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LA MEDITACIÓN.-
¿Quién te ha dicho que ésta no es tu casa? ¿Quién te ha dicho que hay
algo más en la vida? ¿Quién te ha dicho que hay otra vida después de la
muerte? Nadie ha regresado de la muerte, nadie ha dicho: «He
sobrevivido». Ni el Buda, ni Mahavira, ni Krishna han regresado de la
muerte, pero existe una sutil convicción, una convicción inquebrantable
de que, de alguna forma, seguirás viviendo. Este cuerpo se extinguirá,
esta vida se extinguirá, pero la vida continuará, la Vida con mayúscula.
"Sin embargo, estaba convencido de que su destino era cruzar ese desierto, y de que a la vez no había manera de cruzarlo."
" Entonces una voz oculta, que salía del mismo desierto, le susurró: -El viento cruza el desierto, e igualmente puede hacerlo el arroyo...!
Ahora fíjate en la historia con compasión. Tiene un gran mensaje para ti.
Cuando dice: «el mismo desierto le susurró», ¿qué quiere decir? ¿Qué
simboliza esto? Quiere decir que si escuchas la situación, el problema
al que te estás enfrentando, la crisis que estás atravesando, si
escuchas silenciosamente, encontrarás la llave que abre la puerta. En el
problema está la solución: Ese es el significado. En la enfermedad
se esconde la medicina, el tratamiento. Si puedes entrar en el problema
sin respuestas preconcebidas, el problema te susurrará, te dirá cómo se
puede solucionar.
El desierto es la crisis del arroyo, el arroyo
está muriendo en el desierto. Pero ¡mira! hasta el desierto es tu
amigo. Sólo tienes que escuchar.
Cuando estás enfadado, escucha a
la rabia y encontrarás la llave que abre las puertas de la compasión.
Cuando estás sexualmente rebosante, escucha a tu sexualidad y
encontrarás la puerta del samadhi(*). Escucha a tu avaricia, y te
sorprenderás, en el fenómeno mismo de la avaricia está escondido el
secreto del compartir.
El estado de conciencia más elevado en el que la distinción observador-observado, sujeto-objeto es transcendida.
Éste es el arte de ser meditativo. Ésta es la auténtica meditación:
siempre que te enfrentes con un problema, entra en el problema, y sólo
podrás entrar si no tienes ninguna solución preconcebida. Esas
soluciones son tus enemigos. Ahora fíjate en el cambio: ¿te crees
que esas soluciones que tienes en la cabeza en forma de conocimientos
son tus amigos?, ¿imaginas dónde estarías sin esas soluciones?
No
es verdad. Esas soluciones son tus enemigos. Por su culpa no puedes
escuchar el silencioso susurro del problema, no puedes penetrar en su
misterio.
Míralo de esta manera: sabes que el sexo está mal
porque lo has leído en las escrituras. Sabes que es un pecado porque los
sacerdotes lo han estado diciendo durante siglos. Ahora esto se ha
arraigado profundamente en ti, esto es lo que sabes: el sexo es pecado.
Por esta causa nunca serás capaz de mirar profundamente el sexo con
agrado, nunca serás capaz de entrar en el misterio. La idea de que el
sexo es un pecado será un obstáculo, te lo impedirá. Y tú sabes que ya
sabes, de modo que no tiene sentido el aprender.
Si escuchas al
fenómeno del sexo que llama a tu puerta cada día, cada año, y que sigue
llamando hasta cuando te estás muriendo... Te sorprenderá saber que
siempre que crucifican a un reo, cuando lo sentencian a muerte, lo
último que experimenta es una eyaculación. No podemos estar tan seguros
con una mujer porque no eyacula. Ella debe de tener un orgasmo, pero
invisible. Y esto es lo que he observado en mucha gente que he visto
morir; ésta ha sido una de mis aficiones desde mi infancia.
