de VIAJE A TRAVÉS DE ESTE MUNDO-STANLEY NOTT
CHARLAS CON GURDJIEFF-
Cierto día en el departamento de Gurdjieff, mientras esperábamos para
almorzar, noté que había varias mujeres que no había conocido antes,
obviamente americanas. Después de un rato entramos y nos sentamos a la
mesa esperando que Gurdjieff llegara, yo era el único hombre. Nadie
hablaba, todos estábamos incómodos y la tensión comenzó a aumentar.
Finalmente Gurdjieff vino y dándose cuenta de la tensión reinante,
mirando en derredor dijo: “¿Qué pasa que nadie habla? ¿Estamos en un
mausoleo? Parece como si estuvieran sentados en un lugar especial sin
que nada suceda!” Todos nos echamos a reír y la tensión desapareció.
Las mujeres eran de la clase, que en ese tiempo producían en mí un
sentimiento de hostilidad -del tipo intelectual y de negocios. Ellas no
estaban casadas y trabajaban con Gurdjieff en un grupo pequeño. Pero
encontré que él les estaba impartiendo algunas enseñanzas muy
interesantes y un buen día le pregunté a G. si podría trabajar con este
grupo. Me dijo que no.
“¿Por qué?”, pregunté.
“No es para Ud., no es para hombres. Estas son de un tipo especial.”
No había ningún otro grupo regular, salvo este, en Paris en esa época.
Él trabajó con ellas por varios años y realizó uno de sus milagros. Él
cambió sus vidas interiores, por eso de un tipo de mujer arrogante,
intelectual y exitosa en los negocios, como muchas me parecían, ellas
llegaron a ser cálidos y comprensivos seres humanos. En este grupo
estaban Katharine Hulme, Margaret Anderson y Solita Solano.
Quería
leer el capítulo llamado “Profesor Skridloff” de la Segunda Serie, que
Gurdjieff había recientemente terminado y del cuál conocía algunas
migajas. Cuando un día fui a su departamento me dejó en la despensa y
luego me trajo una pila de revistas de detectives, y las colocó sobre la
mesa y dijo: “¿Ud. desea leer algo quizás?” Lo miré y le dije: “Sí,
pero no historias de detectives, vine para ver si me dejaba leer el
“Profesor Skridloff” de la Segunda Serie. No contestó y salió.
Después del almuerzo, de nuevo le pregunté si podría leerlo y aún sin
decir nada, salió de la habitación. Yo esperé un rato y entonces le dije
a Solita Solano, su secretaria en ese momento, -”¿Podría ir a
preguntarle a Gurdjieff si me permite leer “Skridloff”?”. Ella fue a su
habitación y al regresar me informó: “Él dice que Ud. está borracho.”
Repliqué: “Siento una necesidad especial de leer “Skridloff”, por favor,
pregúntele nuevamente si puedo leerlo; viajo a Londres en uno o dos
días y no estaré de regreso por algunas semanas.” Ella salió de nuevo y
en pocos minutos volvió con el escrito mecanografiado.
Estimulado
por la charla del almuerzo y caldeado por el armagnac, la historia me
dejó una profunda impresión, especialmente cuando el padre Giovanni le
comenta a Gurdjieff y a Skridloff sobre los dos ancianos, el Hermano Ahl
y el Hermano Seze, quienes los visitaban de tiempo en tiempo para
darles sermones a sus Hermanos del monasterio. Les dice que cuando el
Hermano Seze habla es como si uno estuviera escuchando las canciones de
los pájaros del Paraíso. Cuando habla el Hermano Ahl, sus palabras
tienen una acción contraria. Él habla mal, sus palabras son difíciles de
seguir, no hay duda que es por su gran edad. Pero aunque los sermones
del Hermano Seze en el momento producen una fuerte impresión, esta
impresión gradualmente se diluye hasta que nada queda. En cambio, las
palabras del Hermano Ahl al principio no hacen casi ninguna impresión,
pero
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con el tiempo la esencia de su discurso penetra a las profundidades del corazón, donde permanece para siempre.
Ouspensky y Gurdjieff.
Hay una conmovedora música compuesta por Gurdjieff para la lectura de “Skridloff”.
Al día siguiente almorzando, me acordé de algunas preguntas que deseaba
hacerle a Gurdjieff e intenté hacerlas pero cada vez él me interrumpía.
Finalmente, le dije: “¿Piensa que haya logrado cambiar en los últimos
años?”, esperando por supuesto que él me dijera que yo había cambiado
para mejor.
Todo lo que dijo fue: “Cambió por la edad”.
“¿Eso es todo?”
“Ud. aún es egotista.”
“Yo no estoy más seguro de mi mismo.”
Él comenzó a hablar de algo, asintiendo con la cabeza hacia mí, pero yo
no podía seguirlo. Entonces él dijo, “Él es un hombre feliz porque no
comprende lo que digo, entonces no sufre.” A esto yo exploté con un
profundo sentimiento: “Sé que no soy nada y que no comprendo nada.”
