La justificación y el autoengaño.
Te voy a contar un chistecito machista.Se comprobó que la cerveza tiene hormonas femeninas; porque tomando una buena dosis, decís incoherencias, conducís mal, te falta coordinación... y sos incapaz de reconocer tus errores.
Creo que esto de no reconocer los errores se nos complica por dos ingredientes que son letales: la justificación y el autoengaño.No es simplemente no reconocer los errores; están estas dos trabitas: la justificación, que la tenemos a pedir de boca, y el autoengaño.Para que mi charla tenga sentido para ustedes y les sea útil, después de que yo tire un par de ejemplos, sería bueno que cada uno buscara su propia autojustificación.Según el sufismo y la metafísica, no hay errores pequeños ni grandes, sino una suma de eslabones que terminan formando la cadena que nos tiene atados.Dicen que si empezamos por corregir los errores pequeños, cosa que es más fácil, nos será después mucho más fácil liberarnos, así que manos a la obra.
Escuchaba en la tele a una señora que estaba tomando sol en la costanera a las doce del mediodía, y el periodista le recordaba que los médicos sugieren no tomar sol a esa hora. La mujer, que no era precisamente una jovencita inconsciente, dijo: -Sí, pero yo en la semana trabajo y no puedo tomar sol; además anuncian lluvia para mañana domingo, así que quiero aprovechar para tostarme hoy lo más que pueda-.Me están advirtiendo que lo que como es veneno para ratas, y yo digo: -sí, pero no tenía jamón en la heladera, entonces estoy comiendo un poquito de ésto-.Yo no te estoy diciendo que no tomes sol al mediodía porque soy la menos indicada, ya tengo la malla puesta; así que sería una cara dura. No estoy abocada a este tema del sol, sugiero simplemente que quizás sería mejor no engañarse, ni engañarme ni engañarte; tomás sol al mediodía porque no sos totalmente conciente de la posibilidad de que por estar ahí tiradita mientras febo te acaricia, te pegues una enfermedad grave.
En realidad no comemos vidrio porque es duro, y no tiene gusto a nada, pero no sé qué pasaría con una porción de vidrio molido, saborizada con el gusto de tu comida favorita, envuelto en la consistencia de una exquisita mousse, y un hambre capaz de comerte una vaca cruda. Si te dicen que es seguro que el vidrio molido destruirá tus órganos, tal vez resistas a la tentación; pero si te cuentan que por estadísticas medicas, hay un 80% de posibilidades de que eso suceda, entonces vos te agrupás dentro del 20% de ilesos, por no decir ilusos, y comés vidrio.Y así, no hacemos gimnasia aunque el médico nos diagnostique sedentarismo porque hace calor o llueve; comemos grasas aunque tengamos colesterol; fumamos; tenemos sexo sin preservativo, sólo por esta vez...
Habrá variadas razones para esta conducta humana, pero hoy estamos tratando sólo el autoengaño y la justificación. En estos casos que mencioné, la lógica indica que los que no quieren enfermarse no comen grasa, ni fuman, ni toman sol al mediodía; pero sin embargo los que tiene mucho temor a la enfermedad y a la muerte, pueden recurrir al autoengaño ¿se entiende?Hay un punto donde los que tienen temor a enfermarse y son cuidadosos de no enfermarse, se privan.Pero hay otro punto, y yo lamentablemente estoy ahí, donde es tanto el temor a la enfermedad y a la muerte, (te digo que tengo un amigo que conozco que también lo podés poner en el mismo grupo) somos tan cagoncitos, hay tanto temor, que podemos caer en el autoengaño de “a mí no me va a pasar”.Ahí no te agrupo, te agrupo en el temor a la enfermedad.
“A mí no me va a pasar”. Habrá un porcentaje que se declare optimista al pensar esto, hay otro porcentaje de inconscientes, pero yo creo que el porcentaje mayor se lo lleva el autoengaño.Y no es lo mismo optimismo o inconsciencia.El optimista es aquel que tiende a tomarse las cosas en su aspecto más favorable, el optimismo está después del hecho. El optimismo está frente a la enfermedad ya provocada por la fatalidad o por la inconciencia o por el autoengaño.
