No existe más oasis que tu cuerpo
Mientras dura el relámpago, ardemos lluviosos en su aroma que ilumina tu cama hasta volverla un bote, donde está la pasión tras el diluvio.
Mientras dura el relámpago -cuyas águilas roen nuestro ayer-, somos bajo su lumbre el cuchillo y la fruta repitiendo un milagro en pos del alba.
Mientras dura el relámpago, se deshace en un blues toda la niebla, e inventamos un huerto que también nevará cuando muera la sangre en sus espigas.
Mientras dura el relámpago, no existe más oasis que tu cuerpo, un tango, un acordeón, este abrazo profundo, la certeza del agua que nos une.
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