El Sr. y la Sra De Hartmann ya transmitieron un algo diferente a algunos marineritos de aguas saladas acerca del significado preciso de lo que llamamos: Atención, Deseo, Voluntad y Libre Voluntad...
El Comité Central de esta nuestra Comunidad me sugiere muy amablemente que es mi obligación regar y cultivar lo antes transmitido. Pero sintiéndome sin ese aliento que muchas veces saboreo en mis "Guías", he decidido mejor que uno de ellos sea precisamente el que de alguna manera, continúe con ese Trabajo...
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COMPRENSIÓN Y AYUDA
J. G. Bennett
(Extractos de charla dominical en Coombe Springs del 6 Junio-65)
Debemos conservar frente a nosotros que somos seres capaces de crecimiento, desarrollo y transformación, no seres destinados a permanecer tal y como somos. El significado de nuestras vidas no es para ser encontrado en lo que nosotros somos ahora, sino en lo que nosotros podemos llegar a ser. Las condiciones para este crecimiento y desarrollo son en parte proveídas para nosotros, pero también en parte tenemos que crearlas en uno mismo. Somos proveídos con nutrientes de tres tipos: La Naturaleza nos da nutrientes para nuestros cuerpos; la cultura humana nos da nutrientes psíquicos; y somos proveídos con nutrientes espirituales desde una Fuente espiritual. Pero no podemos beneficiarnos por todas estas provisiones a menos que un cierto mínimo de cooperación parta desde nosotros mismos. Tenemos que trabajar para poder pagar y sacar provecho de los alimentos que son puestos a disposición de nosotros por el trabajo de la Naturaleza, y este trabajo, de una u otra manera, tiene que ser hecho. Si no lo hacemos nosotros, alguien más tendrá que hacerlo para nosotros, y no debemos olvidar que en este caso estamos en deuda, porque alguien ha hecho por nosotros lo que estamos obligados a hacer por nosotros mismos.
Lo mismo cabe decir de nuestro alimento psíquico. Podemos recibir este nutriente de manera pasiva, al permitir que otras personas nos influencien, alienten o nos soporten, pero si nosotros mismos no hacemos nuestra propia contribución correspondiente a la alimentación que recibimos, aquí de nuevo estaremos en deuda.
Lo mismo no es menos cierto acerca de nuestro alimento espiritual. Este nutriente se vierte dentro de la corriente de la vida humana, y nosotros podemos tomarlo; pero hay una diferencia aquí con respecto a los otros dos tipos anteriores, y es que no es posible para otra persona hacer el trabajo por nosotros, o sólo en un grado muy limitado. Esto es, las cosas que nos conducen hacia una gran realidad nos pueden ser dadas, parecidas al alimento psíquico, a través de las cosas que nos interesan y excitan, pero cuando llegamos al verdadero nutriente espiritual, tenemos que reconocerlo, evaluarlo, tomarlo y hacer uso de él en uno mismo.
Todas las tres formas de alimentación son para nuestro propio crecimiento: el crecimiento de nuestro cuerpo físico, el crecimiento de nuestro cuerpo psíquico, y el crecimiento de nuestro cuerpo espiritual. Pero esta no es la totalidad de la historia. Hay también nuestra voluntad, la cual también requiere algo, requiere ayuda, que es algo diferente del alimento. Esta ayuda principalmente reside en las condiciones que la hacen posible para nosotros comenzar a sentir que somos capaces de responder al llamado y la esperanza de nuestra vida. Por lo tanto, puede parecer como un reto o desafío, el cual algunas veces nos restringe el alimento de modo que estamos obligados a resistirnos para poder obtenerlo. Así que algunas veces esta ayuda nos parece a nosotros como si fuese algo en contra de nuestro propio crecimiento, como si nos estuviera privando de algo que necesitamos. Esto no lo comprenderemos a menos que realicemos que, sin este desafío, esa otra parte de nosotros –que es la parte donde nuestra voluntad debe estar presente- no puede encontrarse por sí misma.
