En el Evangelio de Juan y en la Epístola de Juan vemos la importancia que se da al amor; no al amor emocional, como lo muestra la conversación que tiene con Pedro en el Evangelio de Juan, sino una clase diferente de amor, que está conectado con la idea de perfeccionamiento gradual. En el pasaje citado más arriba, la frase 'perfecto amor' quiere decir realmente, en griego, el amor que ha alcanzado la perfección y que ha sido puesto a prueba. Juan siguió el camino del Bhakti Yoga. Hay diferentes clases de Yoga: Ñaña Yoga, relacionado con el trabajo del Centro Intelectual, Bhakti Yoga, relacionado con el trabajo del Centro Emocional, Hatha Yoga, que se relaciona con el trabajo del Centro Motor, y muchas ramas de estas tres diferentes líneas que pertenecen al Hombre Nº 3, al Hombre Nº 2 y al Hombre Nº 1.
En el Cuarto Camino, cuyo estudio hemos comenzado, un hombre debe trabajar primeramente en dos habitaciones, y luego en tres, y finalmente si le es abierta en la cuarta habitación, porque en el Cuarto Camino es necesario que el hombre llegue a un estado de equilibrio en el que todos sus centros reflejen el Trabajo. Pero aquí, en los escritos de Juan, tenemos una prueba del Camino del Bhakti Yoga y del despertar del amor consciente que es distinto del amor emocional mecánico y del amor físico. El objeto que se propone este Camino es alcanzar un contacto directo con el Centro Superior -Emocional por medio del amor. Desde luego no podemos comprender qué significa este amor si partimos de nuestra idea, del amor ordinario, volcado hacia los objetos físicos. Juan, lo mismo que el Trabajo, habla de otra clase de amor al que es posible llegar, el amor consciente. Pero esta clase de amor está muy alejada de nosotros e imaginar que ya se lo posee es una gran insensatez. Es preciso comprender las ilusiones del amor y hasta qué punto somos incapaces de amor y cómo en verdad amamos y odiamos al mismo tiempo. Por esta razón Juan dice:
"El que aborrece a su hermano, está en tinieblas", y también:
"Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso".
Luego dice que todo aquel que no tenga ese amor de que está hablando, está muerto. En verdad habla de ese amor como de un nuevo nacimiento, llamándolo nacido de Dios, y dice:
"Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y él no puede pecar porque es nacido de Dios."
Todo amor enseña, viene de algo superior a uno mismo o al mundo. Dice que Dios es amor y que la única manera de que el amor sea perfecto es conocer y reconocer la existencia de Dios. A este respecto dice:
"En esto se ha perfeccionado el amor", y que en esta clase de amor no hay temor. Y por eso agrega:
"Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso".
Dice muchas veces que el amor conquista el mundo y todos sus temores, cuitas y ansiedades. Habla de algo que puede ser despertado en nosotros y que es más fuerte que toda otra cosa en la vida. Habla de algo que invierte los signos en nosotros y lo hace de tal modo que lo que era activo se vuelve pasivo y lo que era pasivo se vuelve activo. Sobre este particular es preciso recordar la enseñanza del Trabajo sobre la Personalidad y la Esencia, cómo la Personalidad es activa y la Esencia pasiva, y cómo un hombre debe experimentar una completa inversión dentro de sí para que la Personalidad se vuelva pasiva y la Esencia activa, de modo que es nacido otra vez.
No tenemos indicación alguna sobre el método de la escuela a la que perteneció Juan, pero se ve muy bien que era una escuela de Bhakti Yoga, y vemos asimismo cómo en la Tercera
Epístola alguien llamado Diótrefes ha entrado en esa escuela y aparentemente trataba de enseñar otro método. Juan dice que gustaba de estar en primer lugar. Ahora bien, la preeminencia pertenece al amor ordinario que es el amor de sí.
En los Evangelios todo lo que se refiere al amor evidentemente no tiene nada que ver con el amor de sí. Cuando los discípulos discutieron sobre la preeminencia, se les dijo que para ser grandes en el sentido del Reino de los Cielos debían convertirse en sirvientes. El mundo y su psicología está en contraste en nosotros con el Reino de los Cielos y su psicología, que es algo totalmente diferente. Cuando el Trabajo habla del "Yo" Imaginario, de la Falsa Personalidad, etc., intenta hacernos tomar otro rumbo, orientarnos hacia una nueva psicología de nosotros mismos que en su esencia es llamada en los Evangelios el Reino de los Cielos. Juan habla de ese amor, y no del amor al mundo, y refiriéndose a ese amor dice:
"Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo".
Y agrega, hablando del hombre individual y de sus apegos e identificaciones:
"Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
Si todos pudiéramos aferrarnos a esa cuerda de la que habla el Trabajo y mantenernos sujetos, comprenderíamos mejor lo que Juan quiso decir y lo que quiere decir el Trabajo. Cuando la valoración del Trabajo es grande nos fortalece interiormente, prescindiendo de lo que puede sucedemos en la vida. Ya no tenemos que ponernos a prueba en la vida, que mantener nuestra Falsa Personalidad, .nuestra reputación, porque hemos empezado a obedecer a algo enteramente nuevo: la enseñanza del Trabajo. Y esto mantiene en nosotros algo eternamente joven y vivo.
Pero esto significa que debemos buscar el alimento en otro lugar y, luego de pasar por la puerta llamada observación de sí, hallamos lo que realmente necesitábamos y lo que realmente podemos obtener. Al cabo de un tiempo tenemos vislumbres de lo que significa ese amor del que habla Juan, y al que el Trabajo llama amor consciente, porque en cuanto dejamos de jugar con nosotros mismos, también dejamos de hacerlo con los otros. Y en lugar de intentar encontrarlos y conocerlos desde fuera hacia dentro, empezamos a sentirlos y conocerlos desde dentro hacia fuera. Empezamos a sentir una existencia común que carece de pasión, y que es simplemente lo que es sin que sea necesaria otra definición. Cuando llegamos a este punto de la experiencia interior comprendemos, aunque confusamente, qué es el amor consciente. Pero a no ser que nos hayamos separado de nuestras invenciones, imágenes y falsedades, no podremos alcanzar ese punto, que es indefinible. Sólo alcanzamos este punto por medio de algo más fuerte que la vida. Si el Trabajo, los Evangelios, todo el esoterismo no tuvieran algo más fuerte tras ellos que todo lo que existe en la vida, nunca alcanzaríamos ese punto. Pero es preciso comprender que para alcanzar ese punto son necesarias inacabables luchas, infinitos fracasos, confusiones e incertidumbres, porque somos nosotros mismos quienes debemos conquistar ese punto por medio de la elección interior. En el pasado, en todas las edades, muchos han alcanzado este punto, y nos han comunicado su fuerza.
Esperemos que podamos alcanzar este punto para comprender que el perfecto amor echa fuera el temor. Por cierto, si nos damos por supuesto, si nos tomamos como una unidad, si nunca permitimos que el Trabajo nos desconcierte, no hay esperanza alguna de alcanzar este punto.
Sólo el "Yo" Real puede amar conscientemente. El Trabajo todo trata de alcanzar el "Yo" Real. Se ocupa de los "Yoes" que debemos abandonar por propia elección. Intentemos fortalecer en nosotros el sentimiento del Trabajo y de todo cuanto está relacionado con él a través de las edades, y no seamos simplemente criaturas del momento.