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General: primer grado
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PRIMER GRADO
Colegio del Estado.
Primer Grado Inferior. Niñitas y varones con delantales blancos. Las niñas con su moño, en mariposa o flor. Los niños, ya se sabe, desbordando los bancos.
La Señorita Elisa, al frente de la clase, con su dulce mirada, redondas las mejillas: —El que se porte mal, solía decir, que pase. Y era la penitencia, sentarlo en sus rodillas.
Entre vivos recuerdos, evoco un compañero mayor y pelirrojo, que me enseñaba el puño al salir a la calle, con gesto de camorra; y que, al verme en la plaza, se acercaba ligero, me tomaba la mano con loco refunfuño, lanzando alegremente a los aires la gorra.
Marilina Rebora
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OJOS VERDES
Apoyá en er quisio de la mansebía miraba ensenderse la noche de mayo; pasaban los hombres y yo sonreía hasta que a mi puerta paraste el caballo. «Serrana, ¿me das candela?» Y yo te dije: «Gaché, ven y tómala en mis labios que yo fuego te daré». Dejaste er caballo y lumbre te di, y fueron dos verdes luceros de mayo tus ojos pa mí.
Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón. Ojos verdes, verdes, con brillo de faca, que están clavaítos en mi corazón. Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna, no hay más que unos ojos que mi vía son. Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón.
Vimos desde el cuarto despertar el día y sonar el alba en la Torre la Vela. Dejaste mis brazos cuando amanecía y en mi boca un gusto de menta y canela. «Serrana, para un vestío yo te quiero regalá». Yo te dije: «Estás cumplío, no me tienes que dar na». Subiste ar caballo, te fuiste de mí y nunca una noche más bella de mayo he vuelto a viví.
Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón. Ojos verdes, verdes, con brillo de faca, que están clavaítos en mi corazón. Pa mí ya no hay soles, luceros ni luna, no hay más que unos ojos que mi vía son. Ojos verdes, verdes como la albahaca. Verdes como el trigo verde y el verde, verde limón.
Rafael de Leon
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IBA TOCANDO MI FLAUTA
Iba tocando mi flauta a lo largo de la orilla; y la orilla era un reguero de amarillas margaritas.
El campo cristaleaba tras el temblor de la brisa; para escucharme mejor el agua se detenía.
Notas van y notas vienen, la tarde fragante y lírica iba, a compás de mi música, dorando sus fantasías,
y a mi alrededor volaba, en el agua y en la brisa, un enjambre doble de mariposas amarillas.
La ladera era de miel, de oro encendido la viña, de oro vago el raso leve del jaral de flores níveas;
allá donde el claro arroyo da en el río, se entreabría un ocaso de esplendores sobre el agua vespertina...
Mi flauta con sol lloraba a lo largo de la orilla; atrás quedaba un reguero de amarillas margaritas...
Juan Ramón Jimenez
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¡QUÉ TRISTEZA DE OLOR A JAZMÍN!
¡Qué tristeza de olor de jazmín! El verano torna a encender las calles y a oscurecer las casas, y, en las noches, regueros descendidos de estrellas pesan sobre los ojos cargados de nostalgia.
En los balcones, a las altas horas, siguen blancas mujeres mudas, que parecen fantasmas; el río manda, a veces, una cansada brisa, el ocaso, una música imposible y romántica.
La penumbra reluce de suspiros; el mundo se viene, en un olvido mágico, a flor de alma; y se cogen libélulas con las manos caídas, y, entre constelaciones, la alta luna se estanca.
¡Qué tristeza de olor de jazmín! Los pianos están abiertos; hay en todas partes miradas calientes... Por el fondo de cada sombra azul, se esfuma una visión apasionada y lánguida.
Juan Ramón Jimenez
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ESTOY TRISTE, Y MIS OJOS NO LLORAN
Estoy triste, y mis ojos no lloran y no quiero los besos de nadie; mi mirada serena se pierde en el fondo callado del parque.
¿Para qué he de soñar en amores si está oscura y lluviosa la tarde y no vienen suspiros ni aromas en las rondas tranquilas del aire?
Han sonado las horas dormidas; está solo el inmenso paisaje; ya se han ido los lentos rebaños; flota el humo en los pobres hogares.
Al cerrar mi ventana a la sombra, una estrena brilló en los cristales; estoy triste, mis ojos no lloran, ¡ya no quiero los besos de nadie!
Soñaré con mi infancia: es la hora de los niños dormidos; mi madre me mecía en su tibio regazo, al amor de sus ojos radiantes;
y al vibrar la amorosa campana de la ermita perdida en el valle, se entreabrían mis ojos rendidos al misterio sin luz de la tarde...
Es la esquila; ha sonado. La esquila ha sonado en la paz de los aires; sus cadencias dan llanto a estos ojos que no quieren los besos de nadie.
¡Que mis lágrimas corran! Ya hay flores, ya hay fragancias y cantos; si alguien ha soñado en mis besos, que venga de su plácido ensueño a besarme.
Y mis lágrimas corren... No vienen... ¿Quién irá por el triste paisaje? Sólo suena en el largo silencio la campana que tocan los ángeles.
Juan Ramón Jimenez
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¿REMORDIMIENTO? La tarde será un sueño de colores... Tu fantástica risa de oro y plata derramará en la gracia de las flores su leve y cristalina catarata.
