Nasrudin amaba con todo su ser a una mujer que vivía cruzando el
desierto, así que un día decidió tomar su asno y dirigirse al encuentro
de su amada. Partió al medio día, pero al atardecer se dio cuenta que su
asno había dado vuelta en círculo y había regresado al punto en donde
había partido. Así que decidió volver a intentarlo por la noche,
porque tal vez, pensó, su burro no quería viajar al calor del medio día,
por lo que al llegar una noche
emprendió de nuevo su viaje. Pero al despuntar el alba, se percató para
su asombro, que su burro había regresado nuevamente al mismo punto de
partida. Entonces reflexionó y se dijo:
—¡Evidentemente la amada de mi asno, está en este punto de partida!
Así que abandonó su asno y se puso unos zapatos que le sirvieran para
cruzar el desierto, pues comprendió que para ir al encuentro de su amada
hay algo que dejar, una decisión que tomar y un camino que iniciar.
La
transmisión de un "conocimiento superior" destinado para el desarrollo
de los hombres, ha sido mantenida por seres de una sabiduría superior
desde antaño y de distintas formas y maneras. Una de estas formas,
quizás la más milenaria, es la "instrucción directa y oral" hecha de
maestros a discípulos, de generación a generación. Todas las
tradiciones antiguas han otorgado una importancia relevante a esta
forma. Pero dándose cuenta de las limitaciones e imposibilidades de los
lenguajes verbales ordinarios para contener y transmitir debidamente
este "conocimiento superior", sin las distorsiones que irremediablemente
con el tiempo se producen, aquellos que lo han conservado y mantenido
han preferido dejarlo contenido en distintas "formas narrativas", las
cuales constituyen aquellas formas lenguisticas que el conocimiento
ordinario de los hombres designa con el nombre de "alegorías",
"parábolas", "cuentos", "relatos tradicionales", "mitos" y "leyendas".
Este
"conocimiento superior" se ha mezclado, en el transcurso inexorable de
los siglos con todo aquel conocimiento ordinario que existe en la vida
de los hombres, poniendo un "velo" sobre su entendimiento real y
dejándolo solo comprensible a quienes tengan la capacidad de
reconocerlo.
Las
así llamadas "culturas tradicionales" existentes en distintas partes
del planeta, manifestadas en sus religiones y en su folcklore, contienen
entre sí una convergencia evidente de un conocimiento único, que en un
estudio comparativo se puede demostrar. Y esto forma parte de lo que
comúnmente es llamado, e incluso reconocido de cierta manera por la
mayoría de los hombres, como la "Sabiduría Popular".
El "Mullah Nasrudín", es un personaje tradicional,
popular en el medio oriente y se puede encontrar representado en sus
distintas regiones y de distintas maneras. Es comúnmente asociado al
sufismo, que es el "lado esotérico del Islam", y específicamente a un
supuesto maestro que hubiera existido en el siglo XII de nuestra era.
Pero este es esencialmente un personaje mitológico, que pertenece al
flokclore de una basta región del Asia Menor y representa a cierto tipo
de "hombre ladino" que podemos encontrar en muchas tradiciones y
culturas, en diversas partes del planeta.
Nasrudín
representa por antonomasia aquel "pícaro" o "bribón", que detrás de
una aparente imagen que presenta a los demás de ignorancia e inocencia,
esconde "capacidades extraordinarias"; puede manejar a su antojo
cualquier situación que se le presente y obtener de esta, siempre un
beneficio propio. Además este hombre "ladino" contiene en cada una de
sus acciones o reflexiones un conocimiento adecuado para cada suceso y
una enseñanza implícita para los demás, por lo cual tradicionalmente se
le otorga por esto el titulo de "Mullah" ("Maestro").
"Nasrudín"
es practicante de lo absurdo y lo simbólico, es un detractor de los
dogmas, de las racionalidades desproporcionadas y de la acción
inconsciente, que de una u otra manera todo individuo de la especie
humana manifiesta.
La vida de Nasrudín, sus aventuras, sus relatos, además de presentar
situaciones comunes en la vida de los hombres, nos muestra un
conocimiento practico y contundente de la psique humana y todas sus
contradicciones, que siempre intenta señalar y mostrar con curiosas y
jocosas sentencias, que son de una profundidad tal que pueden
convertirse en una verdadera enseñanza.
