LA ILUSION Y LA REALIDAD
He querido plasmar aquí, las vivencias que desde mi búsqueda y encuentro con lo divino, han cambiado mi visión de la realidad, de la ilusión y de la verdad. Siento la responsabilidad de compartir con todos ustedes, los eventos y sentimientos que están dando forma a mi nueva dimensión del cosmos, de mí mismo, y del universo infinito que nos contempla. Si en algo les parezco pretencioso, es solo por mi ignorancia de no poder expresar en dimensiones limitadas lo que en mi corazón carece de espacio.
Actualmente, disponemos de tecnologías avanzadas, con las cuales nos hacemos participes instantáneos de todo los momentos que ocurren a nuestro alrededor y en el mundo físico que nos encontramos sumergidos. Una hazaña sin precedentes para muchos, sin embargo es una realidad material ilusoria, carente de sentido, de esencia, de vitalidad. La fuerza de la tecnología acapara toda nuestra atención, dejándonos a merced de lo externo, de una búsqueda de efectos superficiales que nos hunden cada vez más en lo mecánico, lo absurdo y la ignorancia. Si somos un poco curiosos trataremos de encontrar una respuesta histórica a los hechos. Dicha respuesta quedara alimentada por juicio y críticas externas, extremadamente audaces para nuestra nefasta sociedad. Damos vueltas al globo de la tierra y lo perforamos en su centro, tratando de encontrar la respuesta que contenga todas las preguntas, pero bajo las sombras de nuestro dualismo no es posible siquiera ver nuestra naturaleza espiritual. Volcados en el ilusionismo que refleja la materia, nos olvidamos de la antimateria, lo que da vida a la materia. Pensamos, que la responsabilidad principal está dirigida a aquellos que controlan los sistemas de funcionabilidad externa, e ignoramos que somos los creadores de todo lo que vemos, sentimos, hacemos. Que somos la antimateria y la materia al mismo tiempo. Nuestra falta de confianza interna, de certeza, de fe, de amor, nos sumerge en el dualismo de lo bueno y lo malo, lo externo e interno, cielo y tierra. Atrayéndonos a las profundidades del miedo, la ignorancia, y la falta de amor en nosotros mismos. Hipnotizados, respecto a nuestra propia capacidad mental y espiritual. Dejándonos a merced del elemento físico, de la ilusión que proyectamos por nuestro desequilibrio, falta de armonía y coherencia espiritual.
Nuestra realidad vendrá a reflejar la verdad de nuestro espíritu, cuando el dualismo sea superado por la libertad de pensar, de ser, de crear armonía, felicidad y paz. Cuando nuestros juicios y críticas no pretendan culpar a los demás de nuestra responsabilidad. Cuando seamos conscientes de nuestra naturaleza infinita, divina y eterna aprisionada detrás del Terror de nuestra propia situación actual… Cuando nuestra realidad física y espiritual se haga transparente al universo. Cuando el microcosmos y el macrocosmos sean vistos con los ojos de nuestro corazón, y desde nuestro pequeño universo, contemplemos el espacio vacío.
Todo es posible, desde la vida en otros planetas, hasta convivir con las sombras de los muertos. Limitar nuestra mente, es condenarla al límite de lo físico, de el reflejo ilusionista que causan los movimientos y ruidos de los elementos. La creación y el creador son uno. Están presente en toda la naturaleza, visible e invisible, en todos los tiempos, espacios, mundos, universos. Lo que vemos es lo que somos. Y viceversa. Nuestra falta de contacto interior, de conciencia interna, de espiritualidad, de amor, nos hace ver una realidad disfuncional, separada, incoherente. Pero todo es un reflejo de nosotros mismos.
Liberar nuestra mente y espíritu a una dimensión ilimitada, es hoy la verdad que espera germinar en lo profundo de cada aliento. Es nuestro encuentro con nuestro destino evolutivo, nuestra esencia, y la naturaleza inminente del ser. Por eso la comunicación debe expandirse cada vez más, revelando todo lo que hasta ayer era un secreto, censurado u oculto. Tales ideas hechas públicas nos parecerán poco creíbles al principio. Sin embargo, esto se hará tan común que ya no nos causara ninguna impresión, y desde esta apertura en nosotros, desde este no dejarnos llevar por los hechos y los dramas del mundo físico, empezaremos a vincular y unir nuestras fuerzas para dar paso al infinito mundo de nuestro espíritu. Un mundo de armonía, de sincronicidad, de coherencia, de verdad y de amor. Un mundo de respeto y responsabilidad. Donde la naturaleza física y espiritual vayan de la mano, expresando el infinito amor que vibra en los universos. Ahora tenemos acceso a una red de conocimiento extraordinario, que bien nos puede ayudar a dirigir algunas dudas. Sin embargo, es importante que conservemos la pregunta que nos inquieta, allá en lo más profundo de nuestro ser, y desde allí nos dirijamos a perforar nuestra mente cada vez más, hasta ver y sentir con todas las células de nuestro ser, la verdad que nos conecta al amor, a la vida, al cosmos. Hacer lo que sentimos y sentir lo que hacemos. Liberemos nuestras culpas y juicios internos y externos, y caminemos de la mano de nuestra intuición, de nuestro sentir supremo, de nuestro verdadero aliento. Y el camino nos revelara la verdad, en la certeza de nuestra fe y el milagro de sentirnos vivos.
