En armonía con la Mente Divina, expreso infinita paciencia.
Si tengo un evento o reunión importante, quizás me sienta ansioso o preocupado. Cuando estos sentimientos surgen, los reconozco y recuerdo que nada puede demorar ni obstruir el desarrollo perfecto de mi vida.
Respiro profundamente y hago una pausa para orar. En oración, reconozco que vivo, me muevo y tengo mi ser en la Mente infinita de Dios. Al tomar conciencia de mi unidad con la Mente Divina, dejo ir cualquier temor acerca del futuro y estoy plenamente presente —con mi mente enfocada en el ahora.
Con esperanza y gratitud renovadas, recuerdo que existe un orden divino. Sin importar las apariencias externas, cada persona y acontecimiento conspira para mi mayor bien.
Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración.—Romanos 12:12
Durante tiempos de pérdida y reto, encuentro solaz en el amor perdurable de Dios. Reflexiono en las personas que se han dirigido a esta energía poderosa que llamamos Dios, Yahweh, Espíritu y Alá.
No importa lo mucho que el mundo cambie ni los adelantos de la ciencia y la tecnología, Dios está disponible eternamente para consolarnos. Las perspectivas pueden cambiar; sin embargo, lo Divino permanece como amor inmutable. Cada idioma y cada era revela que Dios es el amor que nos rodea. En mi hora de oscuridad, estoy envuelto en el mismo amor que consoló a Jesús cuando estaba atribulado. Al orar descanso en el abrazo del Creador. Recibido en casa con amor, regreso al lugar en mi corazón donde mora el consuelo.
¡Alabemos al Dios de los cielos! ¡Su misericordia permanece para siempre!—Salmo 136:26