Todo
lo que le ocurre a Nasrudín transcurre entre símbolos. Tenemos a su
burro, por ejemplo, que a veces representa a las diversas personalidades
de los hombres, o en otras a su propia mujer como la racionalidad
emocional necesaria para su equilibrio psíquico. En fin... diversas
imágenes, formas y figuras narrativas podemos encontrar en los
milenarios relatos de sus aventuras, que contienen siempre la esencia de
un conocimiento trascendente y practico según los temas y las
situaciones que aborda.
Nasrudin es amante de la
inmediatez, en el sentido de la necesaria presencia en la vida, del
"Aquí-Ahora", del "estar atento", del "estar despierto", y nos deja como
señal el camino a la verdad que sólo se encuentra mirando dentro de uno
mismo. El resultado de la maravilla de sus relatos, es una síntesis
interior, una comprensión integral que "se hace útil" en el conocimiento
intimo de quien escucha atentamente y siente en si mismo sus variadas
historias.
Ahora
bien, en el caso de Nasrudin y de otros tantos personajes tradicionales
y mitológicos, podemos decir que estos nos señalan esencialmente en sus
relatos nuestras innumerables contradicciones y nuestras evidentes
limitaciones, apuntando a la necesidad de un esfuerzo de cada uno de
"verse a sí mismo", y así llegar a comprender de que es necesario un
cambio de lo que somos mediante un propio e interior trabajo practico.
Las historias
de Nasrudín nos llevan a esta efectiva auto-observación, donde la mente
llega a su limite, y la emoción y la sensualidad se conjugan para abrir
una posibilidad para que cada uno pueda "ser más".
Podemos agregar a lo dicho, que actualmente se estudia de
forma especial y ampliamente, mediante la reciente y naciente
"Neurociencia", la utilización eficaz de los distintos "relatos
narrativos" para el beneficio de las capacidades humanas, dentro de lo
que sería una nueva "metodología educativa" para nuestros niños. Muchos
procesos internos e integrales son estimulados mediante su utilización
en la formación de los niños, que no son considerados en los actuales
métodos de educación. Muchas "zonas cerebrales", que se encuentran casi
sin actividad en un hombre adulto en la actualidad, son estimuladas en
los niños mediante la utilización de narraciones, de relatos y de
cuentos. Generalmente es aceptado que el
"desarrollo cognitivo" en cada individuo es diferente y ha dependido de
la armonía y del crecimiento paralelo que todas sus funciones puedan
haber tenido en su formación. La verdadera capacidad humana de
comprensión cada vez más profunda, es algo insospechado en su más alta
posibilidad, y duerme en la incapacidad de su utilización real y en una
posibilidad que no se desarrolla en los métodos de formación y educación
imperantes en occidente, y esto se debe a la ignorancia que el hombre
moderno tiene de sí mismo, que lo condena a esta condición limitante y
permanente a un verdadero y completo desarrollo de su ser.
(M.O.N.).
NASRUDIN PASA POR "IDIOTA", PERO GANA MUCHO.
Todos
los días Nasrudín iba a pedir limosna a la feria de la plaza de la
ciudad, y a la gente le encantaba "hacerlo tonto" con el siguiente
truco: le mostraban dos monedas, una valiendo diez veces más que la
otra. Y por alguna razón extraña Nasrudín siempre escogía la de menor
valor.Siguió ocurriendo esto por mucho tiempo yla
historia se hizo conocida por todos lados. Cada vez una mayor cantidad
de hombres y mujeres le mostraban las dos monedas, y Nasrudín siempre se
quedaba con la de menor valor.
Y así pasó mucho tiempo más,
hasta que apareció un señor sabio y generoso, de esos que andan por
todos lados queriendo ayudar siempre. Este
sabio y buen hombre cansado de ver como Nasrudín era engañado y
ridiculizado una y otra vez de aquella manera, lo llamó a un rincón de
la plaza y le dijo:
—
Siempre que te ofrezcan dos monedas, escoge la de mayor valor. Así
tendrás más dinero y no serás considerado un "idiota" por los demás
—
Usted parece tener razón -le respondió Nasrudín- pero si yo elijo la
moneda mayor, la gente va a dejar de ofrecerme dinero para probar que
soy más idiota que ellos... Usted no se imagina la cantidad de dinero
que ya gané usando este truco. No hay nada malo en hacerse pasar por un
idiota si en realidad se está siendo verdaderamente inteligente...