Abatido me senté de nuevo dándome cuenta de mi propia vacuidad. Él
comenzó a hablar a Miss Gordon, luego me miró y sonriendo, me dijo: “Ud.
sabe, a veces es necesario clavar las plumas del pavo real en cierto
lugar”, (apuntando a su cola), “y” (levantándose) “no andar así”
(caminando de una manera compungida), “sino así” -y se pavoneaba
moviendo su gran trasero. Todos, incluyéndome, nos reímos.
Se sentó y
comenzó a hablarme. De nuevo no lo pude seguir, y él les dijo a los
otros, “Le dije algo, pero no entiende. La semana que viene comenzará a
pensar en ello. El próximo mes o en uno, dos o cinco años, él comenzará a
entender algo.” Todo lo que pude obtener entonces fue que habiéndose
dado cuenta de la nadidad de uno mismo, uno no debe dar lugar al
abatimiento, sino sufrir un real remordimiento de conciencia. Las
excusas y reproches gastan la energía, el remordimiento de conciencia
ayuda, de alguna misteriosa forma, a reparar el pasado. También que uno
debe aprender a usar la propia vanidad y el orgullo real. Repitió lo que
me había dicho antes acerca de que los ángeles y diablos tienen mas
vanidad, y agregó: “Pero si Ud. tiene una astucia real, puede hacer que
ellos sean sus esclavos. El ángel puede hacer una cosa, el diablo puede
hacer todo. El hombre debe tener una astucia real, no en el sentido
inglés actual, sino en el antiguo sentido.”
Durante una de las
cenas, mientras brindábamos por los idiotas, él me preguntó de nuevo.
“¿Qué clase de idiota es ahora?”. “No sé”, respondí.”Ud. debe decirme,
Ud. debería saber”, me dijo enérgicamente. “Un hombre debe conocerse a
sí mismo.” “Entonces, pienso que soy un idiota desesperanzado, con un
poco de esperanza.” “Sí, Ud. es realmente un idiota sin esperanza”. Por
eso el brindis que se hizo fue: “A la salud de todos los idiotas
desesperanzados, objetivos y subjetivos. Es necesario agregar que sólo
aquellos que trabajan sobre sí mismos en vida, morirán honorablemente,
aquellos que no lo hagan perecerán como perros.” El brindis fue hecho
con Armagnac.
Me preguntó: “¿Qué clase de idiota le gustaría ser, objetivo o subjetivo”.
“Subjetivo, por supuesto. No deseo perecer como un perro”, dije. Él
agregó: “Todo hombre piensa que él es Dios, pero un idiota sin esperanza
a veces sabe que él no es Dios. El idiota sin esperanza objetivo es
mierda. Nunca puede ser algo, nunca puede hacer nada. El idiota sin
esperanza subjetivo tiene la posibilidad de no ser mierda. Él ha llegado
al lugar donde sabe que él es desesperanzado. Él se ha dado cuenta de
su nadidad, que no tiene una entidad.”
Entonces me puso en la mano
un pimiento rojo y me dijo: “Cómalo, entonces recordará.” Lo puse en mi
boca y como el kurdo de Belcebú, continué comiéndolo aunque parecía como
si mi cuerpo entero estuviera en llamas. Me dijo: “Puede ser un factor
recordatorio.”
Lo que me hizo recordar fue que en el Prieuré, uno de
los niños era mal educado y no obedecía. Gurdjieff lo estaba
observando. Fue hacia él, lo levantó y le dijo: “Tú debes aprender a 56
obedecer a tus padres, “lo dio vuelta y le pegó fuertemente, diciendo:
“Este es un factor recordatorio.” El niño se fue corriendo, llorando y
sosteniéndose la parte trasera, gritando: “¡Factor recordatorio, factor
recordatorio!”
Después de comer el pimiento rojo, mientras retenía
mi respiración, Gurdjieff le dijo a alguien: “Todos hablan acerca de la
esperanza, la fe y el amor. Olvídense de su esperanza, fe y amor como
las han comprendido hasta este momento. Ahora debe haber una nueva
comprensión. Escribí sobre ellas en Belcebú.”
Le pregunté: “¿Qué hay
sobre la gente que no lo conoció o que nunca lo conocerá? ¿Cómo serán
capaces de comprender los Relatos de Belcebú? Dijo: “Quizás lo
entenderán mejor que muchos de los que siempre me rodean. Ud. por
ejemplo, me ve seguido y ha llegado a estar identificado conmigo. No
deseo que la gente se identifique conmigo, deseo que se identifiquen con
mis ideas. Muchas personas que nunca me conocerán, personas simples,
comprenderán mi libro. Llegará el momento en que quizás ellos lean los
Relatos de Belcebú en las iglesias.”
Entre mis notas, encontré lo siguiente:
Quien va por el camino de Dios se distingue por cinco cosas:
Está libre de la ansiedad por las necesidades diarias.
Todo lo que hace está hecho para la gloria de Dios.
Pelea constantemente contra sus debilidades y sentimientos negativos.
Se esfuerza por recordarse a sí mismo siempre y en todo.
Recuerda que es mortal y que puede morir en cualquier instante.