Hola amigos:
El tema sobre el cual vamos a trabajar en estas dos semanas es fundamental, y a la vez no sencillo de captar. El darse cuenta de que uno olvida escucharse - a pesar de todos los
propósitos que se haya hecho - nos da la pauta de que no basta querer
algo para hacerlo, por la simple razón que lo olvidamos. Eso apunta a la identificación en la
que vivimos, totalmente idos en las cosas, atrapados por la máquina de
nuestra rutina cotidiana, sin "tiempo" para recordar que estamos aquí,
viviendo este momento único, irrepetible.
La Identificación.-
No es una emoción negativa sino la madre de todas ellas, el caldo de cultivo
donde se generan y crecen, es la Hidra de Siete Cabezas, las que renacían con
mayor fuerza cuando eran cortadas de una en una. Luchar contra cada
emoción negativa por separado, sin tomar consciencia de la identificación que
subyace por debajo de ella y que la nutre, sería tan inútil como luchar contra
ese monstruo mitológico.
Lo peor de la identificación es que es invisible. No la vemos, vemos sus
consecuencias: las emociones negativas. La identificación es como un telón de
fondo, no reparamos en él; las emociones se mueven, cambian, son las imágenes
sobre el telón, por eso las podemos observar.
El telón no lo vemos porque no se mueve: formamos parte de él.
Durante estos 10 días, tenemos que darnos cuenta cómo nos vamos en
cada acontecimiento, perdiéndonos en él. Cómo nuestro interés y atención
se mezclan tanto con el asunto que desaparece la distancia entre el hecho y
nosotros. Nos transformamos en aquello: soy mi trabajo, mi casa, mi automóvil
(si alguien me lo choca, me destroza el corazón).
Observar cómo sucesivamente los hechos nos ocupan; salimos de uno sólo para
caer en otro. A veces esto es una secuencia rápida, otras veces nos
pegamos obsesivamente en alguno. Estos hechos pueden ser circunstancias,
pensamientos, emociones, personas; no hay nada con lo que no podamos
identificarnos. Pero cualquiera que sea aquello, tiene poder sobre nosotros, y
cuanto más crece nuestra identificación, con mayor poder nos domina.
Cuanto más identificado se está, más se pensará que la existencia depende de
las cosas externas y más temor se sentirá de perderlas. Si nuestro centro de
gravedad es exterior a nosotros, digamos: dinero, empleo, amor, matrimonio,
posesiones materiales, etc., más atados estaremos a las circunstancias externas
y más esclavos de ellas. Si amamos u odiamos intensamente a una persona pasamos
a ser un apéndice de esa persona.
La identificación conduce a la pérdida de todo sentido de existencia, a un sueño más profundo, a una mayor subjetividad y una mayor ausencia de toda capacidad de juicio y de elección. El nivel de consciencia se
sumerge a niveles aún más bajos que los habituales, y su campo de
percepción se empequeñece en tal forma que sólo deja lugar para una sola
idea, o emoción.
Si la persona se identifica con todo lo que le sucede, derrocha su
energía en las emociones negativas y no le queda potencial disponible
experimentar emociones positivas.
La identificación produce el efecto de estrechar el campo de la consciencia mientras que la observación lo ensancha, permitiendo meter más cosas en él.
"Los árboles impiden ver el bosque".
…“Un alumno fue a ver a un venerable Roshi en Japón. Se postró ante él y le preguntó: "Maestro, ¿cuál es la palabra más importante que usted
me pueda decir para el desarrollo de mi ser?" El Roshi se mantuvo en
silencio por un momento, luego miró al alumno y le dijo: "Atención".
El estudiante dudó, reflexionó un momento y luego volvió a hablar:
"Gracias Roshi. Y después, ¿cuál sería el consejo más importante?" El
Roshi pensó, alzó su cabeza y respondió: "Atención".
El estudiante estaba confundido, dudó y volvió a preguntar: "¿Cuál sería
el tercer elemento sobre el que debo enfocar mis esfuerzos para elevar
mi estado?"
"Atención", contestó el Roshi.”…