En mi
ciudad nunca dejaba morirse a nadie sin estar yo allí. En cuanto oía
que alguien se encontraba agonizando, iba para allí. Si mis padres no
sabían dónde estaba durante unas horas, decían: «Busca a algún
moribundo. Debe de estar allí». Yo los seguía hasta el último viaje,
y acompañaba a todos los moribundos, ricos, pobres, mendigos -incluso a
los perros moribundos y a los gatos- y me sentaba a observar. Cuanto
más receptivo me volvía más me sorprendía; he visto cómo sucedía una y
otra vez: la última idea que tiene un hombre al morir es sexual, y lo
mismo ocurre con los perros y con los gatos.
El sexo persiste.
Sólo te deja cuando has aprendido la lección, y para aprender la lección
tienes que escucharlo. Tendrás que ser muy meditativo con el sexo, no
antagonista. Tendrás que ser muy silencioso. Adéntrate en el sexo como
si estuvieras entrando en un templo -es el más sagrado de todos- y la
llave más secreta se esconde ahí, la llave maestra. El sexo debe tener
la llave que abre las puertas porque es el origen de la vida.
Eso es lo que quiere decir el desierto cuando suspira:
"El viento cruza el desierto, e igual puede hacerlo el arroyo..."
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20 noviembre de 2019.
El principal método para experimentar la no-dualidad es la meditación.
Muchos exponentes de la no dualidad lo indican la meditación es un
intento deliberado de penetrar en los estados más altos de la
consciencia esencial y finalmente ir más allá de ella.
El Vedanta Advaita previene al buscador del culto excesivo a los métodos de meditación.
Lo que debería ser una ayuda o muleta para el principiante, puede convertirse en un fardo insuperable.
Y es que, cuando se practica la meditación, conviene preguntarse ¿quién medita?.
Sí Mismo, el Yo, tmn, no necesita meditar; es la mente agitada la que se embarca en esa actividad buscando sensaciones.
Ciertamente, la meditación ayuda a los estratos “inconscientes” de
nuestro psiquismo a aflorar, aceptar y superar antiguos recuerdos y
frustraciones reprimidas proporcionando un cierto alivio, preparando la
base sobre la que practicar la autoindagación.
Comprender estas
esenciales reglas del juego (Lîla) de My ayuda a no albergar falsas
expectativas cuando no se obtienen los resultados deseados.
De entre los diversos medios para favorecer la atención, una de los más sencillos es la concentración sobre un único objeto.
El objetivo del meditador se encamina a arrinconar los pensamientos y
ampliar el espacio-tiempo de autoconsciencia mediante la atención
sostenida.
Los sistemas de filosofía y las religiones parecen
diferir mucho entre sí cuando se les estudia superficialmente, pero si
se les considera como exposiciones teóricas de diferentes aspectos de la
realidad, se ve que la diferencia está en los modos como se presentan
al mundo.
En la observación sin juicio la persona se refleja en la conciencia esencial. Como aparentes espejos frente a frente, la conciencia centralizada se refleja en la observación sin juicio.
De ese modo viene el darse cuenta de cómo la manifestación del juego
divino, en poder y gracia, emana de la fuente de la que fluye todo.
En tal viaje de indagación espiritual, en ciertos momentos, nuestro camino cruza con el de otros caminantes.
No somos los pensamientos, ni los sentimientos, ni las ideas, ni tampoco somos algo a ser cumplido a futuro.
Lo que queda es la capacidad de ser consciente, que permanece haya o no haya objetos de conciencia.
