Cuando la encontró la policía estaba enferma de asma y artritis, y con sus 65 años pesaba sólo 38 kilos.
En el aristocrático barrio parisino de Avenue de Chateau de Bertin los vecinos notaron aterrorizados la presencia
de una figura espectral deambulando por los jardines de la mansión de la familia
Saunier bajo una tremenda tormenta invernal. La policía revisó el terreno de los Saunier y llamó repetidas veces pero nadie asomó.
Antes de retirarse, un agente decidió revisar el cobertizo del jardín
-donde normalmente se arrumban las herramientas o las cosas que no se desean
en el interior de la vivienda- por si había alguien escondido ahí.
Una mujer esquelética de pelo blanco se escondía en un rincón. Ella sólo dijo "vivo acá".
Su nombre es Renée Broussard.
Cuando la encontró la policía estaba enferma de asma y artritis,
y con sus 65 años pesaba sólo 38 kilos. La dueña de la mansión, la señora Saunier,
de 76 años, enfrenta ahora una demanda por abandono de persona en peligro.
Según surgió de los interrogatorios, Renée vivió en el cobertizo
de los Saunier en completo aislamiento sin agua ni luz por más de treinta años.
Cuando tenía 34 años, ella y su madre le pidieron trabajo a los aristocráticos Saunier.
La Sra. de la casa las "alojó" en el cobertizo.
Al morir su madre, Renée tenía luz y calefacción en el lugar
y realizaba trabajos de costura a cambio de ese precario alojamiento y la comida del día.
El agua la obtenía de la canilla del jardín.
La Sra. Saunier le enseñó a salir de allí
lo menos posible, sobre todo si había visitas. Luego empezó a escasear el trabajo,
y las dos comidas diarias pasaron a ser una. Al tiempo ya no le dieron más tareas de costura y la comida fue sólo una.
Un día dejaron de darle gas para la calefacción,
así que con la ropa que desechaban los Saunier ella se cosió guantes, medias y abrigo.
Como ya no había trabajo para ella, le cortaron la luz y la única comida
que recibía era una bolsa de plástico con lo que le sobraba a la familia al final del día.
Nadie la visitaba, los Saunier jamás pasaban para ver si todavía estaba allí.
Ningún vecino sabía siquiera que existía.
Ella envejeció aterrorizada del mundo exterior. Y en los últimos años jamás salía.
La Sra. Saunier que enfrenta un proceso legal que podría llevarla
a prisión declaró que "yo sólo quise un arreglo temporal, traté de ayudar a la mujer".
Renée no hubiera podido vivir mucho más en esas condiciones dijeron los médicos.
Ahora se recupera en el hogar de retiro de Le Vesinet donde declaró que lo
que quiere ahora es "un poco de tranquilidad, y si fuera posible algunos amigos".