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Agni Pascal
CHARLA CON G.
“En otras palabras, se tiene que exponer el sistema linfático para que
pueda ser alcanzado por un rayo. Esto nos proporciona la posibilidad de
evolucionar, porque la formación de
cuerpos superiores nos permite adquirir una longevidad no-orgánica
especial. Por otro lado, existe un riesgo correspondiente muy grande”.
“Ese principio activo que produce la evolución voluntaria se llama
Oración Absoluta. El hombre y los ángeles no fueron creados con la
función inicial de ser ‘mensajeros’, sino para ser conductores, para
atraer e invocar sobre ellos mos el rayo, la electricidad normalmente
estática del Absoluto. Durante este proceso, si no cambias, serás
aniquilado de la peor manera posible, eso es seguro”.
“Pero la
fuerza eléctrica del Absoluto podría ser retardada, algo que te
permitiría ganar más tiempo para trabajar sobre la posibilidad de
convertirte en un pararrayos para el Absoluto, logrando como resultado
tanto la transformación como la evolución. Y al ganar tiempo para
hacerte una parte voluntaria de este proceso, puedes retrasar la
inevitable destrucción del sistema nervioso durante mucho tiempo”.
“Como conductor, lo primero que se destruye es lo orgánico, y si una
persona no ha trabajado sobre sí misma, no permanecerá nada. Pero para
un hombre que haya trabajado sobre sí mismo mientras lo hacía para el
Absoluto, destrozarse en lo orgánico es simplemente otro riesgo del
oficio. La Oración Absoluta es obviamente un choque, y si elegimos
perseguir este método de evolución, tenemos que trabajar rápidamente con
la atención constantemente puesta sobre nuestra meta: formar cuerpos
superiores mientras todavía poseemos el cuerpo orgánico con el que
podemos hacer los esfuerzos necesarios”.
“El Absoluto debe de
amar tanto al hombre como al gato; a los dos les ha dado muchas vidas.
¿Cómo es posible que los gatos y el hombre biológico ordinario tengan
tres cerebros y un cuerpo, y que el hombre evolucionado tenga tres
cerebros y nueve cuerpos?
“¿Qué papel juega el invocante en la evolución voluntaria? ¿Es el invocante el propio proceso evolutivo?
“Las condiciones de trabajo sólo pueden producir la evolución cuando
son adecuadas y con la instrucción exacta. Ya puedes ver que tenemos
mucho por hacer. Primero, es necesario adquirir todos los datos de apoyo
posibles y aprender a hacer voluntarias las actividades diarias de la
máquina”.
S. preguntó: “¿Nos podría decir si ha pasado por aquí esta noche una presencia angelical?”.
“Hay algunos en este círculo que hacen que funcione más débilmente,”
contestó G., “pero aún así, podemos ser conscientes de las presencias si
somos conscientes de nuestro sensing sutil”.
“Un círculo de
estudio sin mucha experiencia, al seguir estrictamente las
instrucciones, podría producir una invocación y a la vez no darse cuenta
de los resultados. Claro está, existe un riesgo. Si el día hubiera sido
muy involuntario para los miembros del círculo, o se hubieran adquirido
contaminaciones por la falta de cuidado o atención, la cosa podría ir
mal”.
“¿Cuáles son las probabilidades?”, preguntó S. con cara de preocupado.
“Eso depende de los acontecimientos del día,” se rió G.
“¿Y de esta noche?”, preguntó S. con titubeos. A esta pregunta no
recibió respuesta directa. “Ésta no es una sesión espiritista ordinaria.
No es una cena ordinaria,” dijo G. “Aparte del pequeño cambio
evolutivo, una posibilidad te abre la puerta hacia otras cosas que
quizás no sean visibles para ti...”
“La comida ordinaria es para
la satisfacción de deseos ordinarios como el hambre, lo que es el
círculo para la satisfacción de deseos superiores. Pero la satisfacción
de los deseos ordinarios es el primer problema”.
