Un hombre entró a la oficina de su doctor diciendo: “Doctor, necesito ser castrado.”
“¿Qué? ¿Estás seguro?”, preguntó el doctor con asombro.
“Es algo que estuve considerando por un tiempo largo y creo que llegó el momento de hacerlo…”, respondió el hombre.
“Pero… ¿Lo pensaste bien? ¿Realmente estás seguro?” insistió el doctor con preocupación. “Es una operación muy compleja, y una vez que está hecha, no hay vuelta atrás, cambiarás para siempre…”
“Estoy al tanto de eso, y lamento decirle que no logrará cambiar mi opinión, así que por favor deme un turno para ser castrado o simplemente buscaré a otro doctor”, respondió el hombre con dureza.
“Bueno, está bien”, dijo el doctor, “pero debes saber que está en contra de mis principios como médico.”
Así fue como el hombre tuvo su operación. Al día siguiente, se encontraba levantado, caminando lentamente con las piernas abiertas por el pasillo cuando se cruzó con otro paciente que caminaba de la misma forma.
“Hey”, le dijo el hombre al paciente, “parece que tuviste la misma operación que yo…”
“Parece que sí”, contestó el paciente, “en mi caso, a los 37 años finalmente decidí que era hora de ser circuncidado.”
El hombre lo miró con una expresión de horror en el rostro y grito: “¡DEMONIOS! Esa era la palabra!!!”