La
producción musical de Gurdjieff se acerca a las doscientas
composiciones, además de numerosas Danzas y Movimientos, lo que
manifiesta la importancia que él daba a las vibraciones de las notas
musicales y a la disciplina del cuerpo. En opinión del maestro todo arte
verdaderamente creativo es siempre consciente. La música objetiva es un
arte que puede llevar a cualquiera a un estado superior. Según
Gurdjieff la mayor parte de la música que conocemos es subjetiva, sólo
busca satisfacer el propio ego. Sin embargo, “La meta del artista
objetivo es producir un efecto definido y calculado sobre la gente; su
propia meta personal puede estar incluida en esto”. Según Gurdjieff:
“Puede haber música tal que congele el agua; puede haber música capaz de
matar a un hombre al instante.El arte musical –objetivo- fue utilizado
desde la antigüedad con la finalidad de hacernos comprender la verdad.
Visto de este modo la música de Gurdjieff satisface una misión sagrada, y
nada tiene en común con la generalidad de las obras de los más
conocidos compositores que si bien proporcionan momentos de felicidad a
la humanidad mecánica (hombres números uno, dos y tres), son incapaces
de producir verdaderos resultados para el desarrollo armónico de la
persona. Un ejemplo de música objetiva lo encontramos en el mito de
Orfeo; éste, según Gurdjieff, impartía conocimiento a través de ella.
Los encantadores de serpientes orientales emplean las vibraciones
musicales para hacer que las serpientes obedezcan sus deseos. Una
especie de hipnotismo atrapa a los ofidios que, en realidad, responden a
una sola nota sostenida durante un tiempo considerable con una sutil
variación en la frecuencia del sonido. El arte musical objetivo
responde, enseña el maestro, a un conocimiento exacto de las leyes
matemáticas gobernadoras de la vibración sonora y de la relación de los
sonidos entre sí. Asimismo en la antigüedad todas las artes estaban
basadas en leyes matemáticas precisas. En base a esta afirmación la
música objetiva, explica Gurdjieff, está fundada en su totalidad en
“octavas interiores”. Antes de intentar acometer la ardua tarea de
arrojar luz sobre el significado de este fundamento, necesitamos
comprender las leyes que gobiernan todos los procesos que tienen lugar
en el mundo y en el hombre. Dos son estas leyes fundamentales que rigen
el universo: la ley de tres y la ley de siete o la ley de octavas. De la
primera nos ocuparemos en el capítulo siguiente. Ahora deberemos
centrar nuestra atención en la ley de octavas pues, en lo referente a la
música tal como la entiende Gurdjieff, esta ley es la base sobre la que
se construye la música objetiva.
La ley de siete o la ley de
octavas es una ley fundamental del Universo. Significa que ningún
proceso marcha en el mundo sin interrupciones. Si no existiera esta ley
todo marcharía hacia su conclusión final, pero gracias a ella todo se
desvía.
En palabras de Ouspensky: “Por ejemplo, si empezase a
llover, seguiría sin parar; si empezasen las inundaciones, lo cubrirían
todo; si empezase un terremoto, proseguiría indefinidamente. Pero se
detienen debido a la Ley de Siete, porque, ante cada semitono que falta,
las cosas se desvían, no marchan por líneas rectas”. Gurdjieff explica
que todo está en movimiento o hacia arriba (evolución), o hacia abajo
(involución) tanto la vida orgánica como la inorgánica. Pero la
evolución al igual que la involución tiene sus límites. Para ello, se
utiliza como ejemplo la escala musical de siete notas. De un do al otro,
existe un lugar donde hay una interrupción. Cuando tocamos las teclas
de un piano empieza un do: una vibración que contiene cierto momentum
(porción de tiempo muy breve en relación con otra). Por medio de su
vibración puede seguir cierta distancia hasta que hace que comience a
vibrar otra nota, re, y luego mi. Hasta ese punto –afirma Gurdjieff- las
notas tienen una posibilidad interna de proseguir (entre do y re hay un
tono; entre re y mi también lo hay), pero en este instante (mi no tiene
posibilidad de pasar a fa, pues entre ambas notas hay un semitono) si
no hay un impulso exterior, la octava regresa. Si recibe esta ayuda,
puede seguir por sí misma y un largo trecho. El hombre está también
sujeto a esta Ley. La música de Gurdjieff sólo se explica con ayuda de
esta Ley de Octavas, y conociendo el papel de los “intervalos” que
cambian la línea primitiva de fuerzas, haciéndola quebrada,
convirtiéndose en su “misma opuesta”. Hay una posibilidad de ayuda o
impulso exterior para superar la ausencia de semitono. Cuando una
persona encuentra una Escuela de conocimiento que le prepare para dar el
salto hacia posteriores etapas evolutivas del ser, entonces, puede
comprender, a través de un trabajo consciente, el funcionamiento de la
Ley y actuar en consecuencia.
La mayor parte de la música de
Gurdjieff está integrada por composiciones cortas, y su ejecución rezuma
modestia. Los ritmos y melodías nos remiten a cantos y danzas populares
de Armenia, melodías persas y kurdas, ritmos turcos, cantos de los
derviches y, también, a la liturgia de la Iglesia Ortodoxa…
Para
comprender el significado de esta Ley, es preciso considerar el Universo
como si estuviera compuesto de vibraciones. El Cosmos es una octava de
siete notas y cada nota puede ser subdividida en otra octava y así
sucesivamente hasta el último átomo divisible. Cada cosa está dispuesta
en octavas, siendo cada octava una nota de una octava mayor, hasta
llegar a la Octava Cósmica. De ella emana el “Rayo de Creación”
La
técnica de la época, muestran sonidos procedentes directamente del
corazón. Finalizada la pieza, los ojos del maestro permanecían durante
un tiempo fijos sobre algún punto; el silencio emitía vibraciones que
eran recogidas y depositadas en lo más recóndito del ser. La sensación
de armonía recorría la columna vertebral de los asistentes sumidos en un
inaudible grito de agradecimiento. Entonces la voz grave de Gurdjieff
rompía ese mágico estado para entonar un ¡Es una oración! Podíamos no
estar de acuerdo con Gurdjieff cuando afirma que buena parte de la
producción musical occidental es “música subjetiva”, que nada aporta al
crecimiento armónico del hombre. Tal afirmación puede comprenderse dado
el desconocimiento general que de la música, y del arte occidental,
tenía Gurdjieff. Él debía su instrucción material y espiritual a
Oriente, por lo que es necesario hacer un sincero intento, libre de
prejuicios, que nos conduzca a una mayor comprensión de la mentalidad
del maestro caucásico, especialmente en su producción musical.