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EL CUARTO CAMINO DE GURDJIEFF-BENNETT
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General: MOTIVACION POR DEFICIENCIA Y MOTIVACION HACIA EL DESARROLLO..
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De: LUISWAYUU - ASHSHUA  (Mensaje original) Enviado: 23/06/2019 20:47

MOTIVACIÓN POR DEFICIENCIA Y MOTIVACIÓN HACIA EL DESARROLLO.-

“¿Qué es lo que convierte a la gente en neurótica?”
La neurosis parecía en su esencia y en sus principios una enfermedad deficitaria; enfermedad que surge de la privación de ciertas satisfacciones que yo llamo necesidades, en el mismo sentido en que son el agua, los aminoácidos y el calcio, es decir, que su carencia es causa de enfermedad. La mayor parte de las neurosis incluían, junto con otros determinantes complejos, deseos insatisfechos de seguridad, entrega, identificación, de relaciones amorosas íntimas y de prestigio y respeto. Y cuando se eliminaban estas deficiencias, la enfermedad tendía a desaparecer.
Las características de un deficiencia duradera son, pues las siguientes. Se tratará de una necesidad básica o de tipo instintivo, si…:
- Su carencia alimenta la enfermedad.
- Su presencia impide la enfermedad.
- Su restitución cura la enfermedad.
- Bajo determinadas (y muy complejas) situaciones de libre elección, es preferida, por la persona afectada de su carencia, a otras satisfacciones.
- Se encuentra inactiva, en retroceso, o funcionalmente ausente en la persona sana.
Dos características adicionales son ya de carácter subjetivo. Se trata del anhelo y deseo, consciente o inconsciente, y del sentimiento de carencia o deficiencia, como de algo que falta por una parte y, por la otra, de complacencia («sabe bien»).
En la práctica, naturalmente, deberíamos seguir buscando correspondencias o indicadores objetivos de los estados subjetivos. El día que descubramos estos indicadores externos y públicos del placer, la ansiedad o el deseo, la psicología habrá avanzado cien años. Pero hasta que no los descubramos, no finjamos poseerlos. Podemos pedírselas al ser humano y no hay razón alguna que nos impida hacerlo hasta el momento en que dispongamos de mejores fuentes de datos.
A estas necesidades que son esencialmente déficits del organismo, hoyos vacíos, que por decirlo así, hay que llenar en defensa de la salud y que, lo que es más aún, deben ser llenados desde fuera por seres humanos distintos al sujeto, es a las que llamaré déficits o necesidades deficitarias, para los fines de esta exposición y para presentarlas en contraste con otro y muy distinto tipo de motivación.
A nadie se le ocurriría poner en entredicho que «necesitamos» yodo o vitamina C. Les recuerdo que la evidencia de nuestra «necesidad» de amor es exactamente del mismo tipo.
En los últimos años un número cada vez mayor de psicólogos se ha visto empujados a admitir una tendencia hacia el desarrollo o la autoperfección, para poder completar los conceptos de equilibrio, homeóstasis, tensión-reducción, de defensa y otras motivaciones conservadoras. Esto sucede así por diversas razones.
De acuerdo con esta teoría, el niño, remiso y conservador, tiene que ser empujado continuamente escaleras arriba, desplazado de su estado confortable y preferido de descanso, para que se introduzca en una nueva situación atemorizante.
Todos los supuestos de la psicología clínica ordinaria están apoyados en seres humanos enfermos o con deficiencias, pero resultan falsos cuando se aplican a los niños sanos, felices y seguros. En estos niños vemos claramente un ansia de desarrollo, de madurez, de desechar la antigua adaptación como algo gastado, lo mismo que un par de zapatos viejos. Vemos en ellos con especial claridad no sólo el ansia de nuevas habilidades, sino el más patente gozo en su disfrute repetido.
Quiero ahora someter a discusión algunas de las diferencias observadas por mí entre las vidas motivacionales de las personas sanas y las de otras, es decir, entre las de las personas motivadas por necesidades de desarrollo, en contraste con aquellas motivadas por necesidades básicas.
