Aislamiento
Primero estuve y más tarde fui. No deseo que ustedes comprendan por qué hay noches en las que dormitan a mi lado ojos de serpiente y duendes de resbalón.
Cuando la vida llegó lo hizo sin normas ni aderezos: imaginé que lo bueno era bueno, que no había que darle tantas vueltas al ademán vital. Después me rebasaron los deslices y los falsos dictámenes: enseguida decidí aislarme y comer de mi carne y babosear mis labios y sentirme derrotado…
En ocasiones no es nada malo sentir el gemido de la muerte en nuestros adentros, en nuestros esqueletos de barro.
Alexander Vórtice
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