“La mayoría de
la gente cree entender el concepto de la necesidad de satisfacer deseos y
sedes ordinarios.. Por cierto, ¿cuál creéis que es la más poderosa de
las adicciones biológicas? No es el sexo, como podríais esperar. Es
comer. Ni siquiera es llenar la barriga. Es simplemente el meter cosas
en la boca lo que forma y determina el pensamiento y la conversación del
hombre mecánico-biológico. ¿Esto está de acuerdo con vuestra
comprensión?”.
“Para mí sí,” respondió el Profesor Sterno, “pero no puedo hablar por compañeros”.
“Si pudieras hablar por ellos,” dijo G., “tendrías un círculo de
invocación funcional. Hace falta que pasen cuatro o cinco años
reuniéndoos antes de intentar hablar por ellos”.
S. empezó: “A
mi entender, el número de personas que serán atraídas por este trabajo
es fijo. De modo que, ¿esta forma de presentar estas ideas -a través del
patrocinio de cenas invocacionales- está dirigida a aquellas personas
que no estarían atraídas normalmente a este trabajo, o está intencionada
para aquellos que habrían sido atraídos de todos modos?”.
“Lo
que sugiero,” empezó G., “es que invites a la gente a asistir una cena.
Entonces, presentes estas ideas en el contexto de la cena. Si tiene
lugar una invocación, quizás haya gente que se vaya y no vuelva, en cuyo
caso no tienen necesidad de estas ideas a pesar de su interés
inicialmente formado”.
“Poca gente tiene la capacidad para
entender estas ideas, y de éstos, sólo unos pocos tienen la disciplina
para este trabajo, y menos aún son los que se acercan al Trabajo”.
“Después surge la pregunta: ¿sabemos a quiénes invitar? ¿Quién vendrá a
nuestra mesa? No desearías invitar a todo el mundo a tu casa, en cuyo
caso, pruebas a la gente interesada en estas ideas, sirviéndolas por
primera vez en un bar público. Sembramos semillas, corriendo el riesgo
de que caigan en suelo infértil. En otras palabras, sirves estas ideas
como comida, para envenenar a la gente contra la vida biológica y quizás
las predispongas hacia el Trabajo”.
“Pero quizás preferirías
invitarles a casa. Puede que después de tres o cuatro meses tengas un
grupo tan cohesionado que desees hacer las cenas en casa”.
“Cuando ponemos la mesa para la cena dejamos desocupado un lugar para un
invitado que, aparentemente por la más pura casualidad, pudiera llamar a
nuestra puerta”.
“Nos podremos encontrar con que a nuestra mesa
asiste gente corriente y gente importante. Dado que no podemos valorar
la relevancia de la importancia de los invitados, no debemos atrevernos a
juzgarles. No se puede hacer un juicio basándose en las manifestaciones
ni en las apariencias de un invitado”.
“Las manifestaciones y
apariencias pueden ser engañosas. Si uno parece elevado por sus
manifestaciones, a menudo es innoble. Y si otro realmente lo es, podría
parecer el más bajo según las apariencias. Es una estratagema
corriente”..
“Pero en el mundo real todos somos elevados, todos estamos en el mismo sitio. Sólo que a veces algunos se disfrazan”.
“De modo que, Sr. Sterno, no sé responder a tu pregunta... ¿Cómo
distinguimos entre aquellos que son serios y los que vienen a nuestra
mesa sólo para degustar y picar la comida como diletantes? Si su
atención está en el Trabajo, o si pudiera estarlo en el futuro, deberían
estar en estas cenas. Así, asociarán inconscientemente las ideas con
una actividad natural y especial”.
“Incluso si sólo degustan la
comida y recuerdan tenuemente las ideas, siempre tendrán una buena
asociación para con el Trabajo. Incluso aunque no lo tengan, y no puedan
establecer una relación entre las ideas y la comida, tendrán un vínculo
de relevancia emocional con la experiencia proporcionada al asistir a
la cena invocacional”.