Por lo que se refiere al estado motivacional, las personas sanas han satisfecho suficientemente sus necesidades básicas de seguridad, entrega, amor, respeto y auto-estimación, de tal modo que ahora se sienten motivadas primordialmente por tendencias conducentes a la auto-realización (definida como realización creciente de las potencialidades, capacidades y talentos; como cumplimento de la misión —o llamada, destino, vocación—; como conocimiento y aceptación más plenos de la naturaleza intrínseca propia y como tendencia constante hacia la unidad, integración o sinergia, dentro de los límites de misma persona.
Se define a las personas sanas mediante la descripción de sus características observadas clínicamente. Son las que transcribo a continuación:
- Una percepción superior de la realidad.
- Una mayor aceptación de uno mismo, de los demás y de la naturaleza.
- Una mayor espontaneidad.
- Una mayor capacidad de enfoque correcto de los problemas.
- Una mayor independencia y deseo de intimidad.
- Una mayor autonomía y resistencia a la indoctrinación.
- Una mayor frescura de apreciación y riqueza de reacción emocional.
- Una mayor frecuencia de experiencias superiores.
- Una mayor identificación con la especie humana.
- Un cambio (los clínicos dirían un mejoramiento) en las relaciones interpersonales.
- Una estructura caracterológica más democrática.
- Una mayor creatividad.
- Algunos cambios en la escala de valores propia.
Tiende a contemplarse la auto-realización, por haberla estudiado sobre todo en personas mayores, como un estado de cosas final y definitivo, un objetivo lejano, en vez de un proceso activo extendido a lo largo de toda la vida, Ser en vez de Llegar a Ser.
Si definimos al desarrollo como el conjunto de los diversos procesos que conducen a la persona hacia la auto-realización definitiva, dicha definición se ajusta mejor al hecho observado empíricamente de que realmente se extiende a todo el período de la vida de la persona. Desvirtúa también la concepción escalonada, todo o nada, por saltos, de la progresión motivacional hacia una auto-realización en la que todas las necesidades básicas se ven satisfechas, una por una, antes de que el próximo escalón surja ante la conciencia. Así pues, se considera el desarrollo no sólo como la satisfacción progresiva de las necesidades básicas hasta el punto de lograr su «desaparición», sino también como motivaciones específicas de desarrollo más allá y por encima de estas necesidades básicas, vgr. talentos, cualidades, tendencias creativas, potencialidades innatas. Nos vemos también compelidos a darnos cuenta de que necesidades básicas y auto-realización no se contradicen mutuamente más de lo que puedan hacerlo niñez y madurez. Una desemboca en la otra y es requisito previo de ella.
El hecho de que distingamos entre necesidades del desarrollo y necesidades básicas, se debe a la percepción clínica de diferencias cualitativas entre las vidas motivacionales de quienes se auto-realizan y las de las demás personas. Estas diferencias, citadas más adelante, pueden describirse con bastante exactitud —no con perfección— mediante los términos de necesidades fisiológicas, por ejemplo, son déficits, vgr. el sexo, la evacuación, el sueño y el descanso.
En cualquier caso, la vida psicológica de la persona en muchos de sus aspectos se desenvuelve de manera distinta cuando está ligada a la satisfacción de sus necesidades deficitarias y cuando está dominada por el desarrollo, «meta-motivada», motivada por el desarrollo o auto-realizándose. Las siguientes diferenciaciones aclararán este punto.
Un objetivo tiene que ser algo externo al organismo del animal, para que podamos medir el esfuerzo de dicho animal en la consecución de tal objetivo.
Que los impulsos son algo peligroso que hay que atacar. Al fin y al cabo, toda esta psicología se basa sobre la experimentación en personas enfermas, personas que sufren realmente experiencias dolorosas respecto a sus necesidades, su satisfacción y frustraciones. No es de extrañar que tales personas teman o incluso aborrezcan sus propios impulsos, que tanta perturbación les reportan y cuyo control tan difícil les resulta, de modo que el camino más corriente resulta ser el de la represión. Esta anulación del deseo y la necesidad ha sido lo más común en la historia humana. Se apoyaban en la afirmación de que el bien, la felicidad o el placer son consecuencia esencial de la aminoración de los estados psicológicos de deseo, ansia o necesidad.
