¿Quién eres tú?
¿Quién eres tú, hijo tardío? De los otros me parece que algo sabía desde el primer día de duda y esperanza. Pero tú, inesperado, ¿Quién eres? en ti nunca había pensado. ¿Cómo vas a llegar a este mundo enemigo si ni siquiera yo te conozco? Perdóname, hijo: hasta me ha aprecido que no había lugar para ti. Mi corazón, ya lo verás, es una sangrienta granada abierta. Y yo estoy cansada. Además, tú me vas a quitar ese retazo de mi vida que me han dejado los otros: casi nada, pero me duele desprenderme de lo último que me queda. Tendrás que ayudarme a conocerte. Y ha de ser tu vida, tan vigorosa y fuerte, que devore la mía, alegremente, y yo lejana de mí misma y distraída, apenas lo lamente.
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