¡Es raro!
Había un chico llamado Andrés que se quedó huérfano casi al nacer. Fue criado por una patrona. Era pobre, no tenía nada. Un día se encontró un pequeño perro en la calle y se lo quedó. Fue creciendo y haciéndose cada vez más rico, pero le faltaba algo, el amor de una mujer. Un día fue a una corrida de toros, pero antes de entrar a la plaza, Andrés vio los caballos de los picadores que iban a salir al ruedo, y por pena compró uno que parecía estar loco. Con el tiempo el caballo fue engordando y haciéndose más ágil. El perro y el caballo de Andrés congeniaron muy bien y estaban siempre juntos. Un día cuando Andrés salió a pasear, con su perro y su caballo, se paró a descansar y vio una muchacha que pasaba con un cántaro de agua y Andrés le pidió un poco a pesar de que no tenía sed. La chica se llamaba Plácida. Al tiempo se casaron y se fueron a vivir a una quinta. Un día entraron ladrones y Andrés fue a la policía, pero cuando volvió no había nadie en su casa, sólo su perro malherido que murió al cabo de un rato. Andrés salió a buscar a su mujer y a su caballo siguiendo las pisadas de este. Cuando pasaron las horas se encontró a su caballo muerto y la gente que estaba alrededor del caballo, disputándose su carne, le dijeron a Andrés que su mujer era en realidad la que hizo eso, que no fue secuestrada. Y así, por un engaño, Andrés se quedó sin perro, sin caballo y sin mujer. Y por todo esto Andrés se volvió loco y se murió de pena. |