No podemos creer en la ciencia o dejar de creer. Porque somos nosotros los incoherentes, materialistas e ignorantes, los que hemos financiado y consumido todas sus basuras. Si solo vemos una milésima parte de nosotros mismos ¿cómo podemos tener certeza de algo real? Vemos el reflejo de nuestra búsqueda externa, física. Y los científicos no son la acepción, por el contrario, están tan enfocados hacia sus descubrimientos y experimentos, que se olvidan de sí mismos. Cuanto tanto nos conozcamos a nosotros mismos, conoceremos al universo.
De cualquier manera, debemos recordar, que no existe nada más dañino que el pensamiento negativo, limitado y condicionado. La actitud positiva, nace de la energía consciente, cósmica, eterna. Es una onda magnética de gran fuerza vital, que opera en una oscura y secreta zona de nuestro ser. Una especie de agujero negro en nuestro interior. Que absorbe hasta la realidad física que nos rodea. Por eso, cuando se dice que nadie debe darse el lujo de tener un pensamiento negativo, se refiere al hecho de debilidad o fortaleza espiritual. Que tan moldeable o manipulable seamos para los demás. ¿Tenemos o no voluntad? Todo el mundo sabe que el cerebro trabaja otorgando imagen visual a las palabras. Por eso cuando decimos quiero agua, pensamos en agua y cuando decimos no quiero agua, igual pensamos en agua. Esto lo podemos ver claramente cuando le decimos a un niño que no haga algo, siempre él repite el hecho, aun en la más clara vigilancia. Les castigamos y aun no podemos persuadirlos de su voluntad. La explicación que siempre tuvimos a este acontecimiento es que nosotros somos atraídos por la prohibiciones, pero la verdad es, que estamos formulando un juego de palabra completamente disfuncional para la forma natural de cómo trabaja nuestro cerebro. Es decir, cada vez que negamos algo, lo afianzamos a nuestra mente, de la misma forma que cuando lo afirmamos. De esta manera, empezamos a distorsionar la realidad en los niños y en nosotros mismos. Los niños son altamente intuitivos, perceptivos, sensitivos, tanto que nos pueden leer nuestra mente. Recuerdo un día, cuando Sofía con apenas un año y medio, salió corriendo para la calle y se tendió con los brazos abiertos en el mismo centro de la calle. Le estaba pisando los talones, pero tuvo el tiempo justo, para ver su hazaña y dejarme ver mis mezquinos pensamientos, y de que por fin me diera cuenta que ella conocía más de mí que yo de ella. Fue difícil en ese momento crear un pensamiento positivo, pero comprendí, que sin esta conciencia elevada, podía seguir reproduciendo todas las mentiras e ignorancia que me ocultaba. Me quede perturbado, ante su increíble intuición, todo mi temor se había revelado ante una niña de año y medio. Y ella me conocía mejor que yo, era algo increíble. Estas situaciones la vivimos todos los padres, madres, abuelos y cuidadores de los niños, cada día. No es algo que nos haga despertar y nos abra la mente hacia un nuevo portal. Sin embargo, esto revelo en mí un desconcierto infinito. Es por eso que ahora observo y contemplo con detalle mis pensamientos. Veo lo que quiero, lo que no quiero, y lo que tengo que hacer. Trato de no dejarme guiar por mi mente, sino por mi intuición, aunque la sinrazón me lleve a navegar en su corriente. Un niño no comprende la palabra no, porque el cerebro no reconoce la palabra NO. Solo reconoce la imagen y la vibración positiva o negativa que tiene impresa esa palabra. El origen de esta vibración se remonta al principio de los tiempos, y se conserva intacto hasta nuestros días. Al escribir una palabra llevará impresa su sello original, mas al decirla agregaremos un valor de más o menos positiva, de acuerdo al tono e intensidad interna que nuestra voluntad innata. Las palabras, tienen una coherencia esencial, que nace en su fuente divina. Los animales, las aves, la naturaleza toda responde y fluye con esta esencia. Los seres humanos, fuimos ocultando lo natural y condicionándonos en una esfera racional, que hizo cada vez mayor la diferencia entre la naturaleza de todas las cosas. Es por esto, que los niños reconocen nuestras mentiras, por la vibración que tiene cada palabra. Y nosotros, en vez de crear una mente libre de miedo y segura de sí misma, hemos creado mentes pequeñas, asustadizas, e inseguras de sí mismas. Exigiendo una obediencia ciega e incoherente.
C O N T I N U A R A...
Aportado por: Carlos de la Garza P.