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Ornella Bianchi
En
los escritos de Gurdjieff abundan las referencias a la Atlántida. Miss
Crowdy aseguraba que la Atlántida representaba a la “conciencia”, que
queda sumergida en la parte inconsciente
del hombre. Esta interpretación alegórica puede ser uno de los muchos
significados, pero Gurdjieff casi con seguridad, pretendió tomar la
historia de la Atlántida al pie de la letra, yo lo acompañé en su última
excursión desde París, para visitar las cuevas de Lascaux, en Dordoña, y
ver sus famosas pinturas rupestres. Nos dijo que no estaba de acuerdo
con la fecha que les había dado el Abate Breuil, de unos 30.000 años,
porque “las pinturas eran el trabajo de una hermandad que existió
después de la desaparición de la Atlántida, hace siete u ocho mil años”
... Gurdjieff asociaba la Atlántida con el “Egipto predesértico”, cuyo
mapa le sacó con una estratagema, a un sacerdote armenio cerca de
Nakhichevan, no muy lejos de la frontera de Irak, en su primer viaje con
Pogossian. Relaciona El Cairo, Jerusalén y Creta en diversas
referencias a la Hermandad de Maestros de la Sabiduría. Tiene especial
interés el hecho de que decidiera ir a Creta en 1896, poco después de
que Arthur Evans hiciese sus primeros descubrimientos del palacio de
Minos, donde encontró sellos que ponían en contacto Creta y las ciudades
de Mesopotamia. Es muy posible que Gurdjieff se enterase de todos estos
descubrimientos por los arqueólogos que vio en Egipto, sobre todo el
profesor Skridlovs, y que esto fuese lo que le impulsó a unirse a la
Etairea y averiguar por sí mismo. La bala perdida que hizo que fuese
llevado “mientras estaba todavía inconsciente, por unos griegos
desconocidos, a Jerusalén”, es el eslabón con la fase siguiente. Desde
Jerusalén hizo el viaje por tierra, cruzando Anatolia, para regresar al
Cáucaso, como ya mencioné en el capítulo I. Poniendo estas pistas en
orden, podemos ver lo importante que es tener en cuenta que Gurdjieff
estaba dispuesto a aprovechar la situación política para seguir adelante
en sus investigaciones. La serie de viajes emprendidos por
Gurdjieff entre 1890 y 1898 estaban encaminados a la comprobación de la
conclusión a que había llegado a los catorce años de que efectivamente
había “un algo” que la gente conocía en otros tiempos y cuyo
conocimiento se ha “perdido”. Cuenta que Pogossian y él se dedicaron
intensamente a la lectura de la literatura antigua armenia y continúa:
“Habíamos perdido toda esperanza de encontrar una pista que nos llevase a
este conocimiento a través de la ciencia exacta contemporánea, de los
libros contemporáneos o de la gente en general, por lo que dirigimos
nuestra atención a la literatura antigua”. En otro pasaje dice que en
1892 “llegó a la conclusión definitiva de que sería completamente
imposible encontrar entre sus contemporáneos lo que buscaba”. Por
entonces tendría unos quince años. Gurdjieff describe su primera
expedición con Pogossian con detalles suficientes para permitirnos
seguir la ruta en el mapa. Su objetivo era descubrir vestigios de la
Hermandad Sarmán. Es más, cuando descubrió el mapa del Egipto
predesértico cerca de la ciudad de Z (probablemente Zakho), los viajeros
abandonaron su objetivo, de una forma extraña, a pesar de encontrarse a
sólo 150 millas del “Valle de Izrumin”, que puede ser el valle donde
estuvo y todavía está situado el santuario del sheik Adi, centro
principal de los Yezidis. Gurdjieff habla de los Yezidis como una secta
pequeña, “que vive en Transcaucasia, principalmente en las regiones
próximas al monte Ararat”, así como también están distribuidos por Irán,
Irak, Kurdistán y el Cáucaso. Gurdjieff menciona un libro armenio,
Merkhavat, que describe la Hermandad Sarmán como una famosa escuela
esotérica que, según la tradición, se fundó en Babilonia hacia el 2.500
a.C. Si estaba tras la pista de una clave importante para desvelar el
misterio que buscaba, ¿por qué abandonó sus pesquisas, a no ser que
viese en el mapa de Egipto una clave para el enigma? Parece admisible
que Gurdjieff llegase a convencerse en algún sitio, en 1896 cuando tenía
diecinueve años, de que existía una sociedad que “tenía gran
conocimiento y poseía la clave de muchos misterios secretos”. Mosul,
trescientas millas al norte, está cerca de las ciudades de Nínive y
Nemrod, que fueron las capitales de los reinos asirios. La Sociedad
Sarmán debe haberse trasladado de una a otra antes de ir hacia el norte.
