Cuando uno descubre de repente la enseñanza de Gurdjieff, fantasea que con sólo leer y conocer las ideas en los diversos libros que se publican abiertamente en el mercado, es todo lo necesario para logar acceder a los niveles superiores del Ser humano... Pero si realmente persiste y es aceptado en un Grupo Real del Trabajo, todo ese entendimiento y fantasías se derrumban, y de repente se ve desnudo, sin nada de su propiedad, sin nada suyo en su mundo interno... Y es cuando comieza a valorar el contar con un Guía que representa como Mayordomo este Trabajo... Algunas de esas personas, aceptan al Guía, y se vuelven obedientes a sus consignas, responden con prontitud a cualquier tipo de pedido... aunque no entiende los por qué de ello; y en eso reside su posibilidad de tranbsformación... Otros continúan asistiendo a reuniones del Grupo, pero sin haberse comprometido y puesto a disposición total del Guía..., y son los que año tras año siguen siendo iguales aunque más viejos en edad...y más cristalizados en su ser...
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TODO UN CAMPO POR EXPERIMENTAR ALGUN DIA
El Guía mata primero al discípulo, y éste es el comienzo del viaje. Hasta que un día el discípulo mata al Guía, y éste es el fin del viaje.
En el Trabajo no se discute sobre abstracciones, Dios o la fe, te remiten a ti mismo, al camino, al método. "Mirad en vuestro corazón, porque el Reino de Dios está en vosotros".
Los Guías insisten que el hombre no puede conocer lo que no está en él. Están cansados de palabras, de métodos integrales y compactos, y enseñan a través de situaciones más que a través de textos.
Trabajan sólo con los que están dispuestos a cambiar y quieren hacerlo; no pierden sus fuerzas con el resto de la gente que continua durmiendo.
Enseñan a abandonar el cuerpo y la mente de la religión, de los ritos y los dogmas, y te acercan a su espíritu siempre vivo.
La gente se divide en cuatro categorías:
Los Ateos, que buscan el placer y la felicidad en las cosas materiales, cuyas emociones, instintos y deseos resumen toda su vida, sea el ansia de poder, el prestigio, la batalla, el sexo o la comida; o aún aquellos que diciéndose religiosos están llenos de temor y de miedo.
En segundo lugar están los Adoradores de Ídolos o de la ´Belleza encarnada, que se postran ante el fuego, ante el sol o incluso ante la luz universal; su imaginación no ha traspasado al Dios Juez y Señor de los Mundos.
En tercer lugar están, los que le conceden a Dios atributos humanos, aunque ya han traspasado el velo de la forma; le conceden la palabra, el pensamiento, la santidad y la bondad.
Estas tres categorías dejan paso a una cuarta, los del Trabajo, son los que llegan al final del Camino y experimentan el vacío y el llenado.
Aún en esta cuarta categoría unos guardan una impresión de existir, mientras que otros han desaparecido totalmente, ya no están; sólo son instrumentos para la manifestación de lo universal.
Los Guías quieren que su energía fructifique en los que están preparados, y no les interesa la gente en general, ni el poder o el dinero; sólo la gente que está dispuesta a dar todo por nada, a entregar su vida por alcanzar la comprensión, son discípulos.
"Para nacer hay que morir, y para morir primero hay que despertar".
Y en este juego completo del despertar has de volverte un discípulo, alguien que está atento, que está dispuesto a aprender, que está abierto, y que no discute.
Si tú discutes, ellos desaparecerán de tu lado, te pondrán dificultades, y tú creerás que son hombres corrientes, que te están engañando.
Te dicen: "Si tienes algo, entrégalo a los demás; si no lo sabes, yo te entregaré algo que sé; si los dos sabemos, mejor es callar; y si ninguno sabe, ¿qué podemos hacer?
El éxito no llega más que a los que Trabajan.
No se puede transmitir la perseverancia.
Esforcémonos por acordarnos sin descanso de nuestro objetivo, de la mañana a la tarde.
Abre la prisión de tu inconsciente y descubre tesoros, porque allí está la clave de tu propio origen olvidado.
Crea un espacio en tu interior, no estés continuamente ocupado.
Se consciente de tu cuerpo, de tu mente, de tus hábitos, y se transformarán inmediatamente.
Tú eres el Camino a Dios, nadie puede prestarte uno.
Ningún hombre puede ser sostén de la consciencia de otro.
El hombre es una tríada, está compuesto de tres elementos: el movimiento e instinto, la emoción y el intelecto, y entre ellos se encuentran las dos fronteras más importantes del cuerpo humano: el cuello y el diafragma.
Todas las tensiones repercuten en una u otra de esas zonas.
Dios es la Energía Cósmica, no es una persona ni una cosa, es la Creación Continua, no es algo terminado. Es un proceso en Movimiento.
Este Camino está basado en la alerta, la observación interior, el silencio mental, y se focaliza hacia la iluminación, que es el despertar total del Ser.
Va eliminando conceptos y estados emocionales, hasta dejarte vacío, suspendido en el seno de la Gran Nada.
Aquí, ahora, y a través del Trabajo puedes experimentar a Dios.
Quita las corazas que te rodean e intenta encontrar tu centro, tu Ser.
Quítate la capa superficial de hábitos físicos, y vuelve a encontrar tus sentidos y tu cuerpo.
Luego también, arroja tus conceptos y mandamientos, tus filosofías y religiones, para que puedas volverte un ignorante, un niño inocente y libre.
Y limita todas tus defensas, tus desconfianzas, tus razones, para que puedas dejar paso a las emociones reprimidas que te destruyen; detrás de todas ellas duerme el miedo al sexo y a la muerte.
Y cuando lo traspasas, empezará a escuchar la voz del silencio que dirige tu vida sin posibilidad de error ni de engaño, hasta que alcanzas la mansión del ego, el enemigo oculto que te hace creer que estás predestinado, que eres esencial, y así, de la muerte saltas al renacimiento, la disolución total.
Toda persona cree saber claramente lo que quiere y conocerse a sí misma, y por eso no se preocupa en buscar la Verdad. Cree que ya la posee.
Cuando alguien quita todas las mentiras de su vida y se mira de frente, cuando se hace consciente de toda su ignorancia y su falsedad, cuando descubre su miedo, entonces comienza a anhelar el Camino.
Cuando no desea ser lo contrario de lo que es y acaba con todos los ideales, cuando no persigue ninguna filiación, ni quiere torturase a sí mismo, cuando sólo ambiciona vaciarse, volverse un simple espíritu, entonces su vida ha llegado al punto de no retorno.
Y en ese momento no necesita palabras de aliento, ni filosofías, necesita situaciones que le permitan comprenderse y transformarse, volverse autentico y olvidarse de toda la porquería de la sociedad, siempre llena de hipocresía y de barnices falsos que nos destruyen.
Carlos de la Garza P.
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