R.Malak
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Ornella Bianchi
La
meditación es la vía que algunas tradiciones religiosas, en particular
el budismo, utilizan para evolucionar espiritualmente. En todo caso la
meditación está íntimamente ligada a las
acciones de la vida cotidiana. Philip Kapleau, maestro de meditación
zen, dice que la verdadera práctica del zen implica no dejar las luces
encendidas cuando no hace falta, no dejar correr el agua del grifo
innecesariamente, nunca dejar un trozo de alimento sin comer. No se
trata de hacer estas cosas por temor al cambio climático o por ahorrar
dinero o para cumplir obligaciones legales, sino sencillamente porque es
lo más razonable, lo juicioso, lo que nuestra conciencia nos dicta. La
meditación nos ayuda a mantener la atención centrada y la conciencia
despierta.Meditar es dejar de prestar atención a la mente errática que,
continuamente genera opiniones, emite prejuicios, se asusta sin motivo,
se preocupa, hace valoraciones sin fundamento..., desgastando
inútilmente gran parte de nuestra energía. Meditar es permitir que
la mente se sumerja en ese espacio vital que queda entre las palabras,
entre las notas musicales, entre las imágenes, para que repose en el
silencio, para que se apacigüen los impulsos emocionales que ofuscan la
objetividad del pensamiento. Meditar es aprender a silenciar la
mente consciente y contemplar, sólo contemplar, el flujo de la mente
inconsciente. Esto proporciona una menor agitación y mayor lucidez,
porque mejora el razonamiento y afina la intuición, las dos grandes
capacidades del cerebro. En ese espacio de silencio interior, los
condicionamientos culturales, sociales, religiosos, ideológicos... que
alimentan la discriminación, la dualidad y el rechazo, dejan paso a una
mejor comprensión de la unidad común que nos identifica.Dejamos de
vernos y actuar condicionados por ser miembros de una raza, una nación,
una comunidad religiosa o una clase social, y percibimos con mayor
claridad que en realidad somos seres humanos, que formamos parte de la
naturaleza, que tenemos los mismos órganos y código genético.Hay muchas
escuelas y técnicas de meditación, pero conviene no olvidar que meditar
es algo sencillo, a pesar de que a veces se presente en formatos
complejos, rebuscados y exóticos. Procurarse un entorno cálido,
confortable o incluso establecer un pequeño ritual, puede ayudar a crear
condiciones favorables para meditar; pero apegarse a las formas,
precisar de complicadas fórmulas o someterse a irracionales disciplinas,
no es compatible con la esencia de la meditación. Meditar requiere,
sobre todo inicialmente, cierto esfuerzo y constancia pero en ningún
caso ha de ser una complicación más en nuestra vida. Podemos
practicar la meditación tanto en posiciones de completa inmovilidad
física, como a través de una suave y fluida ejecución de movimientos. La
respiración pausada y apacible nos ayuda a serenar la mente, y la
atención mantenida en el aquí y ahora nos conduce por el camino de la
quietud, de manera casi imperceptible.Obtener libertad de mente y
espíritu y ampliar nuestro estado de conciencia, a través de una visión
clara y profunda del propio mundo emocional y de la realidad que nos
rodea, es objetivo central en la meditación.El indicador más fiable para
poder apreciar el verdadero valor de cualquier práctica de
crecimiento personal es, sin duda, constatar que nos proporciona más
capacidad de establecer lazos más amorosos, o como mínimo más
respetuosos y solidarios, con todos los seres vivos. Cuando la
meditación nos aporta este resultado, podemos confiar en que estamos
utilizando correctamente esta fantástica herramienta evolutiva.Algo que
debemos tener en cuenta, para no caer en ello, es el riesgo de generar
un hedonismo autocomplaciente, que suele generar vínculos de
dependencia. Tampoco se trata de acabar envueltos en una gélida nube que
enfría los sentimientos, para construir un impenetrable muro de
silencio que nos aisle de los problemas y dificultades de la vida. Nada
de esto tiene que ver con el verdadero significado de impasibilidad,
imperturbabilidad o ecuanimidad, conceptos que solemos asociar a la
práctica de la meditación.Observar hacia dentro y desde dentro, nos
involucra en el proceso de cristalización de un nuevo estado mental que