Hanglin: ¿Te puedo agregar una?Desde otro ángulo que yo sé que no es el que te gusta más: el escepticismo frente a las advertencias médicas.Porque como a uno le han dicho tantas cosas, “mirá que ésto hace mal” “ésto trae cáncer”¿Pero todo trae cáncer?Te advierten por el agujero de Ozono, y después leés un informe que dice que no existe tal agujero; no existe, y lo firman los premios Nóbel. Entonces, ante todas estas advertencias que tienden a volverme loco... no creo en ninguna; ni que me va a hacer mal el sol, ni nada.No le doy bolilla, hago una vida normal como se ha hecho siempre.También es otra opción ¿no?.
Eso está muy bien, y yo no lo critico; estoy criticando algunas actitudes que no son buenas.Elegir hacer lo que hacés justamente porque te preguntaste ¿qué sabe nadie?¿Te acordás cuando éramos chiquitos y nos hacían tomar el jugo de la carne?
Hanglin: Y además nos decían, porque estaba científicamente demostrado, que no te podías bañar en la pileta hasta tres horas después de comer, porque la digestión te iba a dar un calambre estomacal, y eso nunca existió. Y no nos dejaban tirarnos al agua, y hoy día nosotros nos tiramos al agua en cuanto terminamos de comer y sabemos que no nos pasa nada.Por supuesto, no vamos a hacer surf...
Ese gremio no lo toco; primero, porque soy una obsecuente (risas) No, ese gremio está impecable.En cambio el autoengaño es el tema donde más me esmero y aporto, porque lo encuentro siempre antecediendo al error.En tu caso no, porque es un criterio y está bárbaro.
Mirá, días atrás una mujer tenía la tarea de estar a las diez de la mañana en una casa por donde pasarían a buscar algo que muy gentilmente nos habían prestado; tenía que estar ahí para devolver un favor. En esa casa no habría nadie más que ella para efectuar la devolución de tan gentil y desinteresado préstamo; esa era su tarea y tenía que estar a las diez en punto, y para mi gusto, antes. La muchacha llegó tarde.Yo hice tronar el cielo. Y ella dejó un mensaje en mi contestador que era para dejarlo grabado y escucharlo tres veces por día por prescripción médica: “Silvia, habla fulanita, disculpá lo de esta mañana,pero resulta que yo tomo el colectivo del cartel verde, y cuando llegué a la parada justo se iba uno, entonces me tomé el del cartel rojo y me dejó a siete cuadras, y como no sabía qué tomar, me fui caminando para no perder más tiempo. Pero igual quedate tranquila porque de casualidad llegó Mengano y lo atendió y está todo bien”.
¡NO! No me quedo tranquila ni está bien un joraca, ni me importa tu colectivo; pero así vivimos. ¿Te acordás del cuentito del sietemesino?Lo cuento de nuevo porque el público se renueva, ¿querés?
“Un señor se sube al colectivo, le pregunta al del primer asiento si no le cedería el lugar porque él es sietemesino y quedó con severos problemas en los huesosdesde que nació, entonces el pasajero le da el asiento.Al rato le pide al chofer que baje la radio porque él es sietemesino y quedó con problemas de audición; el chofer apaga la radio, y ya un poco fastidiado, se prende un cigarrillo, sin pensar que el tipo se levantaría como un resorte para pedir que lo apague. El conductor lo ve venir por el espejo, inmediatamente tira el cigarrillo, y deja la ventanilla abierta; así que el otro se acerca y le dice: -Señor disculpe no podría cerrar la ventanilla porque yo soy..-ahí el colectivero lo interrumpe y le dice: -Decime, sietemesino, ¿por qué no te vas dos meses a la cosa de madre y te dejás de joder?-“
Está bárbaro, ¿sabes la cantidad de sietemesinos que conozco yo?Bueno, hoy no quería enfocar sólo el mal que le hacemos a los otros dando excusas y justificaciones, sino el mal que nos hacemos a nosotros mismos con el autoengaño. Yo no te aseguro nada,porque hoy llega una tía de España, y mañana tengo un asado,pero si en la semana no tengo que ir al banco, te prometo que me voy a sentar a hacer mi propia lista de justificaciones.
Del libro "Cada vez más simple" de Silvia Freire