NASRUDIN Y EL SABIO GRAMATICO.
Hubo
un tiempo en que Nasrudín trasladaba pasajeros en su bote. Un día, un
exigente y solemne sabio alquiló sus servicios para que lo transportara
hasta la orilla opuesta de un ancho río.
Al comenzar la
travesía, el erudito hombre, haciendo muecas y menospreciando a
Nasrudín por su apariencia, le preguntó si el viaje sería muy movido.A lo cual este le contesto:
— Eso depende... tal vez... según…
Asombrado por la inexacta respuesta, el erudito gramático mirándolo ahora con lástima le pregunta:
— ¿No fue usted nunca a la escuela? ¿Nunca aprendió usted gramática?
— ¡No!, contesto con firmeza el Nasrudín.
— En ese caso, usted amigo... ha desperdiciado la mitad de su vida... le dijo el sabio. Nasrudín no respondió.
Al
rato de haber empezado la travesía se levantó una terrible tormenta, y
el imperfecto y defectuoso bote de Nasrudín comenzó a llenarse de
agua... Nasrudín, debido a su experiencia y los conocimientos que había
adquirido en ese oficio que había logrado conocer a la perfección, se
dio cuenta de que las cosas ya no tenían remedio, e inclinándose hacia
su pasajero, le dijo de esta manera:
—
¡Eminencia... gran conocedor de la gramática y todas las ciencias!
¿aprendió usted en su maravillosa vida de conocimientos... a nadar?
— No -contestó el gran sabio- ya resignándose ante la tragedia que se venía.
—
En ese caso, amigo... ¡ha desperdiciado toda su vida!... porque nos
estamos hundiendo!... gritó Nasrudín, saltando al agua para salvar su
vida.
¿QUIÉN TIENE LA RAZÓN?
El
Mullah Nasrudín fue nombrado Juez.
Durante su primer caso, el demandante expuso
con tanta persuasión que le hizo exclamar:
— ¡Creo que usted tiene toda la razón!"
Sin
embargo, el secretario del Tribunal le rogó que demorara su decisión,
pues el demandado no había expuesto sus argumentos aún.
Pero Nasrudín
se sintió tan conmovido por la elocuencia del demandado que al terminar
éste el discurso de su defensa, exclamó con convicción y fuerza:
— ¡Creo que usted tiene toda la razón!"
El secretario estaba atónito, no podía aceptarlo, y confundido le dice:
— Vuestra Señoría… ¡ambos no pueden tener razón! "…
Nasrudín,
impresionado por la indicación de su secretario, le contesta ya con
total y plena contundencia de haber encontrado una verdadera razón:
— ¡Creo que usted, tiene toda la razón!
LA BANDEJA DE HOJALDRE.
Un
sabio forastero llegó a Aksehir. Deseaba desafiar al hombre con mayor
sabiduría de la ciudad y por supuesto, le presentaron a Nasrudín.
Para empezar la contienda el sabio trazó un círculo en el suelo con un
palo. Nasrudín cogió el mismo palo y dividió el círculo que el sabio
había trazado en dos partes iguales. El sabio trazó otra línea vertical
para dividirlo en cuatro partes iguales. Nasrudín hizo un gesto con sus
manos como si tomara las tres partes para sí y dejara la cuarta para el
otro. Entonces el sabio sacudió la mano hacia el suelo. Y Nasrudín hizo
con fuerza lo mismo con su mano pero en sentido contrario.Se acabó la competencia y el sabio se alejó totalmente resignado y explicó:
—
¡Este señor es increíble!, le dije que el mundo es redondo, me contestó
que pasa el ecuador terrestre por el medio. Lo dividí en cuatro partes,
me dijo "las tres partes son de agua, la cuarta es de tierra". Le
pregunté "¿por qué llueve?", me contestó "el agua se evapora, sube al
cielo y se convierte en nubes". Indudablemente este señor goza de
grandes conocimientos.
Los ciudadanos deseosos de conocer la versión de Nasrudín se acercan a él, quien les dice:
—
¡Qué tipo más glotón!... me indicó: "y si tuviéramos una bandeja de
dulce de hojaldre", yo le dije "la mitad es para mí". Luego me preguntó:
"¿si lo dividiéramos en cuatro partes?", yo le contesté "me comeré las
tres partes". Entonces me propuso "¿y si le echáramos pistachos
molidos?", yo le dije "buena idea, pero se necesita un fuego alto...