En esta región, se tiene una gran sensación de que la tradición
continúa. Parece que Gurdjieff regresó al Cáucaso por Mosul, cruzando
las montañas por el paso que atravesaron tantos conquistadores para
llegar a Siria. Una vez le pregunté si había visto la inscripción
Armenia dedicada a Hulagu, nieto de Gengis Khan, en Mar Behmen cerca de
Mosul, y en respuesta estuvo hablándome de la gran importancia de esta
zona y de que se suponía que allí había estado el jardín del Edén, con
cuatro ríos que fluían desde él. Añadió que Mosul había sido el centro
de una Hermandad Sarmán, que eran los sucesores de una sociedad que
existía desde la desaparición de la Atlántida. Nuestro próximo tema a
examinar es el interés de Gurdjieff por Babilonia. Estuvo allí dos
veces, una con Skridlov, a su regreso de Abisinia, y otra con los
Buscadores de la Verdad. La primera visita fue en 1894 y duró tres
meses. Fue por entonces cuando estableció contacto telepático con la
Sociedad de Adeptos al Legominismo, de la que se habla en el capítulo 24
de los Relatos de Belzebú. Los alemanes estaban realizando grandes
excavaciones y los preparativos para llevarse, con el consentimiento del
gobierno turco, la incomparable Puerta de Ishtar y otros monumentos que
dan fe de la grandeza de Babilonia en el siglo VII a.c Todavía no
se practicaba la técnica moderna de terraplenar las excavaciones
arqueológicas y las casas y muros de la Babilonia persa estaban en pie.
Aunque habían desaparecido los tejados y los pisos altos, daba la
sensación de encontrarse uno en una ciudad con vida todavía. Si ocurría
esto cuando yo estuve allí, en 1953, esa sensación debió ser mucho más
fuerte en la primera visita de Gurdjieff, en 1894. los vivos detalles
que da en los Relatos de Belzebú, sobre el Club de Adeptos al
Legominismo, tienen que basarse en la impresión de esta visita. Su
segunda visita pudo ser en 1897, después de la aventura de Creta. La
cuenta en el capítulo 8 “Ekim Bey” de los Encuentros con Hombres
Notables. Pienso que el grupo de cuarenta, a cuya cabeza estaba el
Príncipe Yuri, que pasaron un mes en Bagdad, encontraron poco de
interés, excepto la tumba del Sheik Abdul Kadir, de Jilan, el fundador
de la orden Kadiri o Sufíes. Debieron pasar la mayor parte de su tiempo
en Babilonia, reconstruyendo la vida de los sabios que vivieron allí
hace 2.500 años. Gurdjieff aceptaba como histórico el legendario
encuentro de sabios, incluido Pitágoras y representantes de Buda y
Lao-Tsé, que fueron sus contemporáneos. Esta asamblea tomó decisiones
transcendentales relacionadas con la Idea Principal, que era guiar a la
humanidad para la época que se aproximaba. Gurdjieff aseguraba que esta
Asamblea estaba organizada por una hermandad establecida ya desde miles
de años, antes de la desaparición de la Atlántida. Si admitimos lo
que se dice en El heraldo del bien que vendrá viajó solo, a los veinte
años a Asia Central y, con la ayuda de un barbero callejero, encontró el
camino a un monasterio sufí, donde llegó a la conclusión de que “las
respuestas que yo estaba buscando ... sólo se pueden encontrar, si son
en algo accesibles para el hombre, en el ámbito de la mente humana
subconsciente”. Después de esto, reemprendió su viaje y, al parecer, se
unió al grupo de Buscadores de la Verdad, encabezada por el Príncipe
Yuri. La creciente esperanza de que pudiese haber individuos o
comunidades, que estuviesen en posesión del conocimiento real, conduce a
la tercera fase de la investigación de Gurdjieff. Cuando leemos los
diversos relatos que nos ofrece en Encuentros con Hombres Notables, El
Heraldo del Bien que Vendrá y La vida es real sólo cuando yo soy, parece