Digámoslo lo más brevemente posible: todas estas personas consideran el impulso como una molestia e incluso una amenaza, y, por tanto, intentan desembarazarse de él, negarlo o evitarlo.
Las necesidades fisiológicas, la necesidad de seguridad, amor, respeto, información, son ciertamente para muchas personas molestias, perturbaciones psíquicas y generadores de problemas, especialmente para aquellas que han sufrido experiencias insatisfactorias al intentar solventarlas y para aquellas otras que no disponen de los medios para intentarlo.
Se pueden aceptar y disfrutar las propias necesidades, así como también recibirlas con agrado en el momento en que adquirimos conciencia de ellas, sí:
- Su experiencia pasada ha sido satisfactoria.
- Puede confiarse en poder satisfacerlas en el presente y en el futuro.
Por ejemplo, si una persona ha disfrutado siempre de la comida y puede conseguir en este momento buenos alimentos, recibirá con agrado y no con temor la aparición en la conciencia del apetito. («Lo malo de la comida es que me quita el apetito»).
Y entre las principales, observamos que todos estos impulsos son deseados y bien acogidos, que resultan placenteros y agradables, que la persona prefiere verlos aumentados antes que disminuidos, y que, si constituyen focos de tensión, se trata de tensiones agradables. El creador acoge generalmente con satisfacción sus propios impulsos creadores. La persona dotada disfruta utilizando y ampliando sus talentos.
El impulso o la necesidad fuerzan hacia su eliminación. Su finalidad exclusiva es la de su propia supresión, la liberación de sí mismo, la consecución de un estado carente de necesidades.
¿Cómo se producirá el cambio, el desarrollo, el movimiento, la dirección? ¿Cómo es que las personas mejoran y se hacen más sabias? ¿Qué significa el aliciente de vivir?
La homeóstasis no defiende la reducción a cero, sino la consecución de un nivel óptimo. Esto supondrá reducir la tensión algunas veces o aumentarlas otras, como sucede con la presión sanguínea, que puede ser demasiado bajo o demasiado alta.
En dichas personas, la satisfacción de los impulsos fomenta un aumento de la motivación antes que una disminución de la misma, una elevación de la incitación antes que un descenso. Los apetitos se intensifican y crecen. Se desarrollan sobre sí mismos y, en vez de desear cada vez menos, tales personas desean más y más de, pongamos por ejemplo, educación. En vez de llegar a un estado de reposo, la persona se hace progresivamente más activa. El apetito de desarrollo se ve agudizado por la satisfacción de los impulsos más que verse aplacado. El desarrollo es en sí mismo un proceso gratificante y excitante; vgr. la realización de anhelos y ambiciones, como la de ser un buen médico; la adquisición de habilidades admiradas, como tocar el violín o ser un buen carpintero; el constante incremento de la comprensión de los demás, del universo o de uno mismo; el aumento de creatividad en cualquier campo o, lo más importante de todo, la simple ambición de ser un buen ser humano.
La verdadera actividad de búsqueda de objetivos ocupa menos del 10 % de su tiempo. Con mayor frecuencia sucede sencillamente que no es disfrutada en absoluto, sino que únicamente el objetivo produce placer. Esta generalización se basa en la observación de que la gente que se auto-realiza, disfruta de la vida en general y en casi todos sus aspectos, mientras que la mayoría de las demás personas tan sólo disfrutan momentos dispersos de triunfo, de acierto, de clímax o de experiencias superiores.
Las motivaciones deficitarias requieren realmente una reducción de la tensión y un restablecimiento del equilibrio. Las motivaciones del desarrollo, por otro lado, mantienen la tensión en beneficio de objetivos lejanos y a menudo inalcanzables. En cuanto tales, diferencian el comportamiento animal, el comportamiento adulto del comportamiento infantil..