Después de esto quedó vencido, y se fue... y yo que ya me había hecho la
idea de comer un rico dulce de hojaldre.
¿POR QUÉ ESTOY AQUI?
Una
noche Nasrudín caminaba por una calle solitaria y obscura. De pronto,
sintió tras de él que unos hombres a caballo, una especie de tropa, se
dirigían hacia él. Su mente comenzó a trabajar. Pensó que podían ser
asaltantes que podrían matarle, o que podrían ser soldados del rey que
se lo llevarían para prestar el servicio militar o cualquier otra cosa.
Se asustó tanto que cuando sintió que los
caballos y el ruido estaban muy cerca, se echó a correr
desesperadamente. Esta carrera lo llevó a un cementerio, donde para
poder esconderse se tumbó en una fosa abierta.Al
ver a aquel hombre corriendo, los jinetes que venían detrás de él, que
eran simples viajantes, se dieron cuenta de la curiosa huida de
Nasrudín, por lo que corrieron tras de él con la intención de ayudarlo.
Cuando se acercaron a la
fosa en que él yacía escondido, con los ojos cerrados como si estuviera
muerto... le preguntaron con extrañeza:
— ¿Qué te sucede?... ¿Por qué te has asustado tanto de repente?... ¿Porqué estas aquí?...
Entonces Nasrudín al darse cuenta de que se había asustado a sí mismo sin motivo, abrió sus ojos y les dijo:
— Es
algo muy complejo, muy complicado… pero si ustedes insisten en
preguntarme porqué estoy aquí, les diré… Estoy aquí por culpa de
ustedes, y ustedes están aquí por culpa mía.
¡POR FAVOR... DIME CUANDO MORIRÉ!
Nasrudin
subió a un árbol para cortar una rama. Alguien que pasaba se percató
como lo estaba haciendo y le avisó:
— ¡Cuidado!… estás mal sentado, en la punta de la rama. Caerás con ella!...
— ¿Piensas que soy un necio y que deba creerte? ¿O acaso eres un vidente que pueda predecir mi futuro?, pregunto el Mullah.
Sin embargo, poco después la rama cedió y Nasrudin terminó en el suelo. Entonces corrió tras el otro hasta alcanzarlo y le dijo:
— ¡Tu predicción se ha cumplido!… Ahora por favor dime, ¿cuando moriré?
Pero
por más que este hombre insistió, no pudo disuadir a Nasrudin de que no
era un vidente. Por fin, ya exasperado por la constante pregunta, le
gritó:
— ¡Por mi podrías morirte ahora mismo!...
Apenas
oyó estas palabras, Nasrudín cayó al piso y se quedo inmóvil, parecía
muerto. Cuando lo encontraron sus vecinos concluyeron que estaba muerto y
lo depositaron en un féretro. Mientras marchaban hacia el cementerio,
sus apenados vecinos empezaron a discutir acerca de cual era el camino
más corto... Entonces sucedió algo inédito, Nasrudin asomando su cabeza
fuera del ataúd, y dando muestras de haber perdido la paciencia dijo en
voz alta:
— ¡Cuando estaba vivo solía tomar el de la izquierda; es el camino más rápido!…
— No seas necio -le dijo su esposa- si estuvieras muerto, tus miembros estarían fríos.
Poco
tiempo después, Nasrudin se encontraba en el bosque cortando leña.
Era pleno invierno. De repente se dio cuenta de que tenia frías las
manos y los pies. Y recordando lo que su esposa le había dicho, pensó:
— Indudablemente
estoy muerto, de modo que no debo ya ir a ningún lugar y debo
interrumpir este trabajo. Los cadáveres no van por ahí caminando y
haciendo todo tipo de cosas.
Entonces Nasrudin se tendió sobre la hierba. Después de
haber pasado una hora, llegó una manada de lobos hambrientos que empezó a
atacar su asno, el que estaba atado a un árbol. Entonces se escuchó
la voz de Nasrudín, quién estaba sin moverse, diciendo:
— ¡Vamos, continuad... aprovechaos de un hombre muerto!. Pero si estuviera vivo, ¡no os permitiría estas libertades con mi asno!
