Hacia mediados del siglo XII, cuando ya la imagen gozaba de gran
veneración popular, fue trasladada a una cercana y pequeña
ermita dedicada a San Lorenzo, localizada extramuros, donde
recibió culto. Ante el aumento de su devoción y la propagación de su
fama milagrosa, en 1485, el Regidor y merino, Don Pedro Niño decidió
construir sobre la ermita una iglesia de nueva planta, con la misma
advocación, pero dedicada “A la Virgen de San Lorenzo”, conociéndose
por este nombre desde entonces.
Sin embargo los análisis iconográficos que se han realizado a la
imagen, la sitúan en la segunda mitad del siglo XIV, por lo que de
la leyenda romántica sólo puede considerarse fiable el final de
la historia, es decir, cuando la imagen recibe culto, especialmente
de los Aguadores (siempre temerosos de las amenazantes
crecidas del Pisuerga), en la vieja ermita dedicada a San
Lorenzo Mártir.
El caso es que la Virgen de San Lorenzo siempre ha estado ligada a
los problemas del agua en la ciudad, siendo requerida tanto en
casos de inundaciones como de sequía y objeto continuo de
rogativas y procesiones. En 1781 se funda la Real y Venerable
Hermandad de Nuestra Señora de San Lorenzo, aunque ya
había constancia de su existencia en el siglo XVII,
aproximadamente desde 1637, cuando ya la Virgen de
San Lorenzo era invocada como patrona de Valladolid.
Este patronazgo no será declarado oficialmente hasta 1917,
cuando con motivo de la Coronación Canónica de la imagen
por el Cardenal Cos, el Ayuntamiento de Valladolid la honra
como Alcaldesa Honoraria Perpetua de Valladolid,
incorporando a la imagen permanentemente el bastón de
mando (sobre su brazo, ceñido por un brazalete votivo de oro)
y la medalla con el escudo de la ciudad. También se fija en esta
fecha su festividad, el día 8 de septiembre, coincidiendo con
la Natividad de la Virgen.
La Iglesia de San Lorenzo, gótica de tres naves, sufrió hace
años no una restauración, sino el derribo. El edificio fue
convertido en viviendas en cuya planta baja se construyó
un nuevo templo, conservándose tan sólo la portada y la torre
cuadrada, ahogada entre una arquitectura supuestamente
vanguardista. Su rico patrimonio fue diseminado por el contiguo
convento de Santa Ana y en la propia iglesia, en cuyo altar
recibe culto la patrona de Valladolid.
La imagen, de pequeño tamaño y en madera policromada, supone
una evolución sobre los modelos románicos de la tipología
Theotokos (en griego Madre de Dios), con la figura entronizada
de la Virgen sujetando sobre su pierna izquierda la figura del Niño,
con lo que la Madre se convierte, a su vez, en el trono del Hijo.
Es una talla de discreta calidad que no presenta la tendencia
al naturalismo propio de su tiempo, a pesar de lo cual mantiene
la gracia y el encanto del “rusticismo” y el esquematismo armónico
propio del románico, siendo el rostro de la Virgen y su sonrisa,
apenas insinuada, lo más atractivo de la imagen.
Las dos figuras adoptan una posición frontal, aunque el
Niño, excesivamente esquemático, está colocado ligeramente
ladeado. La Virgen viste una túnica azul ceñida al cuerpo, un
manto rojo, que cayendo desde los hombros, le cubre las rodillas
formando pliegues de aristas vivas, propios del gótico, y con su
mano izquierda sujeta al Niño, que permanece ajeno al pomo que
a modo de fruto le ofrece en su mano derecha (posteriormente
fue sustituido por un ramo de oro y pedrería ofrecido por la
Hermandad). El infante repite la misma posición, sujetando un
libro en una mano y la otra apoyada sobre un pecho de su Madre,
representado como una parte anatómica extraña que adquiere
el valor de símbolo maternal. La falta de conexión entre las
figuras y la ausencia de naturalismo le dotan de una frialdad y
un hieratismo que curiosamente realzan su solemnidad, envolviendo
a la imagen cierta sensación de ensimismamiento.
Tanto la Virgen como el Niño lucen las coronas de oro y plata que
recibieron en su Coronación, aunque en tiempos recientes, tras su
restauración, se ha prescindido del manto que envolvía a las figuras
dejando asomar solamente los rostros. La iconografía se acompaña
con una corona en forma de resplandor flamígero, siguiendo un
diseño barroco muy difundido en imágenes marianas de Castilla y León,
que le sirve de marco y que sigue realzando la hornacina
del altar actual.
Un templete con una reproducción de la Virgen de San Lorenzo,
realizado en plata y marfil por Manuel Ríos, figura desde 1983 en
la delantera del paso de palio de la Virgen de la Soledad de la Real
Hermandad Servita de Sevilla, donde recibe honores como patrona
de Valladolid en los desfiles de Semana Santa y culto cada
8 de septiembre.
A partir del año 2003 la patrona ha reforzado su protagonismo
en Valladolid, después de que la Hermandad de Nuestra
Señora de San Lorenzo, recuperase la tradicional procesión de
su festividad, desde su Iglesia hasta la Catedral, procesión
que estuvo interrumpida durante cincuenta años. La Hermandad
y el Ayuntamiento (después de una serie de consultas), acordaron
que las tradicionales Ferias y Fiestas de San Mateo, pasasen
a celebrarse en honor de la Virgen de San Lorenzo, por
lo que en la actualidad, las Ferias y Fiestas de Valladolid
comienzan el viernes inmediatamente anterior a la
Festividad de la Virgen de San Lorenzo, este año 2009
comenzaron, pues, el día 4 de septiembre.
A estos actos, para los que devotos y cofrades de la Hermandad
han dotado a la patrona de unas andas de plata con templete,
faroles y un relicario de San Lorenzo en su parte frontal, se
suma la restauración de las mazas de plata de 1819 (a cargo
de Francisco Gómez Bonilla), la cruceta portaestandarte en plata
de ley realizado por un orfebre sevillano, y dos ángeles
tallados en madera policromada, situados a ambos lados de
la Virgen, que fueron donados por un grupo de cofrades.
Además, la ciudad se engalana con la confección de una
espectacular alfombra de arena de colores que discurre
desde la iglesia de San Lorenzo a la catedral, donde se celebran
los actos litúrgicos cada 8 de septiembre.
¡¡Feliz día de la Virgen de San Lorenzo!!