Las satisfacciones de necesidades deficitarias y las satisfacciones de necesidades de desarrollo producen distintos efectos subjetivos y objetivos sobre la personalidad. Si se me permite enunciar de forma generalizada lo que estoy persiguiendo, diría que: la satisfacción de las deficiencias evita la enfermedad; la satisfacción del desarrollo produce salud positiva. Debo conceder que será difícil por ahora dejar ésta establecida con fines de investigación. Y, sin embargo, existe una diferencia clínica real entre rechazar una amenaza o un ataque y un triunfo y logro positivos; entre protegerse, defenderse o resguardarse y la búsqueda de realización, excitación y expansión. He intentado expresar este hecho como un contraste entre vivir plenamente y preparase para vivir plenamente, entre desarrollarse y ser desarrollado. Los mecanismos de defensa (para reducir el dolor) y los mecanismos de enfrentamiento (para tener éxito y superar las dificultades.).
Hay que distinguir entre el placer de la escasez y el placer de la abundancia, entre el placer «inferior» de satisfacer una necesidad y el placer «superior» de la producción, creación y desarrollo de la penetración. La saturación, la relajación y la pérdida de tensión que siguen a la satisfacción de una deficiencia, puede llamarse con toda propiedad «alivio», en contraste con el éxtasis, la serenidad que uno experimenta al funcionar fácilmente, perfectamente y al máximo rendimiento —en superdirecta, por decirlo así.
El «alivio», al depender tan estrechamente de algo que desaparece, lo más probable es que desaparezca también. Forzosamente tiene que ser menos estable, menos duradero, menos constante que el placer que acompaña al desarrollo, el cual puede durar indefinidamente.
Situaciones finales alcanzables (episódicas) e inalcanzables
La satisfacción de las necesidades deficitarias tiende a ser episódica y gradual. El canon más frecuente suele ser el que empieza en una situación instigadora y motivante que genera un comportamiento motivado, dirigido a la consecución de un estadio final que, creciendo gradual y constantemente en deseo y excitación, alcanza en último término un período álgido en un momento de logro y consumación. Desde esta curva máxima de deseo, la excitación y el placer decaen rápidamente hasta una plataforma de relajación de la tensión y ausencia de motivación.
El desarrollo es, en cambio, una evolución continuada, más o menos constante, hacia arriba o hacia delante. Cuanto más se consigue, más se desea, de tal manera que esta clase de deseo resulta inacabable y jamás puede ser alcanzado o satisfecho.
Del mismo modo que todos los árboles necesitan sal, agua y sustancias nutritivas procedentes de su medio ambiente, todas las personas necesitan seguridad, amor y respeto provenientes de su medio ambiente. Sin embargo, es aquí donde puede empezar el verdadero desarrollo de la individualidad, puesto que, una vez saciadas estas necesidades específicas y elementales, cada árbol y cada persona se prestan a desarrollarse a su propio aire, de forma exclusiva, utilizando dichas necesidades para sus propios fines particulares. En un sentido muy real, el desarrollo se ve entonces más determinado desde el interior que desde el exterior.
Las necesidades de seguridad, pertenencia, relaciones amorosas y respeto sólo pueden ser satisfechas por los demás, es decir, desde fuera de la persona. Esto implica una considerable dependencia del exterior. De una persona que se encuentra en esta situación de dependencia, no puede decirse que se autogobierne o que dirija su propio destino. Debe ser contemplada en relación con las fuentes que proporcionan satisfacción a sus necesidades. Sus deseos, caprichos, sus reglas y leyes le gobiernan y debe apaciguársele a fin que no ponga en peligro dichas fuentes. Debe ser, hasta cierto punto, dirigido por los otros; y debe ser sensible a la aprobación, afecto y buena voluntad de los demás. Dicho de otra manera, debe adaptarse y ajustarse, mostrándose flexible, reaccionando y auto-cambiándose, para acomodarse a la situación externa. Es ella variable dependiente; el medio ambiente es la variable fija e independiente.