EXTRAÑA FORMA DE "ENSEÑAR" DE NASRUDÍN.
En la escuela del Nasrudín uno de los niños le preguntó:
— ¿Dime
Mullah, cuál de estos es el mayor logro de un hombre: el del hombre que
conquista un imperio, el que pudiendo hacerlo no lo hace, o el de aquel
que evita que otro lo haga?
— Sobre
eso nada sé (dijo Nasrudín), pero sí conozco una tarea mucho más
difícil que cualquiera de ésas.
-
— ¿Cuál es Mullah?... le preguntó el niño
— Tratar de enseñarles a los niños a ver las cosas tal como en realidad son. Le respondió Nasrudín.
LAS RAZONES PARA HACER Y NO HACER.
De
entre todos los pueblos que el Mullah Nasrudín visitó en sus viajes,
había uno que era especialmente famoso porque sus habitantes eran muy
buenos con los números y los cálculos. De visita en este pueblo,
Nasrudín encontró alojamiento en la casa de un granjero. Una mañana se
dio cuenta de que el pueblo no tenía pozo. Todas las mañanas, alguien de
cada familia del pueblo cargaba uno o dos burros con garrafas vacías y
se iban a un riachuelo que estaba a una hora de camino, llenaban las
garrafas y las traían de vuelta al pueblo, lo que les llevaba otra hora
más.
— ¿No sería mejor si tuvieras agua en el pueblo?, preguntó Nasrudín al granjero de la casa en la que se alojaba.
— ¡Por
supuesto que sería mucho mejor!, dijo el granjero. El agua me cuesta
cada día dos horas de trabajo para un burro y un chico que lleva el
burro... Eso hace al año mil cuatrocientas sesenta horas, si cuentas
tanto las horas del burro como las del chico. Pero si el burro y el
chico estuvieran trabajando en el campo todo ese tiempo, yo podría, por
ejemplo, plantar todo un campo de calabazas y cosechar cuatrocientas
cincuenta y siete calabazas más cada año, que al precio actual
alcanzarían para comprar vaca y media.
— Veo
que lo tienes todo bien calculado, dijo Nasrudín admirado. ¿Por qué,
entonces, no construyes un canal para traer el agua del río?...
— ¡Eso
no es tan simple!, dijo el granjero. En el camino hay una colina que
deberíamos atravesar. Si pusiera a mi burro y a mi chico a construir un
canal en vez de enviarlos por el agua, les llevaría quinientos años si
trabajasen dos horas al día... Pero, sólo me quedan otros treinta años
más de vida, meses más, meses menos, u otros 6 y 3/4 más... si dejo el
tabaco. Así que me es más barato enviarles por el agua."
— Sí,
pero, ¿es que serías tú el único responsable de construir un canal? Son
muchas las familias en el pueblo. le preguntó Nasrudín.
— Claro
que sí", dijo el granjero. Hay cien familias en el pueblo. Si cada
familia enviase cada día dos horas un burro y un chico, el canal estaría
hecho en cinco años. Y si trabajasen diez horas al día, estaría acabado
en un año.
— Entonces,
¿por qué no se lo comentas a tus vecinos y les sugieres que todos
juntos construyan el canal?... le sugirió Nasrudín.
El
granjero prendiendo otro cigarro, le explica lo siguiente:
— Pues...
Mira, si yo tengo que hablar de cosas importantes con un vecino, tengo
que invitarle a mi casa, ofrecerle té y azúcar, hablar con él del
tiempo y de la nueva cosecha, luego de su familia, sus hijos, sus hijas,
sus nietos. Después le tengo que dar de comer y después otro té con
galletas y él tiene que preguntarme entonces sobre mi granja y sobre mi
familia para finalmente llegar con tranquilidad al tema y tratarlo con
cautela. Eso lleva un día entero. Como somos cien familias en el pueblo,
tendría que hablar con noventa y nueve cabezas de familia. Estarás de
acuerdo conmigo que yo no puedo estar noventa y nueve días seguidos
discutiendo con los vecinos. Mi granja se vendría abajo. Lo máximo que
podría hacer sería invitar a un vecino a mi casa por semana. Como un año
tiene sólo cincuenta y dos semanas, eso significa que me llevaría casi
dos años hablar con mis vecinos.Conociendo
a mis vecinos como les conozco, te aseguro que todos estarían de
acuerdo con hacer llegar el agua al pueblo, porque todos ellos son
buenos con los números... Y como les conozco, te aseguro, cada
uno prometería participar si los otros participasen también. Entonces,
después de dos años, tendría que volver a empezar otra vez desde el
principio, invitándoles de nuevo a mi casa y diciéndoles que todos están
dispuestos a participar...
