Mi querido Homero, cada vez que se acerca el fin del año en curso, como que me da por rebuscar entre aquellas cosas que de una u otra manera me ayudaron a aprender a través de otros este Trabajo...
Y no te me sulfures por ese silencio incidioso en que se encieran la mayoría de los "miembros activos" de la Comunidad; ellos no son los culpables..., aunque siento también que algo podrían hacer a ese respecto, si realmente el Trabajo ha tocado o contactado fibras interiores más profundas que sus personalidades...
Yo, gracias a dios, conocí una mujer de armas tomar, una mujer que aprendió a valerse por sí misma... Llegó a mí con un nombre muy rimbombante: "Shaquin Santi", por cierto, ganado a ley.
Pero ya vez como me encanta olvidar nombres y bautizarlos con otros más esenciales, para lo cual la lista de animales me ayuda.. A ella le llamé: Mireya, es decir: una miríada de estrellas con poder refulgente.
Y claro que siempre se abrió a Todo y a Todos ustedes, y sobretodo contigo, porque te considerá como uno de los pilares fundadores en que se apoya esta Comunidad.
Con qué "respeto", y con que "atrevimento" se presenta ante ti, no para enseñarte nada, sino para compartirte que se ha puesto en tus zapatos..., antes de sugerirte algo a partir de ella misma.
Quizá sus palabras, nacidas de un corazón fruto del Trabajo, sientas que conllevan ese aroma de eternidad; que lo que te compartió hace ya muchas lunas atrás, siga siendo válido como en los cuentos infantiles: "por siempre jamás".
Ella conoció hasta el mismísimo Oscar Chavez, el gorila en turno perpetuandose de acuerdo al tiempo ordinario; por lo tanto, era inmune a pendejadas habituales de nuestra naturaleza social... Te puedo asegurar, porque su misma esencia me lo comunicó, que ella a los siete años de su niñez cerró su primera octava, cuando mató en su corazón de un tajo certero y directo a su propia madre... Y ya vez, yo, un hombre viudo, le di entrada en el hogar donde conviví en matrimonio con mi Amada compañera... De ahí no pasó, simplemente porque yo soy de buen diente y ella no sabía ni cocinar un maldito huevo pasado por agua... Verdaderamente vivió muchos años como Fakir, y poco faltó para que me convirtiera a mí en un iniciado Lama o mínimo del Budismo...
Homero querido, te adjunto algo que te pertenece, y estoy seguro que como aquella vez, volverá a tocar las fibras más intimas de tu ser de trovador...
Carlos de la Garza P.