EL DIA DE PENTECOSTÉS
Dependiente de la fertilidad de la madre Tierra, el hombre le ha mostrado siempre su agradecimiento, festejándola y hasta divinizándola. (La diosa Gea entre los griegos, Ceres entre los romanos, es una prueba de esto último).
Las fiestas principales del pueblo judío tenían también, en un principio, carácter agrario. El libro del Éxodo prescribe (23,14ss.):
Tres veces al año vendrás (al templo) en romería:
Por la fiesta de los Panes Ázimos…
Por la fiesta de la Siega, de las primicias….
Por la fiesta de la Recolección…
Pero en un pueblo de jerarquía sacerdotal y teocrática las fiestas cobran pronto sentido religioso. Y estas fiestas agrarias se asocian, además, a las celebraciones de la historia de Israel. La fiesta de los Panes Ázimos queda unida a la Pascua—salida de Egipto—. Así lo establece el Levítico:
‘El día catorce del primer mes es la Pascua del Señor.
El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos’
(Lev. 23,5).
También la fiesta de la Siega de las primicias del campo queda fijada en función de la Pascua—cincuenta días después— (Ib.v. 9):
‘Pasadas siete semanas completas…, es decir, a los cincuenta días,
haréis una nueva ofrenda al Señor’ (Ib.v.15).
Por esto se llamará también fiesta de las Semanas, y Pentecostés.
Pascua y Pentecostés, más allá de recuerdos agrarios, acentúan su significado en la historia de Israel. Si la Pascua— día catorce del primer mes —recuerda la liberación real de la esclavitud de Egipto, Pentecostés— a los cincuenta días —coincide con la estancia de peregrinación en el desierto. Y la atención de los autores bíblicos recae sobre el hecho más destacado de esta peregrinación: el Sinaí, el monte en que Dios—por medio de Moisés—habla a su pueblo y le da normas legales (Ex 19, 1-4). Pentecostés se transforma así en la fiesta de la Ley, y en el símbolo de la alianza de Dios con Israel. Pascua y Pentecostés se complementan: En Pascua Israel adquiere su liberación de hecho; en Pentecostés la libertad de derecho.
Sabido es que los apóstoles y sus comunidades ‘cristianizaron’ el calendario judío. La Pascua judía pasa a ser la Pascua cristiana. Y cincuenta días después de la muerte y resurrección de Cristo, se consolida la iglesia como nuevo pueblo de Dios con la venida del Espíritu sobre los apóstoles. Recordemos el relato de Lucas (Hechos 2,1-11):
Todos están reunidos en el mismo lugar;
de repente, se oye un ruido del cielo como de viento recio;
aparecen lenguas como llamaradas sobre cada uno.
Se llenan todos de Espíritu Santo
y empiezan a hablar en lenguas extranjeras.
Hay entonces en Jerusalén
judíos de todas las naciones de la tierra;
acuden en masa
y quedan desconcertados,
porque cada uno los oye hablar en su propio idioma.
El relato es sin duda una elaboración artificial de Lucas con finalidad catequética. No parece aceptable ver sucesos históricos en todos los elementos descriptivos. Estos forman parte de la literatura escatológica. Con ellos alude Lucas al Pentecostés judío y a la alianza del A.T. Viento, fuego, ruido: son elementos que describen la presencia de Dios en el Sinaí. Estos "llenan la casa" como llenaron el monte Sinaí con la presencia de Yahvé.
La escena de Pentecostés representa, pues, la inauguración de la nueva alianza, y la promulgación de una ley que ya no está grabada en la piedra, sino en el Espíritu.
Éste, el Espíritu, constituye el centro del relato:
Se llenaron todos de Espíritu Santo
y empezaron a hablar en lenguas extranjeras,
Al margen de las imágenes, esto es lo esencial: Dios envía, no sólo una ley, sino su propio Espíritu.
Y con el Espíritu, el don de hablar lenguas extrañas. Aunque este carisma se dio repetidas veces en las comunidades primitivas (Corinto, Éfeso, Cesarea), las “lenguas extrañas” aluden seguramente a las señales prometidas por Jesús y que acompañarán a los creyentes del nuevo pueblo de Dios: “en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguas nuevas… El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Mc. 16,15)
Lucas pretende mostrar que la comunidad inicial ha sido invadida por el Espíritu y que toda su actividad posterior se realiza movida por Él. Comunidad y Espíritu: los dos polos del texto de hoy..., para hoy y para siempre.