al principio que se trata de una desesperada contradicción de todo lo
sucedido en esos años. El primer libro sugiere que estaba dirigida por
los Buscadores de la Verdad, lo que se confirma por lo que dice
Ouspensky en Fragmentos de una enseñanza desconocida, donde se pone en
boca de Gurdjieff que “después de grandes dificultades, encontró el
origen de este conocimiento, en compañía de varias personas más que,
como él, iban buscando lo milagroso”. Los otros dos hacen pensar que
Gurdjieff encontró lo que buscaba con sus propios esfuerzos,
especialmente, por sus propios experimentos con la gente. La última
versión se ve apoyada por los escritos de Ouspensky, donde Gurdjieff
dice, que siendo muy joven hizo varios viajes largos al Este ... en los
que pasó por una serie de fenómenos que le hablaban de la existencia de
un conocimiento de ciertos poderes y posibilidades que excedían a las
del hombre ordinario. Poco a poco, sus ausencias de casa y sus viajes
empezaron a perseguir una meta definida. Iba en busca de conocimientos, y
de las personas que tuviesen estos conocimientos. La contradicción
es más aparente que real. Encuentros con Hombres Notables es, como su
nombre lo indica, una memora de las personas que conoció y trabajaron
con él; no trata de sus investigaciones personales. En El Anunciador del
Bien que vendrá, Gurdjieff quiso mostrarnos el enorme trabajo que había
realizado y la importancia de su contribución personal para, como él
dice, “pelar” a los que pudiesen producir dinero para sus empresas. En
la Tercera Serie, Gurdjieff fue más autobiográfico que en ningún otro
sitio y, por eso, descubre sucesos de su vida que no aparecen en otro
lugar. A pesar de ello, hay muchas cosas que no nos dice, se puede
deducir mucho de los Relatos de Belzebú, que en muchos casos se ha
admitido que es autobiográfico. “Belzebú como hipnotizador
profesional” era, sin duda, el mismo Gurdjieff; una fotografía tomada
por esta época nos lo presenta vestido como un mago profesional. En
Tashkent se dedicó a hacer prodigios y no hay duda de que curó a
drogadictos y alcohólicos, yo mismo se lo vi hacer en Turquía en 1921.
es probable que tuviese alguna relación con el Servicio Secreto Ruso,
algo casi necesario si se quería viajar con libertad en aquellos tiempos
agitados. Es muy reservado en cuanto a sus actividades políticas, lo
que no es sorprendente. La única referencia a una misión política es el
viaje que hizo con Pogossian en nombre de la Dashnakzutium, Sociedad
Armenia Nacionalista. Es cierto que las facilidades que consiguió
para viajar por Asia Central hacia Afganistán, Chitral, Kashgaria y el
Tíbet, las debía a su condición de agente del gobierno ruso. Sus
referencias, casi siempre hostiles, a Inglaterra, especialmente sus
ataques a la Expedición de Jóvenes Maridos al Tíbet, en 1903, nos hacen
suponer que tenía algún conflicto con las autoridades de la India
Británica. Personalmente, puedo confirmar que tenía un expediente
desfavorable en Nueva Delhi, porque, cuando oí hablar por primera vez de
Gurdjieff fue en 1920, estando yo de oficial del servicio de
inteligencia en Constantinopla, por un despacho que se recibió de Nueva
Delhi, avisándonos de un “agente ruso muy peligroso, George Gurdjieff,
que estuvo en Georgia y había pedido permiso para ir a Constantinopla”.
Por casualidad, poco después de recibir este mensaje, me invitó a cenar
mi amigo el Príncipe Sabaheddin con un viejo amigo suyo, a quien
consideraba como al hombre más excepcional en ocultismo y
espiritualidad. Este era Gurdjieff y, como he dicho en Testigo, me
convencí inmediatamente de que era mucho más importante como foco de
verdadero conocimiento que como antiguo agente del régimen zarista.
