Mira hacia adentro
“Mira hacia adentro.” Marco Aurelio se dice: “Adentro está la fuente de
Dios.” Su filosofía práctica se desarrolló de las reflexiones privadas,
dolorosas, de un hombre con demasiadas responsabilidades y con nadie en
quien confiar. Desde que se inventaran los cuadernos, la cuidadosa
disposición de un hombre tratando de alcanzar su propia alma ha
inspirado a miles de lectores. Aunque sus palabras fueron inspiradoras,
en un nivel más profundo son también una serie de instrucciones
personales. La frase “mira hacia adentro” es un acto consciente, una
reconexión intencional con una isla profunda, interna, siempre verde; un
“semi-paraíso” en el que la parte inmortal respira libremente.
Su orden escrita a sí misma puede llevarlo a uno a ese mismo lugar.
Intuitivamente, uno sabe que está allí, en un lugar donde uno está
imperturbable, donde no lo afectan las cosas externas, en un lugar de
fuerza. Y cuando uno alcanza ese lugar, guiado a un dominio antes
desconocido, lo reconoce de inmediato; respira aliviado y se sienta como
anfitrión e invitado a la vez. La presencia es familiar, serena y
desapegada de la actividad y de las preocupaciones frenéticas de las
funciones.
Parte del trabajo de escuela es prepararse para este viaje al Ser
Superior. Mediante la instrucción y el ejemplo uno desarrolla un juego
de instrucciones personales para esta vida interior, un lenguaje para
convocar a la presencia y proteger este tranquilo lugar interior. La
palabra “Vigila” evoca un ojo observador sobre las funciones y, cuando
los miedos y ansiedades de las funciones lo agitan, uno utiliza “Paz” y
las observa retroceder, ya que “solo eran sueños que os turbaban." De la
presencia uno crece interiormente y lo externo retrocede en
importancia. Con presencia, un interior viviente llena el código
enigmático de la forma humana y la consciencia llena la máscara humana.
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