pone en marcha un poderoso mecanismo de transformación emocional, y esto
con total independencia de cualquier filosofía, ideología o creencia
religiosa.Uno de los mayores obstáculos para empezar a meditar es dejar
que nuestras resistencias se vayan diluyendo por si solas, sin hacer
nada por acelerar el proceso. Porque esa es esencialmente la actitud que
alimentamos al meditar, no hacer nada, nada que no sea ser plenamente
conscientes de lo que ocurre en el momento presente. Observar sin emitir
juicios, sin analizar, sin comparar, sin oponernos ni ceder ante los
pensamientos, simplemente observarlos y dejarlos pasar. Es el polo
opuesto de una actitud pasiva o apática, porque mantener la atención
centrada en el presente, observando la respiración, por ejemplo,
requiere concentración, firmeza y determinación.Una forma clásica de
explicar el funcionamiento habitual de la mente es compararla con un
mono o con un caballo desbocado. Cuando la mente está dispersa y va de
un pensamiento a otro sin parar, es como un mono que juguetea y salta
continuamente de rama en rama. Cuando se obsesiona, entra en una espiral
que la lleva a actuar como un caballo desbocado que, en su agitada
ceguera, acaba extenuado o despeñándose por un precipicio. Es mucha la
energía que se despilfarra en estos procesos; energía que después falta
donde más se necesita, y eso conduce a la ansiedad, al estrés.Nuestro
estilo de vida, repleto de estímulos sensoriales alentados por unos
medios de comunicación que inciden desmesuradamente en los aspectos más
negativos de la información, favorece que la superficialidad y el temor,
en alguna de sus múltiples facetas, aniden en los recovecos de nuestro
cerebro. Son muchos los circuitos neuronales que se establecen y
refuerzan sobre esta base y que condicionan negativamente nuestros
procesos mentales. La meditación promueve la creación y desarrollo de
nuevas redes neuronales, que mitigan o contrarrestan estos efectos
negativos y favorecen estados mentales más positivos y creativos.Aunque
un buen libro de meditación puede aportar una cierta base teórica que
nos anime a empezar, enredarse en una maraña de conceptos más o menos
exóticos, perderse entre los aderezos dulzones de una confusa
terminología, no nos ayudará mucho. Al contrario, se puede quedar
atrapado por un deseo insaciable de alimentar el intelecto,
incrementando aún más el flujo de pensamientos y fomentando un estado de
confusión que lleve a creer que, por el hecho de haber leído mucho o
escuchado muchas conferencias, estamos en posesión de un profundo
conocimiento sobre la meditación.Como en todas las áreas de
conocimiento, la auténtica comprensión es fruto de la experiencia, de la
vivencia que proporciona la propia práctica regular y mantenida en el
tiempo.
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De: Ivars |
Enviado: 30/04/2020 17:27 |
Gracias.
Al tema de meditación le dedico amor. Empece hace más de 45 años de la mano de un hindú errante, Ramathirtha, que conocí siendo ya muy anciano y que, había sido ministro en el gabinete de Gandhi.
Nadie ha vuelto de la muerte, se afirma en la reflexión que estoy respondiendo. ¿Jesús no lo hizo?, ¿e incluso hablo y comió con algunos discípulos camino de Emaús? ¿No puso Tomás el dedo en su llaga? Bueno. No estábamos allí para saberlo. En cuanto a Krisna ¿-Acaso murió?
Entrar en la ira o en el problema y escucharlo... Yo espero que dé los frutos que se espera de ello, pero veámoslo desde el Cuarto Camino. En éste, creo que se dice lo contrario, no identificarse: ver que eso no es uno; que uno no es nada que pueda ser observado. El sufí dice que hay que morir antes de morir. También dice que es preciso tener un guía que haya cruzado al otro lado y haya vuelto. Ellos, como también el Cuarto Camino, de uno u otro modo, pero con concreción, hablan de la presencia, del estar presente,esto es, de sentir el ser en el punto de la línea vertical en el que el ser propio se halle, y ser consciente para que acontezca la presencia. La Cábala habla de esa presencia en su Shekinah. Particularmente, estoy persuadido de que tan sólo la presencia, el estar presente, cada vez con mayor intensidad, es lo único, y permítanme que subraye"único", con capacidad de transformarnos. La presencia es nuestra esencia y ésta no está en el tiempo.
Como sea, gracias. |
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