Lo más terrible de todo es que creemos en nosotros, sin atisbar siquiera que solo somos una mala copia de aquellas películas y videos caseros que por ahí circulan, cual piratería callejera.
No obstante, en esta maraña rasposa y pegote, selva de caricaturas y misterios, aún podemos despejar un poco la vista y el entendimiento y “ver”, cuál pituitaria anónima enfocada a descubrir para nosotros, los verdaderos gestos de la falsa naturaleza.
Entonces, vistos los ademanes y pantomimas que realizan los actores para llamar la atención, uno de nuestros integrantes, descubrió que usamos demasiado nuestras extremidades del tren superior, para expresar aquello que queremos transmitir, las veces que cada uno ha realizado ese papel y que otros a nuestro alrededor jamás dilucidarán, qué es lo que se está viendo.
Hambriento, si hambriento de todo y de todos, hambriento de vida, lleno de necesidad, lleno de alborotos temerosos, cómo un grito de advertencia para decir, ¡Estoy aquí, a pesar de los muchos años ¡ La voz, que hace esta descripción sorprendida por lo que descubrió, se quedó atónita ante tamaña observación y con respeto, inferida en su decir, guardó parte de aquella visión para sus años en ese trance. Descubrir, como ciegos guían a ciegos, siempre será doloroso y sorprendente, “me he quedado pasmado ante la docilidad y el temor reverencial de aquellos que le siguen” quizá sin darse cuenta, ha agradecido al Camino por haberlo encontrado y otorgarle la oportunidad de conocer la Verdad, para que esta lo haga libre. Mientras está en ese descubrimiento, puede observar, aquellas máquinas, que mencionaba el Señor G. Robots cristalizados en sus hábitos y costumbres ajenos a todo aquello que no sean ellos mismos. Parásitos usurpando vitalidad de sus indefensos huéspedes.
Puedo presionar aquí y los veré saltar ¡¡¡ Cerca, caminando agrupado con nosotros, aunque dada la enmarañada selva sin ser visto, podemos escuchar únicamente su voz, nos expresa, lo peculiar y predecibles que somos cuando estamos en piloto automático. Así, somos uno más en la pantalla, no por ello cada vez que podemos bajarnos del escenario nos permitimos debilidad filial por aquellos que permanecerán toda su vida sobre las tablas, cual oración silenciosa por los desafortunados, admirado de “ver” un poco de Voluntad enviándole una afectuosa sonrisa.
Diferentes Yoes expresándose, cada uno de ellos en pro de sus necesidades e intenciones, quien se expresa, manifiesta dolor ante la cruda y voraz naturaleza, serán devorados como una nube pasajera y falaz que se lleva un viento de tormenta y ese descubrimiento provoca sentimientos que pueden transformarse en una oración por los demás, manifiesta que es más fácil huir que vivir ese dolor.
Oigan ¡¡¡ cuando alguien se ubica de lámpara, absorbe y entrega sus energías, pues descubrí que mientras más energía absorbe más se agita y en su manifestación gesticular-corporal se va vaciando en los demás quedando todos agotados, ¿Quién ganó? ¿Quién se nutrió con ese despilfarro? Esta vez, nuestro caminante, no descubrió que quien se alimentó de todo aquello fue él.
Energía, energía, energía, vampirismo, larvas erguidas parasitando y parasitadas, por supuesto que nos hemos desarrollado en este medio y reproducimos todo lo que está en él, pero estamos acotando para nuestra Esencia, luchando porque toda esa porquería que adquirimos no nos aplaste y nos borre ante la Verdad, el día de nuestra propia invocación al infinito. Las pisadas que acompañan a esta voz son ciertamente livianas, peso femenino, y como tal, sensibilidad ante la desgracia del ser humano, (equivocadamente llamado hombre, decía Samael) descubrió la importancia de no pertenecer al mundo estando en el mundo, pues las cosas que ocurren en el mundo no son más ciertas que una mañana nublada hasta que sale el Sol.
La máquina humana otra vez, sus habituales mecanismos de conducta expresándose en sus cotidianos, o sea, poco que expresar, su voz sonó a desencanto, a vacío, sonó a cada vez me gusta menos abrir mis ojos, descubrió el agotamiento y consumo que provoca estar inmerso en un ambiente francamente hostil para quienes intentan desarrollar capacidades ajenas a las que otorga la natura, descubrir en los actores que muchas veces están obligados a expresar roles que no les gustan es descubriendo en nosotros mismos, la miríada de veces que estando en un lugar, no lo estamos cabalmente, automatizando nuestro vivir.
“Vaya¡ noté que cada vez que miraba hacia un lugar allí estaba yo, eso me asustó”. Casi de confidencia, la voz en un susurro, manifestó lo huidiza que fue ante tamaño desafío, pero que su propia nadidad fue mayor y conteniendo sus temores, se atrevió a lanzarse al abismo insondable de la observación para inferir las distancias inmedibles de interlocutores que frente a frente, no se comunican, más bien, se acompañan visualmente para sentirse seguros. Luego lo veo en mí y me asusta, pero me atreví y aquí estoy, caminando con ustedes en esta espesura alevosa y maloliente que se impregna en nuestras ropas y en nuestra piel, en nuestras voces, gestos, actos, sonrisas, dolores e inclusive en nuestro caminar.
Todos quisiéramos llegar a casa, todos quisiéramos darnos una ducha y quitarnos la selva de encima, pero tras nuestro escuchamos jadeos y pasos, que nos dicen que no todos cumplen su cuota de camino a la fecha asignada, cual hombres del mañana que fueron alcanzados lastimosamente por el presente, presente que les dejó en el pasado.
Lo más terrible de todo es que nosotros, somos una mala copia de películas y videos caseros, piratería callejera.