Ambientada en Asturias, se apoya en hechos históricos reales, con la historia de dos personajes
enfrentados de fondo, Luam, el jefe de los cilúrnigos, fabricantes de calderos de bronce de Noega
(Gijón) y Publio Carisio, legado romano.
En el año 25 a.C. las tropas del emperador César Augusto se disponen a someter de manera
definitiva a las tribus astures y cántabras, el último reducto que aún queda por conquistar en
la Península Ibérica. Los romanos, al mando del legado Publio Carisio, llegan hasta la
costa arrasando todo lo que encuentran en su camino. La vida de los cilúrnigos, fabricantes
de calderos de bronce, de Noega (Xixón), no volverá a ser la misma a partir de entonces.
Esta es la historia de Luam, jefe de los cilúrnigos, y de su mujer, Lerone, prisionera y amante
del jefe romano; de Corocotta, el gran jefe cántabro; de Dacio, el mercader gaditano; de Homero,
el esclavo griego..., sus vidas y las de los demás personajes sufrirán los avatares de la fortuna
tratando de sobrevivir en un mundo hostil.
Es también la historia de unas gentes valerosas, duras como las rocas de sus montañas y bravas
como el mar que azota sus costas, que lucharon hasta el final para mantener su libertad,
sus costumbres y sus creencias en contra de un invasor cuyas fuerzas eran muy superiores a las suyas.
Un libro bastante bueno en su género, esta novela nos trae la perdida memoria histórica del pueblo astur conquistado y sometido por el Imperio Romano.
Es una historia triste, con final triste, como lo tiene que ser y como lo es y lo ha sido a través de nuestra historia el destino de los pueblos conquistados, exterminados y sometidos.
Por otro lado es una historia bella pues nos habla de los valles, de las montañas, de los bosques, de los lagos..., y de las creencias de un pueblo que vivia en armonia con la naturaleza.
Una obra bien documentada que basandose en la información y datos historicos existentes nos relata una historia ficticia bastante entretenida con el especial estilo de narrar de la autora.
Al final, deja un mensaje de esperanza, pese a la crueldad y la brutalidad de los conquistadores, y la humillación de los conquistados, nada se pierde, nada muere, simplemente, se transforma.
con otras e incluso, tal vez, adoremos a otros dioses, pero seguiremos vivos.
Mientras uno solo de nosotros permanezca, también permanecerá la herencia de nuestros antepasados."
El rey de Navarra, Sancho VII, el fuerte, parte hacia Marruecos en donde
espera casarse con la hija del emir. Durante su ausencia, su primo Alfonso VIII
de Castilla conquista la ciudad-fortaleza de Vitoria. El joven Otxoa Izurra, en posesión de un misterioso manuscrito hallado en la sierra de Leire, viaja a África en compañía
del obispo de Pamplona para comunicar al rey la situación de la plaza sitiada.
Interesante libro, por lo que se descubre de las relaciones entre cristianos y musulmanes.
Almudena de Arteaga, descendiente de la princesa de Éboli, se dedicaba a la abogacía antes de escribir este super-ventas traducido a 4 idiomas y pasar a los anales como literata de éxito, o lo que es lo mismo, antes vivía de pobres litigantes y ahora de nosotros, pobres lectores.
En esta novela nos cuenta la vida y avatares de esta fenomenal mujer que excitó los impulsos más variados, de envidia y admiración, tanto en los hombres como en las mujeres de su época debido a su extraña belleza y su extremada inteligencia. Desmiente algunos rumores que la acompañaron durante su vida como que fue amante de Felipe II, desmitifica otros como el halo de misterio que la rodeaba, y confirma algunos como que sí fue amante “por amor” del secretario del rey, Antonio Pérez.
La narración está llena de pequeños detalles pero es, sin embargo, desapasionada. El personaje nos habla en primera persona, pues está recordando en voz alta las vicisitudes de su vida para su hija más pequeña, la segunda de nombre Ana (¡qué curiosa costumbre de los antiguos la de repetir nombres entre sus hijos!, aunque tuvieran muchos, que los tenían, anda que no hay nombres diferentes en el santoral, como bien nos recuerda Paternóster cada día).
A pequeñas y grandes pinceladas nos habla de su resignación como buena mujer de su tiempo para, por ejemplo, sufrir en silencio y con estoicismo la decepción de su padre porque nació niña; para aceptar el destino fijado por sus padres, a “sugerencia” del rey, de casarse con Ruy Gómez de Silva (mucho mayor que ella); para mantener oculto su único gran amor, hacia Antonio Pérez; para someterse al mandato del rey quien, no se sabe con certeza por qué, la privó de la custodia de sus hijos y de su libertad. Para, en fin, acatar unas normas de las que se sentía muy alejada ya que era una mujer en muchos sentidos adelantada a su época.
En esta novela de fácil y entretenida lectura, la autora nos presenta a una mujer de gran carácter, no siempre afable, y de gran personalidad; una mujer de ésas que da pena no poder conocer en persona. Los personajes secundarios, sin restarle un ápice de protagonismo, están bien pincelados y perfectamente integrados en los roles del momento histórico.
Bien documentada y ambientada, es una obra muy recomendable que