De este modo, el hombre motivado por la deficiencia debe temer más al medio ambiente, porque siempre existe la posibilidad de que éste pueda fallarle o defraudarle.
En contraste con ella, el individuo que se auto-realiza —ya subvenido, por definición, en sus necesidades básicas—, es mucho menos dependiente, mucho menos espectador, mucho más autónomo y autodirigido. Lejos de necesitar a los demás, las personas motivadas por el desarrollo pueden, en la práctica, verse estorbadas por ellos. He informada ya anteriormente de su especial preferencia por la intimidad, por el desasimiento y la reflexión.
Tales personas se hacen mucho más autosuficientes y reservadas. Los determinantes que les gobiernan son primordialmente internos, antes que sociales o ambientales. Dichos determinantes son las leyes de su propia naturaleza interior, sus potencialidades y capacidades, sus talentos, sus recurso latentes, sus impulsos creativos, sus necesidades de autoconocerse e integrase y unificarse cada vez más, de ser cada vez más conscientes de lo que realmente son, de lo que realmente desean, de cuál va a ser su llamada, vocación o destino.
Puesto que su dependencia de los demás es menor, también se muestran menos ambivalentes para con ellos, menos ansiosos y también menos hostiles, menos necesitados de su alabanza y afecto. Sienten menos desazón por los honores, prestigio y recompensas.
La autonomía o independencia relativa del medio ambiente implica también una independencia relativa de las circunstancias externas adversas, tales como la mala suerte, las dificultades arduas, tragedia, esfuerzo, privación. A esto lo he llamado libertad psicológica, en contraste con la libertad geográfica.
Resumiendo, el hombre motivado por la deficiencia depende mucho más de los otros que quien está motivado predominantemente por el desarrollo. El primero es más «interesado», más necesitado, más dependiente y más ansioso que este último.
Dicha dependencia atenúa y limita las relaciones interpersonales. La contemplación de las personas esencialmente como solución de las propias necesidades o como fuentes de ayuda, es un acto de abstracción. No se las contempla como un todo, como individuos unitarios e integrados, sino tan sólo desde el punto de vista de su utilidad. Lo que no guarde relación con las necesidades del perceptor, es pasado por alto o produce aburrimiento, irritación o incluso un sentimiento de amenaza. Con ello nuestras relaciones se sitúan al nivel de las que mantenemos con las vacas, los caballos y las abejas, o de las que sostenemos con los camareros, taxistas, porteros y otros a quienes utilizamos.
Una percepción completamente desinteresada, objetiva y holística de otro ser humano sólo es posible cuando no se necesita nada que provenga de él, en una palabra, cuando no se le necesita. La aprobación, admiración y amor se basan menos en la gratitud por una función utilitaria que en las cualidades objetivas e intrínsecas de la persona percibida. Se le admira por cualidades objetivamente admirables más bien que porque adule o alabe. Se le ama porque es digno de amor y no porque él proporcione amor.
Nos enfrentamos a una difícil paradoja al intentar describir la compleja actitud que respecto a sí mismo o a su ego mantiene la persona orientada hacia el desarrolló, auto-realizada. Es precisamente esta persona en quien la fortaleza del ego encuentra su expresión máxima, la que con más facilidad olvida y trasciende este mismo ego, la que puede centrarse más en el problema y olvidarse más de sí misma, la que puede ser más espontánea en sus actividades, más homónoma. En dichas personas, la concentración en el percibir, actuar, gozar y crear puede ser completa, muy integrada y pura.
Esta capacidad de centrarse en el mundo en vez de limitarse a conciencia del yo, a un egocentrismo y una motivación basada en la gratificación, resulta más difícil cuantas más necesidades tiene la persona. Cuanto más motivada por el desarrollo esté la persona, más puede absorberse en la problemática y abandonar tras sí la conciencia del yo, mientras se relaciona con el mundo objetivo.
