Nathalie de Salzmann de Etievan. Extracto de "Tal como uno hace su cama, se acuesta".
"Esto comienza desde que el niño es muy pequeño, puesto que en general,
en la educación que recibimos, se ignora la importancia de expresar y
manifestar amor al niño. Hemos recibido mucho sentimentalismo, de vez en
cuando cariño, pero el verdadero amor lo recibimos muy pocas veces. El
niño necesita amor para crecer, para tener confianza en sí mismo. Los
niños criados sin suficientes manifestaciones de amor, tienen una
carencia muy grande.
En la mayoría de los casos, no es que los
padres no los quieran, sino que no saben expresarles ese amor: si uno
está a cien metros de un niño y "lo quiere muchísimo", a ese niño ni le
va ni le viene, él no lo siente, para él es como si uno no lo quisiera.
El niño anhela amor y no lo recibe. Por consiguiente., dentro de él se
estructura el siguiente razonamiento, sin palabras: "No me quieren
porque no soy querible. Si no soy querible es porque no valgo nada, no
tengo un valor". Y ahí comienza la negación de sí mismo, dice "no" a
todo, 'no puedo, no sé, no valgo".
Es un niño inseguro, que se
limita y, naturalmente, no querrá expresar exteriormente su propia
persona, porque esa persona "no vale nada". De ahí que pretenda ser lo
que no es, que pretenda tener una apariencia que no corresponde a su
realidad. Cree entonces que los otros son mejores que él, porque piensa
que, tal como es, nadie lo puede querer y que para ser querido debe ser
de tal o cual manera. Cree que la gente espera de él una cosa diferente a
la que él es, que esperan de' él que sea cómico, teatral, intelectual,
etc. y que esa es la única forma en que podría ser amado, querido y
aceptado. Por ello se coloca una o varias máscaras y en la vida se
dirigirá a los otros seres con la máscara puesta —que cambia de acuerdo a
la persona que tenga enfrente—. Si cree que alguien lo va a querer por
ser simpático, se-colocará una máscara sonriente y se mostrará así aun
cuando se sienta triste y sin ganas de sonreír. Con otro, se pondrá otra
máscara y así durante toda su vida, porque no cree en sus capacidades,
no tiene confianza en sí mismo. A fuerza de mostrarse como no es,
termina por creer en algunas de sus máscaras y de esta manera, menos
aún, podrá llegar a ser un día lo que él verdaderamente es.
Cada uno
de nosotros tiene varias máscaras y en una pareja, ambos están en la
misma condición, pretendiendo, teniendo miedo de dejar su máscara. "¿Se
darán cuenta de que no soy nadie?", se preguntan. Esa situación, además
de implicar una gran desconfianza en uno mismo, impide la comunicación.
¿Qué es lo que se comunica entre los seres, de máscara a máscara? La
realidad del ser no atraviesa la máscara. La mentira de la máscara está
ahí y es desde esa mentira que tratamos de comunicamos.
Con esas
máscaras, con esa manera de ser, también nos mentimos a nosotros mismos,
porque necesitamos que esa máscara que presentamos sea reforzada por
los demás y por la vida misma. Cuando esto ocurre, comenzamos a creer en
ellas, creemos que somos así y resulta cada vez más difícil deshacemos
de ellas.
Entonces, en una relación de pareja, ¿qué es lo que vamos a
compartir, qué es lo que se va a unir entre dos seres que pretenden ser
lo que no son? Sostener esa mentira cuesta mucho trabajo e impide la
comunicación. La realidad es que si el otro quiere a esta persona que
pretendo ser, entonces no me quiere a mí... Es mejor que las ilusiones
se caigan de una vez, porque son como burbujas de jabón. La verdadera
comunicación sólo puede existir si hay honestidad, si dejamos de lado
las máscaras. Pero, para poder hacerlo, lo primero es damos cuenta de
que las llevamos puestas."