de productos de cosméticos, tarjetas de crédito y promociones que le llueven a diario en su buzón.
Por este motivo se dio a la tarea de hacer una suerte de "arte trash", pues en vez de enviar tales
comunicaciones inútiles directamente al tacho de la basura, decidió transformarlo
en arte aplicando los conocimientos adquiridos gracias a su título en diseño en el Chelsea College.
Convertir lo indeseado en un objeto deseado fue la motivación de Anne, quien aprovechó
la dimensión crítica del arte para protestar contra esta forma de invasión a la privacidad que afecta a millones de británicos,
cansados de tener un buzón únicamente al servicio de la publicidad.
"Sólo quiero mostrarle a la gente lo que pasa y que ellos lleguen a sus propias conclusiones", señaló la artista a la BBC.
Sin embargo, ahora que le encontró una utilidad a lo que por años definió como basura, seguramente
no tendrá problemas para encontrar con mayor volumen y rapidez la materia prima de su arte, gracias a los aportes