Una característica importante de quienes acuden a la psicoterapia es una deficiencia anterior y/o actual de satisfacción de alguna necesidad básica. La neurosis puede ser considerada como enfermedad deficitaria. Por esto, un requisito indispensable para la curación estriba en el suministro de aquello de que se carece o en hacer posible que el mismo paciente realice esta función. Debido a que estas ayudas provienen de los demás, la terapia ordinaria debe ser interpersonal.
En la teoría del perfeccionamiento de la personalidad debe reservase un lugar destacado para el perfeccionamiento y estudio del ego, la contemplación y le meditación. En los estadios más avanzados del desarrollo, la persona se encuentra esencialmente sola y únicamente puede confiar en sí misma.
El aprendizaje asociativo y las canalizaciones abren un camino más amplio al aprendizaje perceptual, a un aumento de la penetración y comprensión, a un conocimiento del ego y a un desarrollo constante de la personalidad, es decir, a una mayor sinergia, integración y consistencia interna. El cambio es cada vez menos una adquisición de hábitos o asociaciones aisladas, para pasar a ser un cambio total de la persona tomada en conjunto, es decir, una nueva persona y no la misma con la simple adición de unos hábitos adquiridos como si simplemente de propiedades externas se tratara.
En la medida en que el desarrollo consiste en rechazar las inhibiciones y coerciones y en permitir a la persona «ser ella misma», producir comportamiento —«irradiarlo», por decirlo así— en vez de repetirlo, en dejar que su naturaleza interior salga a la luz, en esta misma medida el comportamiento de quienes se auto-realizan es no-aprendido, creado, liberado más bien que adquirido, expresivo más bien que combativo.
Si estudiamos cuidadosamente la distinción existente entre percepción interesada por causa de la necesidad y percepción desinteresada o exenta de deseo. Debido a que esta última es mucho más concreta y menos abstracta y selectiva, es posible que tales personas puedan ver con mayor facilidad la naturaleza intrínseca de lo percibido. También pueden percibir de manera simultánea las oposiciones, dicotomías, polaridades, contradicciones e incompatibilidades.
Sin embargo, las personas que se auto-realizan comprenden que A y no-A se compenetran y forman una sola cosa, que cualquier persona es mismo tiempo bueno y malo, varón y hembra, adulto y niño. Es imposible representarse a una persona, considerada globalmente, como un continuo uniforme; tan sólo es posible en el caso de considerar un aspecto abstraído de la persona. La totalidad es no-comparable.
Puede que no seamos conscientes de cuándo una percepción nuestra está determinada por la necesidad. Pero ciertamente somos conscientes de ello cuando somos nosotros mismos quienes somos percibidos de esta manera; vgr. como suministradores de dinero, de alimento, de seguridad, como alguien de quien depender, o como un camarero u otro tipo de sirviente anónimo u objeto. Cuando esto sucede, nos desagrada en extremo. Queremos que se nos tome por nosotros mismos, como individuos completos y totales. Nos disgusta ser percibidos como objetos útiles o herramientas. Nos disgusta que nos «utilicen».
Debido a que, de ordinario, las personas que se autorealizan, no necesitan abstraer las cualidades que satisfagan a sus necesidades ni contemplar a las personas como instrumento, les resulta mucho más fácil la adopción de una actitud hacia los otros no-valorativa, no- judicativa, no-interferente, no-condenatoria; una «conciencia no-selectiva», exenta de deseos. Ello permite una percepción mucho más clara y penetrante de lo existente. Se trata del tipo de percepción distinta, clara e independiente por la que se esfuerzan cirujanos y terapeutas y que las personas que se auto-realizan consiguen sin proponérselo.
