Hay tantas interpretaciones y clases diversas de posiciones que
probablemente, en un análisis final, se podría concluir que cada persona
tiene su propio modo o su propia interpretación acerca de esta
cuestión.
Este es un claro ejemplo de que las necesidades de cada persona difieren.
No hay dos personas exactamente iguales y por lo tanto no hay dos
personas que hallen la misma satisfacción en la misma cosa, ya sea en
las necesidades físicas como en las espirituales.
Los seguidores
de toda religión, metafísica o política, filosófica o ética, dicen que
la suya es la única verdad, de que todo que dicen los demás es falso y
toman su propia convicción por la prueba de la verdad.
¿Que
filosofía o religión, que doctrina o ideología, por muy completa que
sea, por muy libre de contradicciones internas que sea, y por muy
atractiva que sea, puede dar pruebas de la propia verdad?.
Esa “verdad” varía con el tiempo y luego sigue la moda.
La verdad no evoluciona; es una constante hacia la cual evoluciona la persona, sea cual quiera que sea.
La evolución de la persona como organismo físico puede ser incompleta,
por lo que respecta a nuestro conocimiento de su historia, pero la
persona todavía evoluciona, por lo menos mentalmente.
Y esto debe
comprenderse como parte de la verdad que podemos hoy aceptar, y como
indicio del horizonte que se abre en el futuro de la sociedad.
Vueltos hacia lo cotidiano, a la experiencia como sujetos, nos
experimentamos distintos de los objetos, de las situaciones y del mundo
con el que nos relacionamos.
Muchas personas pudieran llamar a cualquiera de estas cosas con términos diferentes.
Pero la terminología que la persona trata de emplear como símbolo de
estas cosas, que el solo conoce en parte, no tiene relación alguna con
las cosas designadas.
R.Malak.