Cualquiera que conociese el Cáucaso por entonces podía suponer que un
hombre que conseguía permisos y se movía con toda libertad en las zonas
bolchevique y Social Demócrata debía tener alguna influencia secreta con
las autoridades; esta conclusión me la confirmó, después de muchos
años, Sir Paul Dukes, cuyo conocimiento de la situación rusa entre 1917 y
1920 era más profunda que la mía. Es probable que Gurdjieff usase
los recursos del Imperio ruso en beneficio de sus propios planes, y así
pudiese entrar en el Tíbet desde Karakoram, en una época en que un
inglés no hubiese podido entrar desde la India. Es más probable todavía
que viajase haciendo de sanador o curandero, para atraerse a las gentes
de Asia Central, que hubiesen evitado a los rusos por considerarlos, al
mismo tiempo, infieles y una amenaza para la independencia de los
Khanatos del Turquestán. En Asia hay una diferencia muy grande entre ser
tolerado y ser aceptado. La misma aceptación tiene muchos grados. La
mayoría de los asiáticos son muy espirituales y, si ven en una persona
una búsqueda espiritual sincera, olvidan diferencias de raza o religión y
abren puertas que no siempre consigue el viajero normal; esto lo sé por
mi propia experiencia en muchos países asiáticos y Gurdjieff tenía
muchas más cualidades para inspirar confianza y granjearse una total
aceptación, era capaz de conseguir en diez días cualquier cosa que la
mayoría de los viajeros no hubiesen ni siquiera empezado a considerar
posible, esto es sólo una pequeña parte de la historia. Estoy seguro de
que Gurdjieff estaba considerado como un hombre que tenía una misión y
que se le prestaba ayuda especial que no se le daba a nadie más.
Cuando examinemos todo el alcance de las ideas, doctrinas, métodos y
técnicas que Gurdjieff trajo al Oeste, podremos dudar de que un hombre
haya podido hacer tanto; él mismo nos dice que se debe al esfuerzo de un
grupo. Los Buscadores de la Verdad eran un grupo de quince a veinte
hombres y una mujer. Entre ellos había especialistas de varios campos,
movidos todos por una necesidad común de encontrar el “verdadero
conocimiento”. Viajaron en grupo en dos o tres ocasiones en sus
“expediciones mayores” y también viajaron solos o en grupos de dos o
tres. A veces, se quedaba uno solo en un sitio determinado, donde había
visto la oportunidad de penetrar más a fondo en una doctrina que
estuviese a su alcance. Después se reunían y se comunicaban sus
experiencias. Sin embargo, parece que no iba todo muy bien. He oído
que hombres que decían haber pertenecido a la sociedad de Buscadores de
la Verdad decían de Gurdjieff que había seguido una línea independiente y
había roto con los demás. Gurdjieff dijo más de una vez que había
tomado y aprovechado algunas ideas para fines que eran aprobados por las
congregaciones de donde procedían. Ouspensky estaba casi seguro de que
en la investigación de Gurdjieff había algo reprochable. Mi opinión
personal es que él logró el acceso a centros que no estaban abiertos a
los demás miembros de la sociedad y se vio obligado a aprovechar las
oportunidades que se le presentaban. Es posible que la primera gran
expedición fuese por el norte de Persia y el Amu Darya a Transoxania, y
que pasasen por las ciudades de Merv , Samarcanda, Bokhara y Tashkent.
Se puede pensar que subieron por los valles hasta donde termina el
ferrocarril, porque, cuando se separó el grupo, Gurdjieff volvió por
Andijan en el ferrocarril Transcaspiano. Este viaje llevó a Gurdjieff
precisamente a la zona donde los Khwajagn habían dominado la escena
espiritual durante siglos y estaban aún activos, como comunidades
Naq’shbandi o derviches Kadiri. En un viaje así se podía estar seguro de
oír hablar de derviches solitarios o sheikhs que tenían unos pocos
seguidores. Yo mismo, cuando viajé por esta región en 1950, una y otra
vez tuve noticias de maestros sufíes, a quienes me recomendaban que
visitase, en esas visitas y conversaciones siempre se aprende algo, pero
sólo se pueden ordenar estos atisbos fragmentados si se pone en
práctica lo que se está aprendiendo. Esto explica los períodos de retiro
de Gurdjieff, antes de seguir adelante desorientado. Gurdjieff: Haciendo un mundo nuevo
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