El método más eficiente para percibir la naturaleza intrínseca del mundo, consiste en ser más receptivo que activo, determinado hasta donde sea posible por la estructura intrínseca de lo percibido y lo menos posible por la naturaleza del perceptor. Este tipo de conciencia independiente, taoísta, pasiva, no-interferente, de todos los aspectos de lo concreto simultáneamente existentes, tiene muchos elementos en común con algunas descripciones de la experiencia estética y de la experiencia mística. Es esfuerzo es el mismo ¿Contemplas el mundo real y concreto, o estamos contemplando nuestro propio sistema de rúbricas, motivos, esperanzas y abstracciones que hemos proyectado sobre el mundo real? O, por decirlo taxativamente , ¿vemos o estamos ciegos?
La necesidad amorosa tal como se estudia, es una necesidad deficitaria. Es un vacío que hay que llenar, un hueco en el que se vierte amor.
La satisfacción de la necesidad debería provocar su desaparición o, por decirlo de otra manera, quienes han conseguido satisfacer sus relaciones amorosas ¡deberían ser quienes con menor probabilidad proporcionen y reciban amor! Sin embargo, el estudio clínico de las personas más sanas, aquellas que han visto saciadas sus necesidades amorosas, muestra que, aunque tienen menos necesidad de recibir amor, están mucho más dispuesta a proporcionarlo. En esta sentido, son personas más amantes.
El contraste entre las dinámicas del amor- del-Ser (amor hacia el Ser de otra persona, amor no- deficitario, amor altruista) y amor- Deficitario (necesidad de amor, amor egoísta).
- El amor-del-Ser es recibido con agrado en la conciencia y disfrutado completamente. Puesto que no es posesivo y es admirativo más que necesitado, no produce dificultades y consiste casi siempre en proporcionar placer.
- Nunca puede ser saciado; puede disfrutarse de él sin límite. Generalmente crece en vez de desaparecer. Es intrínsecamente agradable. Es un fin más que un medio.
- A menudo se describe la experiencia del amor-del-Ser como idéntica y poseedora de los mismos efectos que la experiencia estética o la experiencia mística.
- Los efectos terapéuticos y psicológicos de la experiencia del amor-del-Ser son muy profundos y amplios. Efectos característicos similares tiene el amor relativamente puro de una madre saludable hacia su hijo, o el amor perfecto de su Dios que algunos místicos han descrito.
- El amor-del-Ser es, sin sombra de duda, una experiencia más rica, «más elevada», subjetivamente más valiosa que el amor-Deficitario (que todos los amantes-del-Ser han experimentado previamente). Esta preferencia me ha sido también relatada por mis otros pacientes, mayores y más cercanos al término medio, muchos de los cuales experimentan ambos tipos de amor simultáneamente y en diversas combinaciones.
- El amor-Deficitario puede ser satisfecho. El concepto «satisfacción» difícilmente puede aplicarse al amor admirativo hacia otra persona digna de amor y admiración.
- En el amor-del-Ser hay un mínimo de ansia y hostilidad. A efectos humanos prácticos puede considerarse que no existen. Puede, sin embargo, haber ansiedad-por-el-otro. En el amor-Deficitario debe esperase siempre un cierto grado de ansiedad y hostilidad.
- Los amantes-del-Ser son más independientes el uno del otro, más autónomos, menos celosos o temerosos, menos necesitados, más individuales, más desinteresados, pero al mismo tiempo más ansiosos por ayudar al otro hacia su auto-realización, más orgullosos de los triunfos del otro, más altruistas, generosos y alentadores.
- El amor-del-Ser hace posible la más verdadera y penetrante percepción del otro. Se trata de una reacción tanto cognoscitiva como conativa-emocional, según he destacado, frecuentemente confirmado por la posterior experiencia de otras personas que, lejos de aceptar la trivialidad de que el amor ciega a las personas, me siento cada vez más inclinado a pensar que la verdad estriba precisamente en lo contrario, es decir, que lo que nos ciega es el des- amor.
- Finalmente puedo decir que el amor-del-Ser, en un sentido profundo, pero que puede comprobarse, crea el compañero. Le proporciona una imagen de sí mismo, una autoaceptación, un sentimiento de ser digno de amor, todo lo cual le permite desarrollarse. Es una cuestión realmente problemática la de saber si es posible un desarrollo pleno del humano sin él.



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