Sobre el mar crece una luna de satín. Los dos la contemplamos desde extremos diversos. Triste, lamento la noche tan larga y me acuerdo de ti. Apago el farol: prefiero la luz de la luna. Me pongo el capote y salgo. Siento el rocío que nos moja. Me duele no poder atrapar un rayo de luz y ofrecértelo. Regreso y me tiendo en el lecho. quizás pueda verte en el sueño.