EL SINDROME DEL BUSCADOR
Dos vagabundos fueron arrestados acusados de asesinato. La corte los encontró culpables y el juez los condenó a ser ahorcados. La mañana de la ejecución, uno se volvió hacia el otro y le dijo:
- “Maldición, parece que me estoy volviendo loco. No puedo ni pensar. Ni siquiera sé qué día de la semana es hoy”.
“Es un lunes”, dijo el otro vagabundo.
“¿Lunes? ¡Dios mío! ¡Qué manera tan mierdera de empezar la semana!”
Aún a punto de morir la gente sigue repitiendo los mismos viejos patrones habituales, reaccionando de forma automática. Van a morir, ya no habrá ninguna semana…, ni genial ni mierdera. Pero es simplemente el viejo hábito: alguien te dice que es lunes y tú automáticamente exclamas “¿Lunes? ¡Dios mío! ¡Que manera tan mierdera de empezar la semana!”.
Si te sientas a la orilla de la vida y observas el mundo de las personas, encontrarás que son caminantes dormidos, sonámbulos, pero mantienen su fantasía de creerse despiertos y ser dueños de sus actos. Aunque por sus propios medios, un dormido poco puede hacer para despertar.
SI no has sentido nunca en tu interior la inquietud del BUSCADOR espiritual, esa sensación de insatisfacción de que algo nos falta para sentirnos realizados, completos, para alcanzar la felicidad de la paz interior, no vale la pena que pierdas tu tiempo leyéndome.
Cuando hablo de felicidad, no me refiero a los pequeños, breves y evanescentes momentos en que nos sentimos eufóricos, ni a las situaciones temporales de enamoramiento con fecha de caducidad, sino a un estado permanente de serenidad, bienestar, paz interior que emana alegría y felicidad, como consecuencia de la armonía de la unidad.
Si hoy me he animado a contarte esto, no es para marcar diferencias entre nosotros, no es para elaborar teorías novedosas, sino porque lo que te cuente puede ser una herramienta útil para tu camino.
La pregunta es ésta: ¿DUERMES O ESTAS DESPIERTO?
Cuando uno se pone a buscar tiene que hacerlo con el corazón sincero, con anhelo, y con un compromiso consigo mismo. Si un corazón sincero grita, buscando la verdad, la verdad llega.
El verdadero Buscador ha tomado conciencia de la falta de Amor en su vida, la falta de Paz, la falta de Armonía en sus relaciones, la falta de Verdad, ya que se encuentra constantemente involucrado en mentiras e hipocresías para poder ser aceptado. Puede que muchas veces se sienta asqueado y enfermo de todo, y es esto lo que lo transforma finalmente en un real y profundo Buscador de sentido, en un Buscador espiritual.
El Buscador, al principio, sólo puede constatar su inquietud, su insatisfacción, pero no sabe con certeza hacia donde dirigirla; se encuentra en esta vida sin una memoria clara de su origen ni del bagaje con que viene a ella.
A medida que el Buscador va coincidiendo con temas, libros, personas, conversaciones. .. Que encajan con su esquema, el Buscador irá constatando cómo todo ello le resulta de algún modo familiar, cómo su memoria comienza poco a poco a despertar. El Buscador irá empezando a vislumbrar el trazado de su Camino.
Si estás decidido a que tu búsqueda tenga un sentido, si quieres vislumbrar tu meta, te invito a que comiences a buscar el puente, porque hay oportunidades que no se nos presentan dos veces.
Cada buscador es único, su esquema energético es único, su plan de viaje es único, y por ello su camino debe ser también único. Pero más allá de los detalles que constituyen su unicidad individual, el Buscador comparte con los demás Buscadores su anhelo de realización de sí y libertad interior. Independientemente de la diversidad de caminos, la meta es la misma para todos.
El Buscador hace que el viaje de la vida sea una ruta hacia lo más íntimo de sí; descarta esquemas y modelos establecidos; evita dejarse atraer por la influencia de su ego y la dictadura de su personalidad para caminar hacia su Yo Superior; hace, en fin, el camino desde la servidumbre hacia la libertad. Emprende así la más azarosa y ardua, pero prometedora aventura del espíritu. Más bien es como si “algo” en su interior la emprendiese por él. Intuye la dureza de la prueba, las vicisitudes y zozobras que le esperan, las batallas enconadas que le tocará librar contra sí mismo… Pero el genuino buscador no se atemoriza, no cede.
Indaga, investiga y explora innumerables vías hacia su meta, intentando encontrar la que mejor encaja con su naturaleza, con su herencia, con su plan personal. Hay un anhelo de Luz y de Unidad que le proporciona el coraje necesario para seguir.
El peregrinaje va a ser largo, y su alquimia de mejoramiento debe ser consistente y disciplinada.
Esta búsqueda incansable de la verdadera realidad interior es su “regreso al hogar”, sabedor que el mundo exterior le es ajeno. Está en el mundo, pero sabe que no es del mundo.
El verdadero buscador no es un fanático, no es un visionario, no se deja enredar por arrobamientos o estremecimientos emocionales, no es atraído por ocultismos baratos, no es un salvador de almas, no trata de adoctrinar ni de impresionar a los demás. Su objetivo exclusivo es él mismo. Sabe que las únicas batallas que librará tendrán lugar en su interior. Necesita toda su energía y no puede permitirse malgastarla en espejismos inútiles.
Tu verdadero tesoro está por descubrirse. A pesar de la frustración, a pesar de tu luchar interminable con molinos de viento, tu tesoro está intacto… Necesitas descubrirlo, tienes que re-encontrarlo. Para descubrir tu tesoro tendrás que ser auténtico desde el comienzo hasta el fin. No tienes alternativa, sólo existen dos posibilidades espirituales… o ERES o NO ERES… La puerta está abierta gracias a quienes dedicaron su vida a hacerlo posible para otros. Recuerda, Buscador: en tu corazón está tu tesoro.
Si eres perseverante en tu búsqueda, verás que algunos consiguieron despertar, nos legaron sus ejemplos de vida, y sus voces; como un eco que atraviesa el túnel del tiempo, sembraron la esperanza de poder despertar. Somos como Bellas Durmientes yaciendo en su lecho durante cien años, hasta que el “beso” de alguien despierto nos devuelve a la vida, a “estar conscientes”.
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