HOY POR SER UN NUEVO ANIVERSARIO DEL NATALICIO DEL MAESTRO G.I.G,VA A MODO DE CELEBRACIÓN Y AGRADECIMIENTO:
Yo soy... ¿en qué se ha convertido entonces esta sensación entera de la
totalidad de mí mismo, que experimentaba antes cuando pronuncié estas
palabras en estado de recuerdo de sí?
¿Es posible que esta aptitud interior, adquirida al precio de tantas
renuncias y automortificaciones de todo tipo, justo hoy, que su acción
sobre mi ser es más indispensable que el aire mismo que respiro, haya
desaparecido sin dejar traza
alguna?
No; esto no puede ser.
Tiene que haber otra cosa... de otra manera todo, dentro del mundo de la Razón, es ilógico.
No; el poder de hacer esfuerzos conscientes y de asumir un sufrimiento voluntario no se ha atrofiado aún en mí.
Todo mi pasado y todo lo que me aguarda exigen que yo vuelva a SER.
Yo quiero... yo volveré a ser.
Con mayor razón que mi ser es necesario no sólo para mi egoísmo
personal, sino para el bien de toda la humanidad. Mi ser en realidad es
más necesario a los hombres que todas sus satisfacciones y toda su dicha
de hoy en día.
Yo todavía quiero ser... Yo todavía soy.
Surge ahora la pregunta:
¿Hay algo, en mi presencia general, que pueda, si la aislo de mí,
recordarme a mí mismo sin cesar, cualquiera que sea mi estado?
A
fuerza de reflexionar llegué a la conclusión que si cesaba
intencionalmente de emplear el poder excepcional que poseía y que había
desarrollado conscientemente, esto debería constituir, fuera de mí, una
fuente que me recordaría constantemente de
mí mismo.
Sí, dejar
de emplear el poder que proviene de la fuerza del "ghanbledzoin" o,
como se le llama también, el poder de la telepatía y el hipnotismo. Y
los resultados serán los
que espero, lo sé, porque, gracias a esta
propiedad que se había arraigado en mi naturaleza y funcionaba
automáticamente, el éxito creciente de mi vida ordinaria, sobre todo
durante los dos últimos años, había desarrollado en mí una cantidad de
vicios y de debilidades que, según toda verosimilitud, se quedarían en mí para siempre.
Por consiguiente, si me privaba conscientemente de este don de mi naturaleza su ausencia se haría sentir siempre y en todo.
Hago el juramento de recordarme de no hacer uso jamás del poder que
poseo, y de esta manera negarme la satisfacción de la mayoría de mis
vicios. De manera que, quiéralo o no, estaré llamado sin cesar a
recordarme de mí mismo.