Existe, por lo tanto, una cierta distinción entre el crecimiento que proviene de los diferentes tipos de alimentos, y el fortalecimiento de esa otra parte en nosotros. Esa parte se fortalece en primer lugar mediante la superación de dificultades y, en segundo lugar, por la clarificación de lo que realmente deseamos. Lo que nosotros deseamos es a lo que servimos. El Deseo es el magneto que nos atrae hacia algo a lo que vamos a darle nuestro servicio. Nuestro servicio depende de nuestra comprensión. La voluntad del hombre y la mujer, sin comprensión, es parecida a una gallina sin cabeza. Si no comprendemos cómo dirigir nuestro deseo, entonces nuestro deseo de servir es atraído hacia nosotros mismos. Puede ser servirle a nuestro amor-propio, o a nuestros miedos o hábitos, en cuyo caso es en donde nuestros deseos están, y ahí es donde nuestra voluntad está prisionera. Nuestro deseo puede ser tan alto como se elija; esto es, podemos desear servir a un muy alto y perfecto objetivo, aquello que es real y totalmente correcto. Pero todavía no podemos conocer lo que ese deseo es, ni contamos con el poder ni los medios para servirlo. Por lo tanto, todo lo que podemos hacer es tener una intención hacia él. Esta intención no es nada que logre algo, en tanto permanezcamos en la ignorancia y el desamparo. Pero nunca debemos subestimar esta intención nuestra, y está en nuestro poder hacerla más fuerte. Una y otra vez debemos interrogarnos: ¿qué intento realmente, a qué deseo realmente que mi vida sirva? Y cuando esto nos llega a ser lo bastante claro, una transformación la acompaña. Esa transformación es algo diferente al crecimiento, porque nos está transformando de un tipo de ser en otro. Por lo tanto no es sólo que nos capacite para desarrollar nuestros poderes naturales, o aún nuestros poderes espirituales.
La posibilidad de ser transformado no nos es ofrecida de la manera en que la nutrición nos es ofrecida. Esta posibilidad viene porque hay una Voluntad Superior. Cuando nosotros tenemos la intención de servir, estamos consiguiendo conectarnos con “Algo”, o “Alguien”, o podemos representarlo como una Voluntad o Inteligencia que no podemos todavía conocer, pero que está realmente ahí y, lo más importante de todo, que realmente nos necesita. Debido a eso se nos brinda la ayuda, a la cual no somos al principio capaces de responder, y a veces aparece como siendo algo opuesta a la ayuda. La gente que me comparte acerca de estas cosas que parecen para ellos como siendo obstáculos, o eventos que les parecen ser fallas, o estados en los que piensan que algo ha ido mal con ellos, cuando les es posible ver a partir de la experiencia que, en muchos casos, lo que les está sucediendo es que están siendo ayudados a dar algún paso. Y por eso no pueden todavía comprender, que esa ayuda esté despertando en ellos rebeldía, desesperación, apatía y rechazo. Y también esas misma gente realmente intenta y desea servir; sólo que no comprenden que la ayuda muchas veces llega de maneras que no esperamos y no podemos comprender. Con más experiencia, esas situaciones o sucesos que nos parecen ser dificultades o fallas, comienzan a formar una correcta perspectiva. Comenzamos a ver que esos aparentes obstáculos en el camino son el medio preciso por el cual nuestra intención puede llegar entrelazarse con nuestras propias necesidades para relacionarnos con algo superior. Esta es la segunda etapa de comprender la ayuda. Todavía no reconocemos su verdadera naturaleza, pero comenzamos a ver por nosotros mismos que lo que nos parecía al principio como una falla y miseria, es realmente un medio para que podamos dar el paso siguiente hacia adelante.
Aportado por Carlos de la Garza P.
Continúa...