— Vaya,
que cálculos tan increíbles..., dijo Narudín. Pero entonces en cuatro
años estarían preparados para comenzar el trabajo. ¡Y al año siguiente,
el canal estaría construido!.
— Pero...
hay otro problema, dijo el granjero. Estarás de acuerdo conmigo que una
vez que el canal esté construido, cualquiera podrá servirse del agua,
tanto si ha o no contribuido con su parte de trabajo correspondiente.
— Lo entiendo, incluso si quisieras, no podrías vigilar todo el canal, dijo Nasrudín.
— Pues
no, dijo el granjero. Cualquier avispado que se hubiera librado de
trabajar, se beneficiaría de la misma manera que los demás y sin costo
alguno.
— Tengo que admitir que tienes razón, dijo Nasrudín.
El granjero continuo:
— Así
que cada uno de nosotros que somos muy buenos para los números y los
cálculos, intentaremos escabullirnos. Un día el burro no tendrá fuerzas,
otro día el chico de alguien tendrá tos, otro la mujer de alguien
estará enferma, y el niño y el burro tendrán que ir a buscar al
médico...Como a nosotros se nos dan
bien los números, intentaremos siempre hacernos a un lado. Y como cada
uno de nosotros sabe que los demás no harán lo que deben, ninguno
mandará a su burro o a su chico a trabajar. Así que la construcción del
canal ni siquiera se empezará...
— Tengo
que reconocer que tus razones suenan muy convincentes", dijo Nasrudín,
que se quedó pensativo por un momento, pero de repente exclamó:
— Conozco
un pueblo al otro lado de la montaña que tenía el mismo problema que
ustedes tienen. Pero ellos tienen un canal desde hace ya veinte años...
— Efectivamente", dijo el granjero. Pero ellos no son buenos para los números y los cálculos...
LA FARMACIA.
Nasrudín
estaba sin trabajo, y decidió basado en sus amplios conocimientos de
las propiedades de las hierbas y sus preparaciones abrir una farmacia.
Pensó en ello y dijo:
— Sí,
es una buena idea, creo que soy capaz de ser farmacéutico. Pero no voy a
abrir solamente un herbolario o una farmacia que se ocupe de hierbas,
voy a abrir algo enorme y a producir un impacto significativo.
Entonces
Nasrudín compró una tienda, instaló las estanterías y vitrinas, y
cuando llegó el momento de pintar el exterior colocó un andamio, lo
cubrió con sábanas y trabajó afanosamente detrás de él. No dejó ver a
nadie el nombre que le iba a poner a la farmacia, ni cómo estaba
pintando el exterior.Después
de varios días, distribuyó folletos que decían:
"La gran inauguración es mañana a las nueve".
Todas
las personas del pueblo y de los pueblos de los alrededores vinieron y
se quedaron de pie esperando frente a la nueva tienda. A las nueve en
punto salió Nasrudín, y con un grandilocuente gesto teatral quitó la
sábana que cubría la fachada de la tienda. Había allí un enorme cartel
que decía: "FARMACIA CÓSMICA Y GALÁCTICA DE NASRUDÍN", y
debajo, con letras más pequeñas, se podía leer: "Armonizada con
influencias planetarias"...
Muchas
personas quedaron muy impresionadas, y él hizo muy buenos negocios ese
día. Sin embargo, al final de la tarde, el maestro de la escuela local,
se acercó molesto y le dijo:
— Francamente, Nasrudín, esas afirmaciones que usted hace en el cartel de su farmacia son un poco dudosas...
— No,
no, para nada es así... dijo Nasrudín. Todas las afirmaciones que hago
acerca de influencias planetarias son absolutamente ciertas: comprenda,
cuando el sol se levanta, abro la farmacia y cuando el sol se pone, la
cierro.
LA LEY DE LA VERDAD.
