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Lentamente, mi dulce exploradora, en fluctuante suavidad de tacto, con el roce impulsivo, el mimo exacto, desafiando la ansiedad que implora.
Sinuosa, implacable, progresiva, con la elasticidad de la serpiente, rastreando la piel, que te consiente, extática de ti, de ti cautiva.
Brevería Nº 1005
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Lentamente
Peregrino que debe fabricarse un sendero, nube que, casi inmóvil, se aleja en lontananza, arroyo que, indeciso, serpenteando avanza, así yo lentamente, lentamente te quiero.
Sin las prisas del viento que en huracán progresa, sin la urgencia del joven que a ser hombre se afana, sin el inquieto apremio de la nieve temprana que a forjar nuevo invierno de puntillas regresa.
Con lentitud de manos suaves, adormecidas sobre la piel, en breve y extático sosiego, para empezar de nuevo, como lo hiciera un ciego, leyendo con el tacto regiones escondidas.
Con la calma que sabe retardar la llegada por el goze más fiero de un más largo camino; como se saborea cada sorbo de vino, como se alarga intensa la primera mirada.
Lenta, muy lentamente, como tímida brisa rozando el rostro, en síntesis frágil, titubeante, de indecisión de huésped y osadía de amante... hasta que de tus labios se escapara la prisa.
Los Angeles, 4 de octubre de 2002
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