Cómo percibes tu relación con Dios?» Él me dio una respuesta honesta y abierta, así que me animé a sondear un poco más: «Si murieras hoy, ¿sabrías con seguridad que irías al cielo?» Antes del amanecer, tenía un nuevo hermano en Cristo.

Algunas veces necesitamos remover la suciedad gentilmente y ver si la siega está lista. Si así es, es tiempo de cavar. Si no, retrocedemos y confiamos en que Dios conoce el tiempo correcto. También necesitamos una percepción más amplia de Dios. Cuando creemos que la cosecha depende mucho de nosotros, entonces nos volvemos temerosos y ansiosos, y generalmente fallamos.

En un punto en mi ministerio, me puse como meta ir de puerta en puerta en nuestro pequeño pueblo para compartir el evangelio. Fue una experiencia abrumadora a medida que colocaba mis nudillos para tocar en cada puerta de esa comunidad. Nunca terminé aunque estuve cerca. Desafortunadamente, la canasta de la cosecha permaneció vacía.

Por años, luché con el pensamiento de que debía haber algo malo en mí. Después, un día descubrí que compartía el evangelio con las personas sin ni siquiera intentarlo. Fui a donde un quiropráctico por varios meses. Desarrollamos una amistad, y con el tiempo pasaba veinte minutos recibiendo tratamiento y una hora hablando con el quiropráctico y su equipo en cada visita. De eso nació un estudio bíblico. Se compartió el evangelio, se fortalecieron los matrimonios, se renovaron compromisos, y se sembraron semillas.

La diferencia fue Dios. En la primera situación, compartir el evangelio fue algo que yo determinaba. En la segunda, Dios lo hacía.

En mi primer pastorado a tiempo completo, desarrollé una amistad con el encargado de la oficina policíaca local. La primera vez que nos conocimos, fuimos a cabalgar. Él tenía una pregunta en su mente. «¿Por qué no bebes?» No le compartí el evangelio pero tuve la oportunidad de dar una respuesta no condenatoria a una pregunta difícil. A partir de ese momento, un patrón y una amistad se desarrollaron. Él me daba un aventón en su patrulla o en su automóvil y nos íbamos de paseo —algunas veces a las montañas, y otras a algún pueblo. Y siempre había una pregunta.

Nunca lo empujaba a hacerla. Solo oraba y respondía a sus preguntas lo mejor que podía. Un día pasó por mí en su automóvil para que fuéramos a las montañas a «buscar un oso».  Condujimos por un par de horas, después regresamos al pueblo. Me extrañó que no hiciera preguntas en esa ocasión. Frente a mi casa, se volvió para decirme: «He decidido entregarle mi vida al Señor.»

Dios trae personas a la fe a Su tiempo, pero debemos confiar en El mientras esperamos.

* Rick Weinert es pastor de la iglesia Spring Bible Church en Spring, Texas.


Los ejemplos que vemos o leemos son para aplicar a nuestras vidas con el fin de que crezcamos, seamos mejores y pongamos en práctica aquello que nos hace falta, por eso en este próximo año que se avecina, que seamos pacientes, diligentes y sobre todo trabajando en la viña del Señor para que cuando El venga haya una cosecha abundante que vaya con El a reinar y a disfrutar de Su Presencia Gloriosa.


Los amo y bendigo en Jesucristo.


MAGNOLIA

2874808924_1-1.gif picture by srasara2010

 
 
 

MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escocés, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11

 




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