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General: paz interior
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PAZ INTERIOR
Detrás de mis paredes, feliz a mi manera, extraigo del azul la esencia de mi verso y escribo entre las nubes —¡añorante quimera!—, con las letras del alma, un vocablo disperso.
Ignorando el tropel que redobla en la acera, extraña a la vorágine que rige el universo, no turba mi interior el bullicio de afuera y así conmigo misma, escribiendo, converso.
Pero en el corazón no puede haber engaño, como dentro del alma no cabe la mentira— que en solitaria paz nos vemos al desnudo, sin vanidad ni orgullo, ajenos al cruel daño de la simulación que hipócrita conspira— y entonces a los cielos, para inspirarme, acudo.
Marilina Rebora
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VEN, MADRE, A DESCANSAR...
Ven, madre, a descansar de todos tus trabajos hasta el jardín umbroso que cultivo en mis sueños, a la luz de luciérnagas y áureos escarabajos y la mágica ayuda de esos seres pequeños,
los gnomos, que se visten con trajes escarlata y brotan cuando alumbran las primeras estrellas, que usan zapatitos con hebillas de plata sin dejar en el musgo la marca de sus huellas.
Cantarán para ti la cigarra y el grillo, ocultos entre hiedras, glicinas o jazmines. Y con las hojas muertas haremos un castillo con muros almenados en oro y amarillo, hasta que se deshaga por sobre los jardines (en tanto la cabeza sobre mi hombro inclines).
Marilina Rebora |
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PORQUE SI TÚ NO VELAS
Porque si tú no velas, vendré como ladrón; he de llegar a ti sin que sepas la hora. Estate alerta, pues; vigila cada acción, y lo que has recibido y escuchado, memora.
Aunque nombre de vivo posees, estás muerto; perfectas, ante Dios, no he encontrado tus obras. Consolídalas pronto o han de morir por cierto, si es que no te arrepientes y de otro modo obras.
Yo soy El de las siete estrellas a su diestra; El que en los siete Espíritus de Dios, único, arde. Vestirá el que venciere de blancas vestiduras. Del libro de la vida, su nombre —santa muestra— jamás he de borrar, lo diré en las alturas. Vendré como ladrón: igual, temprano o tarde. Vendré como ladrón, de improviso o a oscuras.
Marilina Rebora
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QUIÉN VOLVIESE A TENER...
¡Quién volviese a tener, para que nos cubriera, una madre —de noche, los párpados febriles—, quién un rozar de labios en la frente sintiera despejando el fantasma de temores pueriles!
¡Quién tuviese, otra vez, sobre la cabecera un rostro de ternura —en pálidos marfiles— y quién bajo una mano que al fin nos bendijera sintiese disipar las penas infantiles!
Habría que tornar a la distante infancia a los antiguos días de los alegres años, esos tiempos de ayer en los que la fragancia era toda de miel, bálsamo y ambrosía, en los cuales la cura de los mayores daños se lograba con sólo tu beso, madre mía!
Marilina Rebora |
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NO LE DIGAS A CRISTO
No le digas a Cristo: —He de ir, mas espera. Me falta, todavía, algo que me he propuesto; el mundo me reclama, complacerle quisiera. Ten paciencia, he de ir. Un poco y ya me apresto.
No le digas a Cristo: —He de ir, aunque espera solamente a que acabe lo que tengo dispuesto; me conoces devota y me sabes sincera. He de ir. Sí; después que termine con esto.
No le digas a Cristo: —Espera, o bien: —Aguarda. ¿Hay algo más urgente que Sus pasos seguir? ¿No es, El mismo, la fuerza que te conforta hoy? (¡Pobre alma confundida! Sabiendo que retarda el encuentro con El —tan sólo por vivir—, decirle que se espere en lugar de ¡Ya voy!)
Marilina Rebora
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ACATAMIENTO
He querido morir, Señor, pero he vivido y confieso ante Ti mi aleve cobardía. ¿Qué dejo para aquellos semejantes que han sido probados en dolor a punto de agonía?
Y por querer morir, Señor, he revivido puesto que Tú dispones que pase al nuevo día, retornada a mí misma, tras haber pretendido ordenar mi existencia como si fuera mía.
Ya no habré de volver contra Ti aunque padezca ni habré de lamentarme en la misma desgracia. Si no es tu voluntad que mi vida perezca, acepto de buen grado, Señor, tu santa gracia y todos los misterios con que la tierra animas, que para nuestro bien, lo que haces, estimas.
Marilina Rebora |
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ES LA MANSIÓN DE AYER..
Es la mansión de ayer, la de la infancia mía, con ternura hogareña y calidez de seno, que aún levanta la frente, a punto de agonía, entre tanto derrumbe al que nada es ajeno.
Muéstrase melancólica el ala solariega del loco enjambre antiguo
—hoy con seres distantes— y a la sombra de madre, amorosa, se agrega el tono protector, los ojos vigilantes.
Los niños la vivían, encanto de morada; aromas de su patio, tímida madreselva con los albos jazmines en la azul enramada. Y guardamos silencio para que el alma vuelva a recordar imágenes de los dichosos años, sintiéndonos ahora como intrusos o extraños.
Marilina Rebora |
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Tus ojos azules
Tus Ojos azules como mar profundo,
tan azules como el cielo,eternos mas all de
todo espacio,tus ojos son mi maquina del
tiempo en ellos veo mis sueños mi futuro a
tu lado,Tus ojos hacen resplandecer los
mios,en el ir, y venir de tus pupilas,ahogan
mis pensamiento,llenan de placer mi vida.
Tus ojos son como palomas al viento
me transportan me llevan mas alla
del pensamiento.
Luz Colón |
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Madrigal
Por tus ojos verdes yo me perdería, sirena de aquellas que Ulises, sagaz, amaba y temía. Por tus ojos verdes yo me perdería.
Por tus ojos verdes en lo que, fugaz, brillar suele, a veces, la melancolía; por tus ojos verdes tan llenos de paz, misteriosos como la esperanza mía; por tus ojos verdes, conjuro eficaz, yo me salvaría.
Amado Nervo
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ESPEJISMO
Tú eres un espejismo en mi vía. Tú eres una mentira de agua y sombra en el desierto. Te miran mis ojos y no creen en ti. No estás en mi horizonte, no brillas aunque brilles con una luz de agua... ¡No amarras aunque amarres la vida!... No llegas aunque llegues, no besas aunque beses... Reflejo, mentira de agua tus ojos. Ciudad de plata que me miente el prisma, tus ojos... El verde que no existe, la frescura de ninguna brisa, la palabra de fuego que nadie escribió sobre el muro... ¡Yo misma proyectada en la noche por mi ensueño, eso tú eres!... No brillas aunque brilles... No besa tu beso... ¡Quien te amó sólo amaba cenizas!..
Dulce María Loynaz
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