En
esta jornada nos correspondió descubrir lo atildados que somos en nuestras
asociaciones, cuán mecánicos y habituados estamos aún, a nuestras necesidades
personales, a nuestros dolores y sinsabores, ha sido una jornada extenuante y
cada vez, va más dura. Algunos de nuestros compañeros han llegado rezagados,
ello no debiera significar nada, pero si miramos más en fondo, un buen día no
tendrán más tiempo para retrasos, para manifestaciones remolonas, para nada y
habituados a no estar “atentos” y en Atención, se van a quedar en poco. La
Atención difusa es un muralla, alta y ancha, muralla china, díficil de
flanquear o atravesar, si fallmos al primer paso, qué va con el último…
La femenina voz sonó segura, delante nuestro
caminaba, sus palabras sonaron a mucho trabajo, a descubrirse a sí misma en el
perderse y encontrarse, en el dolor y en la quietud, en el quedarse en blanco
sin asociaciones que sustenten su formal pensamiento, ese lugar donde
habitualmente vive nuestra mente, mientras le escuchaba, en su tono algo nos
decía que no se había percatado de ello, pero la agudeza de sus palabras, traía
un “pronto ocurrirá”…
Moverme¡, la casi exclamación salida desde uno de
nuestros costados, nos decía que su esfuerzo no fue mayor ahí, su esfuerzo fue
en mantenerse en sus asociaciones acostumbradas, que como todos, recién está
empezando a descubrir de que se trata ese lugar en el que habita nuestra mente,
le sacamos la mecánica a nuestra habitualidad y quedamos paralizados, descubrir
o desarrollar una atención difusa, sobre nuestros centros, he ahí el esfuerzo.
Mi mente, mi mente ¡¡¡ Si podemos observar nuestras
propias huellas, descubriremos que “somos” demasiado nuestra mente, o peor
todavía, que ella pretende controlar y ordenar nuestras andanzas y nuestras
danzas, nuestros movimientos y nosotros quedamos desplazados a un oscuro lugar
en nuestras asociaciones, esperando que alguna de ellas nos venga a rescatar,
pero nuestro compañero caminante –descubridor, tampoco ha descubierto, su
Presencia observadora, quedándose con lo que memorizó, nos cuenta que en verdad
no trabajó para Sí, más bien trabajó para describir lo que ejercitó.
Podemos
movernos, pero a título de qué? De que mi mente se quede con ganas, permanezca
en un constante estado de confusión y “como a todos” nos sacudan un poco
nuestra habitual mecanicidad y ya estamos perdidos, si moverse no debiera
significar mayor esfuerzo, puesto que estamos completamente identificados con
este nuestro vehículo viviente, ¿Qué sucede con nuestra mente, o mejor, con
nuestras asociaciones? Donde estamos habituados a vivir, allí se producen los
sacudones, verdaderos terremotos sinápticos que liberan suficiente energía como
para vivir “facíl y comodamente” nuestra rutina diaria de sed y de espanto,
nuestro locuaz amigo, caminando a nuestro lado no ha descubierto aún la trampa,
pero es otro candidato a levantar el velo, el ancho de una moneda, pero será
suficiente.
Descubrir nuestras debilidades en algún momento nos
permitirá desarrollar nuestras fortalezas, enfrentarnos a nuestros fantasmas, a
nuestros abismos, a aquellas habitaciones que hemos cerrado bajo siete llaves
desde épocas casi idas, nos dejará el sabor de batallas logradas, pero si nos
habituamos a excusarnos y reforzar nuestras excusas en nuestras inhabilidades,
nos hará débiles, enfocados y ello nos bloqueará, el sabor de la atención
difusa, de esta guisa pensé mientras oía la sonora voz delante mio, caminando
en esta selva ominosa y visceral, plagada de todo tipo de habitantes
desconocidos para nosotros, los que nos hemos atrevido a cruzarla, pensé en que
llegará el momento en que deberá enfrentarlos y si asi ocurre, podrá despejar
su mente y abocarse totalmente a su destino, si no antes la Ley de Accidente
cobra su porción.
Nos
cuenta, nos habla, nos dice que estuvo cerca, pero que como a todos nosotros,
ciegos, no sabemos cuando hemos rozado aquello que salimos a buscar, a
descubrir, a saber si realmente la tierra es redonda o en verdad allí en el
horizonte existe un abismo al que caeremos, la voz de nuestro camarada suena
satisfecha con un dejo de cansancio y agobio, siente que algo encontró,
descubrió, pero las palabras, no son nuestra mejor herramienta, especialmente
cuando estamos en medio de una selva enmarañada que todo lo carcome, lo
transforma, lo desenfoca y procura perdernos en el ejercicio de caminar una
vereda segura, ir venir, estar, moverse, qué más da, si lo importante
verdaderamente no está en este mundo??? Pero aún pensamos que somos más e acá
que de ningún otro lugar. Extraña selva esta, nos sofoca, nos ahoga, nos atrapa
y nos esclaviza y sin embargo gustamos de ella.
Qué he
descubierto??? La voz niña, suena a trajín, a mucho esfuerzo, a costos
prácticos de trabajo y dudas, si la atención no puede estar en dos lugares a la
vez, eso es lo que se descubre, que somos monotemáticos, que podemos “realizar”
una cosa a la vez, que no podemos ir más atrás en nosotros y dejar al piloto
automático desarrollar las tareas mientras nos entretenemos observando en
nosotros nuestras dificultades, no lo puedes ver niña??? Ya lo verás, ya lo
verás.
Es una
lucha, es una lucha con nosotros mismos, por rescatarnos a nosotros de nuestra
propia esclavitud y nadidad, a veces voy a veces no, a veces me arrojo al
ejercicio y otras lo dejo estar quieto, lo que me deja quieto, ¿Hasta cuando
nuestra personalidad tomará las desiciones que debieran ser nuestras? Pero si
no podemos “descubrir” nuestras dificultades más allá de los conteos, los
movimientos y el compromiso personal, ¿Qué sacudirá la quietud de nuestro
espíritu, frente a aquellas obligaciones
que hemos asumido como nuestras?...