Por ser considerado un "Gran Mullah", es decir un maestro y hombre sabio, Nasrudín era generalmente consultado por el Rey. En
una ocasión el rey decidió obligar por ley a sus súbditos a decir la
verdad. Ellos habían hecho de la mentira algo habitual, creando una
sociedad corrupta. Por lo que decide consultar a Nasrudín acerca de las
leyes que pensaba implementar. Nasrudín le contesta solemnemente, con
sabiduría :
— Las
leyes, por sí mismas, no hacen mejor a la gente. Es necesaria la
práctica de ciertas cosas para lograr armonizarse con la verdad interior
de cada uno. Esta forma de verdad se asemeja muy poco a la verdad
aparente...
Tras
escucharlo con detención, el monarca decidió que él podía, de cualquier
manera obligar a todos sus súbditos a practicar la verdad.
La
forma de entrar a la ciudad era a través de un puente, sobre el cual el
Rey hizo construir un patíbulo. Cuando al amanecer del día siguiente
fueron abiertas las puertas, el jefe de la guardia se encontraba
apostado allí con un escuadrón de soldados, para examinar e interrogar a
todo el que entraba. Fue hecho este anuncio: "Todos serán interrogados. Si dicen la verdad, se les permitirá entrar. Si mienten, serán colgados".
Nasrudín que se encontraba entre los que iban a entrar a la ciudad, se adelantó...
— ¿Adónde va usted?, le preguntó uno de los guardias.
— Yo... dijo Nasrudín lentamente, voy camino a ser colgado.
— ¡ No le creemos!, le contestaron.
— Muy bien, si he mentido, ¡cuélguenme!... les dijo Nasrudín.
— Pero si lo colgamos por haber mentido, habremos hecho que lo que usted dijo sea cierto, le replicó otro de los guardias.
— Así es: ¡ahora saben lo que es la verdad...!
LA MUJER PERFECTA.
En medio de un relajo y de unas copas, Nasrudín conversaba con un amigo.
— Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?, le preguntó el amigo
— Sí
pensé, respondió Nasrudín. En mi juventud, resolví buscar a la mujer
perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy
espiritual y muy linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este
mundo... y eso, amigo mio, es algo muy necesario. Continué viajando, y
fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la
materia y el del espíritu, pero... no era bonita. Entonces resolví ir
hasta El Cairo, donde cené en la casa de una hermosa mujer, religiosa, y
conocedora de la realidad material.
— ¿Y por qué no te casaste con ella?, le pregunta el amigo con curiosidad.
— ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.
LA SOPA DE PATO.
Cierto
día, un campesino fue a visitar a Nasrudín, atraído por la gran fama de
éste y deseoso de ver de cerca al hombre más ilustre de toda la región.
Le llevó como regalo un magnífico pato.
Nasrudín, muy honrado, invitó al hombre a cenar y pernoctar en su casa.
Comieron una exquisita sopa preparada con el pato. A la mañana
siguiente, el campesino regresó a su campiña, feliz de haber pasado
algunas horas con un personaje tan importante y famoso.
Algunos días más tarde, los hijos de este campesino fueron a la ciudad y a su regreso pasaron por la casa de Nasrudín.
— Somos los hijos del hombre que le regaló un pato, le dijeron.
Nasrudín los recibió y los agasajó con una exquisita sopa de pato.
Una semana después, dos jóvenes desconocidos llamaron a la puerta de Nasrudín.
— Somos los vecinos del hombre que le regaló un pato, le dijeron.
Nasrudín
empezó a lamentar haber aceptado aquel pato. Sin embargo, puso al mal
tiempo buena cara y los invitó a pasar como huéspedes y a comer.
A los ocho días, una familia completa pidió hospitalidad ante él.
— Y ustedes ¿quiénes son?... preguntó Nasrudín
– Somos los vecinos de los vecinos del hombre que le regaló un pato...
Nasrudín
hizo como si se alegraba y los invito al comedor. Al cabo de un rato,
apareció con una enorme olla sopera llena de agua caliente y llenó
cuidadosamente los tazones de sus invitados. Luego de probar el líquido,
uno de ellos exclamó:
— Pero… ¿qué es esto, noble señor?... ¡Por Alhá que nunca habíamos visto una sopa tan desabrida!...
Nasrudín se limitó a responder:
— Esta,
mis queridos amigos, es la sopa de la sopa, de la sopa de pato que con
gusto les ofrezco a ustedes, los vecinos de los vecinos, de los vecinos
del hombre que me regaló el pato.