Tu cuerpo, ya sin mis amantes huellas, errará por los grises olivares, cuando la brisa mueva las estrellas allá sobre la calma de los mares...
¡Sí, tú, tú misma...! irás por los caminos y el naciente rosado de la luna te evocará, subiendo entre los pinos, mis tardes de pasión y de fortuna.
Y mirarás, en pálido embeleso, sombras en pena, ronda de martirios, allí donde el amor, beso tras beso, fue como un agua plácida entre lirios...
¡Agua, beso que no dejó una gota para el retorno de la primavera; música sin sentido, seca y rota; pájaro muerto en lírica pradera!
¡Te sentirás, tal vez, dulce, transida, y verás, al pasar, en un abismo al que pobló las frondas de tu vida de flores de ilusión y de lirismo!
Juan Ramón Jimenez |
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Te dedico...
Te dedico una gota de agua.
Te dedico la noche apagada.
Te dedico la parte de mi cama que
sin ti no es nada.
Te dedico la moneda derrochada,
el canto que nadie escucha, el
reloj sin cuerda, el cigarrillo, la
cerveza y su espuma.
Te dedico las noches de vela,
los instantes del buen pensamiento,
las mañanas frías y las tardes
cubiertas de viento.
Te dedico la luz reflejada sobre los
bordes de tu mirada y toda mi locura;
- La penumbra que divide el alma de
mi cuerpo. - Te dedico cada hora que
queda, la botella de tequila, las
verdades de mi vida y los amaneceres
en que no te tengo.
Te dedico todas las palabras que me
arrancaste, los besos perfectos y los
poemas que nunca escuchaste. De esta forma en que ahora soy,
tú eres una referencia mía en cada
superficie y en cada indemne fondo...
Sé que hay cosas de la vida que aún no
conozco, pero de todo lo que ya tengo
corazón, yo te dedico casi todo.
Cesar Muñoz Lopez
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Te encontre
queriendo acariciar el cielo estire la mano y encontre tu rostro, quise ver las estrellas y vi tus ojos. desde entonces quiero la metafora que esconden tus pestañas y descubrir su misterio. desde entonces este loco afan me mortifica. ni la muerte arrancaría el embeleso de mi mente. absoto y loco, limito mi amor por ti en el espacio infinito. no me daba cuenta quería la glotia y estoy en el paraíso. insolente y presuntuoso me puse a imaginar que me querías. cerrando los ojos,
murmure tu nombre.
Desconozco Autor
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EL AMOR INDECISO
Un amor indeciso se ha acercado a mi puerta... Y no pasa; y se queda frente a la puerta abierta.
Yo le digo al amor: -¿Que te trae a mi casa? Y el amor no responde, no saluda, no pasa...
Es un amor pequeño que perdió su camino: Venía ya la noche... Y con la noche vino.
¡Qué amor tan pequeñito para andar con la sombra!... ¿Qué palabra no dice, qué nombre no me nombra?...
¿Qué deja ir o espera? ¿Qué paisaje apretado se le quedó en el fondo de los ojos cerrado?
Este amor nada dice... Este amor nada sabe: Es del color del viento, de la huella que un ave
deja en el viento... -Amor semi-despierto, tienes los ojos neblinosos aun de Lázaro... Vienes
de una sombra a otra sombra con los pasos trocados de los ebrios, los locos... ¡Y los resucitados!
Extraño amor sin rumbo que me gana y me pierde, que huele las naranjas y que las rosas muerde...,
Que todo lo confunde, lo deja... ¡Y no lo deja! Que esconde estrellas nuevas en la ceniza vieja...
Y no sabe morir ni vivir: Y no sabe que el mañana es tan sólo el hoy muerto...
El cadáver
futuro de este hoy claro, de esta hora cierta... Un amor indeciso se ha dormido a mi puerta...
Dulce María Loynaz
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Oído Atento
Yo tengo sana entraña y tengo oído atento
Para todas las cosas que me quieras contar,
Un hombro preparado donde puedas holgar
Y un corazón abierto que asuma tu lamento.
Si te agobian secretos que no puedes abrir,
Yo callaré a tu lado o hablaré si tu quieres;
Si la pena te agobia te abriré amaneceres
Y por ti si es preciso volvería yo a morir.
Si en tu lucha no encuentras la paz o la utopía
Te ofreceré en mi pecho un amparo seguro;
Un remanso amoroso, silencioso y oscuro
Donde encuentres descanso, comprensión y alegría.
Si en tu angosto camino el amor no te llega
Y buscas con anhelo quien te quiera y entienda,
Sabrás que aquí me tienes y que te haré la ofrenda
De mi poder y vida en tu animosa brega
Que no te haré preguntas de imposible respuesta,
Ni te daré consejos ni pediré más cuentas,
Porque a mí me interesa tan solo lo que sientas
Y callaré a tu lado sin tilde ni protesta
Cuando llores o calles yo sabré comprenderte
Y tus males y penas serán las penas mías;
Mis más grandes delicias serán tus alegrías
Y ofrendando mi vida compartiré tu suerte.
Y al final de la senda, cuando te haya ofrendado
Todo lo que he penado, todo lo que he sufrido,
No haré una sola cuenta, pues tanto te he querido
Que me sabrá a muy poco lo que por ti he luchado.
Rafael Marañón Barrio |
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