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EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
 
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General: PRIMEROS ENCUENTROS CON EL SR. G. - CONGE
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 16/02/2018 02:15

PRIMEROS ENCUENTROS CON EL SR.G-CONGE

Primeras cenas
Fue en el día de San Miguel, en el día de mi santo, que por primera vez hice el camino al departamento del Sr. G. Yo no era el único que iba por primera vez, y en el encuentro previo la Sra. De Salzmann al reunirnos a todos, nos puso en guardia durante bastante tiempo. Sabíamos que lo peor podría pasar y especialmente, lo que menos esperásemos. “Estén atentos, sean vigilantes”, también creo que había dicho en su comentario final. “Ahora él es su Maestro. El los pondrá a prueba y si Uds. no se recuerdan de sí mismos, yo no podré hacer nada por Uds.” Por eso fue con una profunda aprensión que yo entré en su departamento la primera tarde. Siempre me sorprendía cuando leía las descripciones de otros que experimentaron estos primeros encuentros, notando que ellos invariablemente enfatizaban el asombro acerca de cómo las habitaciones habían sido decoradas. Verdaderamente, yo tenía otras inquietudes.
¿Que había sido un intercambio de grupo o una lectura? Imposible recordar. Durante la cena me senté al lado de Mme. De Salzmann, y enfrente del Sr. Gurdjieff. El me pareció muy amable y me explico -lo que nunca dejaba de hacer- que al principio eran siempre “Rosas, rosas”. Me concedieron en mi honor unas delicias gastronómicas, pero nada me sorprendió mucho, mi madre amaba cocinar platos exóticos y yo los disfrutaba. De alguna forma dudaba que estuviera comiendo carne de oso o salsa de camello. El Sr. G sintió esto y parecía un poco indignado con el pensamiento de que yo no le creía, pero yo no estaba ciertamente dispuesto a lanzarme a un debate acerca de la veracidad de sus afirmaciones. No tenía que juzgar nada, y no tenía el más leve deseo de aventurarme en tan peligroso territorio. Era más bien prudencia que debilidad. No me importaba mucho de cualquier modo, dado que no había venido para eso. ¡Al diablo con la carne de oso!
Cuando llegaron los brindis, él me invito a que eligiera mi categoría de idiota para la próxima cena. “Dígale al Director, qué idiota es.” Y dado que estaba sentado allí y perplejo, y para decir la verdad, bastante irritado, el me explico, de una forma que no explicaba nada, que los idiotas redondos eran redondos y los idiotas cuadrados eran como esto: dibujó un cuadrado en medio del aire; o los idiotas zigzagueantes, “como mujeres histéricas”. Todo esto me molestaba; no me gustaba aventurarme en áreas que no comprendía. “Próxima vez”, él repetía. Pero yo pensaba, “no, no elegiré. Además el probablemente se olvidará.” Oh, ¡cuán ingenuo yo era!”.
Cuando la cena termino, pensé que había pasado la prueba bastante fácilmente. De hecho, no había comenzado aún. Pasaron dos o tres noches, y todavía no había elegido mi tipo de idiota y no tenía el deseo o la razón de hacerlo. Entonces una noche el Sr. G. abruptamente detuvo al Tamada (director de los brindis) diciendo: “¿el doctor no elegir idiota?”
-“No, señor,” dijo el director.
-“Bien, elija ahora”. El tono era perentorio.
-“¡Señor, no comprendo nada acerca de esto! ¿Cómo podría elegir?
-“¡No, no, elija! Ud. detiene todo. ¡Director, espere!
Yo tenía que lograr atravesar esto de alguna manera. Todos estaban mirándome. Yo suplicaba por alguna señal de parte de la Sra. De Salzmann, pero ella me miraba con frialdad. Yo podría haber replicado cualquier cosa, pero realmente no quería hacerlo, habría sido deshonesto. Era mejor que demostrar alguna destreza, aparecer en tal situación modesto. Lo que significaba que opté por un “idiota ordinario”. Eso me pareció especialmente inteligente de mi parte.
-“Oh, Doctor, en eso no encaja! Ud. idiota superior.”
Yo no vi evidencia de superioridad, pero di la impresión de que lo había aceptado. Hubo unas pocas risas fuera de lugar! Y fui reconocido por el Director, quien en el segundo brindis, se volvió en mi dirección diciendo: “y a su salud también, Doctor.”



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