LA NOCHEBUENA
Son hija y madre, y las dos,
con frío, con hambre y pena,
piden en la Nochebuena
una limosna por Dios.
—Hoy los ángeles querrán
-la madre a su hija decía-
que comamos, hija mía,
por ser Nochebuena, pan.
Y al anuncio de tal fiesta
abre la madre el regazo,
y sobre él a aquel pedazo
de sus entrañas acuesta.
Al pie de un farol sentada,
pide por amor de Dios ...
y pasa uno..., pasan dos...,
mas ninguno le da nada.
La niña, con triste acento:
—Pero ¿y nuestro pan? -decía.
—Ya llega -le respondía
la madre... ¡y llegaba el viento!
Mientras de placer gritando
pasa ante ellas el gentío,
la niña llora de frío,
la madre pide llorando.
Cuando otra pobre como ella
una moneda le echó,
recordando que perdió
otra niña como aquélla.
—¡Ya nuestro pan ha venido!
-gritó la madre, extasiada;
mas la niña quedó echada
como un pájaro en su nido.
¡ Llama... y llama!... ¡Desvarío!
Nada hay ya que la despierte;
duerme, está helando, y la muerte
sólo es un sueño con frío.
La toca. Al verla tan yerta,
se alza, hacia la luz la atrae,
se espanta, vacila..., y cae
a plomo la niña, muerta.
Del suelo, de angustia llena,
Ia madre a su hija levanta,
y en tanto un dichoso canta:
—¡Esta noche es Nochebuena!...
Ramón de Campoamor