Raro que no me sigan centenares de pájaros picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca. (Será que van cercando, en vigilia de nubes, la claridad inmensa donde avanza mi alma).
Raro que no me carguen pálidas margaritas por la ruta amorosa que han tomado mis alas. (Será que están llorando a su hermana más triste, que en silencio se ha ido a la hora del alba).
Raro que no me vista de novia la más leve de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia. (Será que entre los árboles va enseñando a mi amado los surcos inocentes por donde anduve, casta?)
Raro que no me tire su emoción el rocío, en gotas donde asome risueña la mañana. (Será que por el surco de angustia del pasado, con agua generosa mis decepciones baña).
Soy una amanecida del amor?
En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos, y muchos sueños blancos, y emociones aladas.
Raro que no me entienda el hombre, conturbado por la mano sencilla que recogió mi alma. (Será que en él la noche se deshoja más lenta, o tal vez no comprenda la emoción depurada?)