La envidia de los fariseos será en gran parte la causa de la muerte de Jesús. Era tanta la dureza del corazón que ellos tenían, que el mismo Jesús se entristeció. No permitamos que la envidia se adueñe de nuestro corazón. Dios nos ha dado a cada uno, diferentes dones y carismas. Nuestro deber como cristianos es, no sólo respetarlos, sino buscar la manera de que éstos se desarrollen plenamente. Marcos-3-1-6