Alas de la imaginación
Quetzacóatl baja todos los días,
cuando la Tarde se sienta a
descansar. Y rodeado de muchos
de sus hermanos, así les habla:
Durante muchos Eones de tiempo
va despertando el Espíritu y va
tomando conciencia de su Eternidad.
La materia no es sino el espejo
donde va viendo perfilarse sus blancas alas.
Aprendan a mover las alas
de su Imaginación y ya no estarán
vinculados a lo transitorio,
y nada podrá ya contra ustedes el mal de
la ignorancia.
Sepan siempre que lo único que los
apega a la Tierra y a los mundos,
no es mas que la Ignorancia.
Ella es la que crea el dolor, la
envidia, la pereza, la gula, y todo
aquello que animaliza al hombre.
Trasciéndanla y entrarán en el
Sendero de conocerse a ustedes mismos
tal como son. Sabrán el por qué
y para qué de sus continuas
existencias en estos mundos.
¡Ah, si supiera una flor que su
sacrificio es el que la hace nacer al
fruto! ¿Acaso creen que sufriría
al desprenderse de sus bellos
pétalos y al marchitarse y dejar su
frescura en manos de los vientos
del Otoño?
Miren pues, hacia sus vidas y piensen
que son tránsitos para más
alados destinos. Porque si una flor,
en su pequeñez, da un fruto que
alimenta sus cuerpos, ¿Cuánto más
darán ustedes en cada existencia
donde se van limpiando cada
vez más de la oscuridad?
No sean como aquéllos que adoran
la Ignorancia y la colocan en
altares y la tienen por la Razón.
Porque, tarde o temprano, Ella
vendrá por ellos y les dirá:
Vengan Conmigo porque yo tapé sus ojos
al Conocimiento pero les di todo
aquello que me pidieron. Yo los
arropé con placeres y los hice sagaces
como coyotes entre los hombres.
Porque vendrán tiempos en que todo
será confundido por Ella y Ella
será la que reine en la Tierra.
Entonces dirigirán a los hombres
aquéllos más astutos pero no los
más sabios. Serán elevados a los
altares aquéllos que mejor supieron
engañar y serán tenidos por
santos los más abominables.
Se juzgará a los hombres por su vestido y
su calzado y aquéllos que caminen
descalzos serán echados de las
casas y considerados indignos.
Regocíjense, hermanos, entonces,
porque aquéllos que los echan de sus
casas, a ellos mismos se echan
y aquéllos que les hagan daño, a ellos
mismos se hacen daño. Y de verdad
les digo que tendrán que recoger
hasta el último grano de odio que sembraron,
cuando llegue su cosecha.
No olviden estas cosas pues los
tiempos de la cosecha están cerca.
Fortalezcan sus corazones.
DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUELTZACOATL